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Vida Después de la Vida

¿Qué encontraremos «del otro lado del tunel»? ¿Qué sabemos del «Más Allá»? ¿Qué sabe el hombre de lo que existe después de esta vida?

Hay tantas teorías sobre la vida después de la vida, y se ha dogmatizado tanto sobre ella, que cuando el espíritu que desencarna espera encontrarse exactamente con el lugar que había imaginado según su creencia o corriente de pensamiento, se confunde cuando no encuentra lo que en su concepto debería ser el cielo, o el lugar del descanso eterno.

En la palabra que nuestro Padre ha venido a entegarnos en este Tercer Tiempo, nos revela que aquellos espíritus que se han confundido por su concepto equivocado sobre el valle espíritual, al no encontrar lo que ellos esperaban, y al sentirse sin el apoyo de su materia y sin la suficiente preparación y elevación espirituales para dejar el valle material, han creado para sí, sin darse cuenta, un mundo que ni es humano ni es profundamente espiritual, en el cual permanecerán hasta que lentamente por la meditación y el dolor, logren comprender que ese no es el lugar destinado para la evolución de su espíritu; será entonces cuando escuchen la voz de su conciencia y ante ella, juzguen sus obras pasadas y surja en ellos el deseo de reparar sus yerros. Será entonces cuando comiencen el viaje de regreso hacia el valle
espiritual.

«El cielo no es un sitio, ni una región, ni una mansión; el cielo del espíritu es su elevación y su perfección, es su estado de pureza». Tercer Testamento. E 146:68

A aquellos que creen que al desencarnar su espíritu va a llegar
al «Valle del descanso», tenemos la obligación de decirles que en el valle espiritual es donde verdaderamente empieza la actividad, porque la inactividad es como la muerte para el espíritu.

El descanso que espera al espíritu es la actividad, el multiplicarse haciendo el bien, el no desperdiciar un instante. Cuando el espíritu trabaja, encuentra el verdadero descanso, porque haciendo el bien se aligera de remordimientos y penas; es decir, que el descanso del espíritu es el amor a su Padre y a sus hermanos.

Dice nuestro Padre:

«En verdad os digo que si a vuestro espíritu lo hiciera permanecer inactivo para que descansara, según vosotros concebís el descanso en la Tierra, se apoderaría de él la tiniebla de la desesperación y la angustia, porque la vida y la luz del espíritu, así como su dicha mayor, son el trabajo, la lucha y la incesante actividad. Tercer Testamento. E 317:13

No esperemos entonces encontrarnos con un «Más Allá» diferente al que realmente existe, y al que nuestro espíritu podrá llegar sin problemas si lo comprendemos, y si nos preparamos para que cuando llegue el momento de desencarnar, nuestro espíritu se encuentre iluminado para emprender el viaje de regreso a su verdadero hogar.

«Cuando la muerte detenga los latidos de vuestro corazón y se apague la luz de vuestras pupilas, ireis a despertar a un mundo maravilloso por su armonía, por su órden y su justicia.

«Vuestra conciencia que está sobre vuestro ser no quedará en la Tierra, sino que vendrá con el espíritu para mostrarse ante él como un libro cuyas lecciones profundas y sabias serán estudiadas por el espíritu.

Ahí se abrirán vuestros ojos espirituales a la verdad y en un instante sabréis interpretar lo que en toda una vida no lograsteis comprender; ahí sabréis lo que significa ser hijos de Dios y hermanos de vuestros semejantes; ahí comprenderéis el valor de todo lo que hayáis poseído, experimentaréis el pesar y el arrepentimiento por los errores cometidos, por el tiempo perdido, y nacerán en vosotros los más bellos propósitos de enmienda y reparación.

«Cumplid con mis leyes en la Tierra, y no tendréis por qué temer vuestra llegada al más allá; así como habéis visto la luz del mundo al llegar, y así como sentisteis en la Tierra la presencia de vuestros padres, así sentiréis la presencia de vuestro Señor en aquel valle que espera vuestro retorno.» Tercer Testamento. E 170:47; 62:5; 125:59