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Liberando a los espíritus postrados

Este artículo pertenece al tema de La Batalla Invisible. Parte 5 de 8

LIBERANDO A LOS ESPÍRITUS POSTRADOS

La Humanidad de hoy, tan grande como la consideráis en número, es pequeña comparada con el mundo de seres espirituales que la rodea, y con cuánta fuerza esas legiones invaden los caminos de los hombres y éstos no perciben, no sienten ni oyen ese mundo que se agita en torno suyo.

Sobre los seres y elementos de la Naturaleza podéis obrar en múltiples formas para llevar a todos el consuelo.

Mas también os digo: No temáis a las enfermedades y sed con todos pacientes y misericordiosos.

En cuanto a los poseídos y confundidos en su mente humana, también podéis curarlos, porque tenéis esa facultad y debéis ponerla al servicio de esos seres que han caído en la desesperación y el olvido. Libertadlos y manifestad esa potestad ante los incrédulos.

A los que creyendo pertenecer a este mundo vivan turbados y confundidos en su espíritu, ayudadles con amor a salir de su gran error.

No uséis la violencia, llenad de ternura y de compasión vuestro corazón para tratar a todos los seres.

Por la paz que sentís en vuestro espíritu podéis reconocer mi presencia. Nadie más que Yo puede daros la verdadera paz.

Un espíritu en tiniebla no podría brindárosla.

Os digo esto, porque muchos corazones temen las asechanzas de un espíritu tentador, al que han dado vida y forma los hombres según su imaginación.

Cuán erróneamente se ha interpretado la existencia del príncipe de las tinieblas.

Cuántos han llegado a creer más en su poder que en el mío, y qué lejos de la verdad han andado en ésto los hombres.

El mal existe, de él se han derivado todos los vicios y pecados.

Los pecadores, o sea los que practican el mal, existen, lo mismo en la Tierra que en otras moradas o mundos; mas ¿por qué personificáis todo el mal existente en un solo ser, y por qué lo enfrentáis a la Divinidad? Yo os pregunto: ¿Qué es ante mi poder absoluto e infinito, un ser impuro, y qué significa ante mi perfección vuestro pecado?

El pecado no ha nacido en el mundo; los espíritus al brotar de Dios, unos permanecieron en el bien, mientras que otros, al desviarse de ese camino, crearon uno distinto, el del mal.
Las palabras y las parábolas que en sentido figurado os entregaron como una revelación en los primeros tiempos, han sido erróneamente interpretadas por la Humanidad.

La intuición que los hombres tuvieron acerca de lo sobrenatural, quedó influenciada por su imaginación, y llegaron a formar alrededor de la fuerza del mal, ciencias, cultos, supersticiones y mitos que han llegado hasta vuestros días.

De Dios no pueden brotar demonios; a éstos los habéis forjado con vuestra mente.

El concepto que tenéis de ese ser que a cada paso me ponéis por adversario, es falso.
Yo os he enseñado a velar y orar, para que os libréis de tentaciones e influencias maléficas, que lo mismo pueden provenir de seres humanos, que de seres espirituales.

Os he dicho que sobrepongáis el espíritu a la carne, porque ésta es criatura débil que a cada paso está en peligro de tropezar si no veláis por ella.

El corazón, la mente y los sentidos son puertas abiertas para que las pasiones del mundo azoten al espíritu.

Si vosotros os habéis imaginado que los seres en tiniebla son como monstruos, Yo sólo los veo como criaturas imperfectas, a las cuales les tiendo mi mano para salvarles, porque también son mis hijos.

Vosotros preguntáis: -Maestro, ¿para aquéllos hay salvación?- Yo os digo: Hay salvación para todos, pero la paz y la luz llegarán a aquellos espíritus hasta que las tinieblas de la turbación se aparten.

¿Habéis sentido vosotros alguna vez piedad ante un hombre cuya razón extraviada le hace contemplar lo que no existe? ¡Cuánto mayor sería vuestro dolor si contemplaseis en el Más Allá a aquellos seres turbados que están mirando su infierno imaginario!

temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento