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Cátedra Divina – Abril de 1999

Este artículo pertenece al tema de Comunicaciones Divinas de espíritu a Espíritu. Parte 5 de 11

Vosotros estáis en Mí como Yo estoy en vosotros; ¿os habéis detenido a analizar y meditar sobre lo que esto significa?

Cuán sencilla la palabra, mas ¡cuánto encierra su significado!

Ved que en vosotros lleváis todo aquello que viene del Padre, mas también, cada vez que pecáis ponéis en Mí la carga de vuestras faltas; por ello os digo que soy vuestro Cirineo; al estar Yo en vosotros, también estoy en vuestra lucha y en vuestras vicisitudes, a veces como consejero, a veces como maestro, otras veces como doctor y siempre, siempre, como vuestro Padre amantísimo.

Os doté al crearos de libre albedrío, mas debéis comprender lo que esto también significa.

Así como sobre todos los dones, también sobre el libre albedrío puse la conciencia para que esta, al iluminaros, os guiara en el desarrollo de dichos dones para llevaros a la perfección.

Y todos esos dones que puse en vosotros no están atados al bien, porque justamente en ello está vuestro mérito, en darles cauce hacia el bien.

Ved, por ejemplo, cómo el uso de ciertos dones ha sido tomado por algunos con fines egoístas, lo que lejos de elevar su espíritu, les ha hundido en la más atroz materialidad. ¿Creéis acaso que mientras más usen sus dones de tal manera, obtendrán mayor gracia y por tanto, mayor perfección? No, porque desarrollo no significa perfección, así como en vuestro cuerpo la estatura no significa madurez moral. ¿No decís en vuestro mundo que no es lo mismo cantidad que calidad? Aplicad esta máxima a vuestros dones y os habréis acercado a la verdad.

Humanidad: El uso indiscriminado del libre albedrío, en vez de acercaros a la libertad os ha alejado de ella; mucho podéis hacer con vuestros dones, menos ser iguales al Padre.

Seríais entonces víctimas de esa falsa ilusión, de ese mal motivo que movió a los constructores de Babel, quienes queriendo llegar al reino de los cielos usando todos los recursos de los que les doté, en su soberbia e ignorancia únicamente llegaron a la confusión y a la división. No fui Yo quien les detuvo, fue su propia arrogancia.

Os dije que sólo la verdad os haría libres. Y algo más le dije a mis discípulos en aquél lejano Segundo Tiempo: Les manifesté que Yo era el camino, la verdad y la vida. Analizad esto con detenimiento y veréis cuán sencilla la lección es.

El camino es el cumplimiento de la Ley, usando todos vuestros dones y ejerciendo vuestras virtudes bajo la luz de la conciencia, y por ese camino llegaréis a la verdad, que es cuando realmente seréis libres, porque os habréis despojado de esa carga de desobediencias, pecados y faltas a la Ley que os quitan la paz y os alejan del Padre; entonces, sólo entonces, podréis conocer la verdadera vida, que es la que vibra en las altas mansiones del espíritu.

Bajo la luz de esta enseñanza ¿por qué piensan el hombre y la mujer que podrán alcanzar la libertad usando sin medida el libre albedrío?.

Por todo esto que os digo, sabéis que vuestra lucha mayor será contra la mentira, contra la impostura, y que no hay mayor causa para vosotros que la de dedicar vuestra vida a la búsqueda de la verdad, verdad que únicamente podréis encontrar en el amor de los unos a los otros.

Por el mal uso del libre albedrío, los hombres han caído víctimas de los vicios, por el abuso del libre albedrío, han caído en los pecados más abyectos; pues bien, por virtud de ese mismo libre albedrío, sólo que ahora iluminado por la luz de la conciencia, habrán de desandar, paso a paso, ese camino ancho y florido que los ha conducido hacia el abismo.

No desmayéis entonces en vuestro cumplimiento espiritual, porque ¿en que os aprovecha el decirme: «Padre, hágase en mi tu voluntad», si vuestros hechos desmienten lo que con tanta vehemencia me decís?

Mi voluntad es que os améis los unos a los otros, sin condición ni reparo alguno; mi voluntad es que os perdonéis mutuamente los errores y que levantéis al caído; mi voluntad, en fin, es que no haya ningún acto en vuestra vida que no sea guiado por vuestra conciencia.

Entonces, sólo entonces, en verdad estaréis haciendo mi voluntad de una manera sencilla, lógica, natural, y sólo entonces seréis libres, verdaderamente libres.

¡Mi paz sea con vosotros!