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Habla el Espíritu de Verdad: El Culto Verdadero

Cátedra Divina – Abril de 1999

Este artículo pertenece al tema de Comunicaciones Divinas de espíritu a Espíritu. Parte 5 de 11

Vosotros estáis en Mí como Yo estoy en vosotros; ¿os habéis detenido a analizar y meditar sobre lo que esto significa?

Cuán sencilla la palabra, mas ¡cuánto encierra su significado!

Ved que en vosotros lleváis todo aquello que viene del Padre, mas también, cada vez que pecáis ponéis en Mí la carga de vuestras faltas; por ello os digo que soy vuestro Cirineo; al estar Yo en vosotros, también estoy en vuestra lucha y en vuestras vicisitudes, a veces como consejero, a veces como maestro, otras veces como doctor y siempre, siempre, como vuestro Padre amantísimo.

Os doté al crearos de libre albedrío, mas debéis comprender lo que esto también significa.

Así como sobre todos los dones, también sobre el libre albedrío puse la conciencia para que esta, al iluminaros, os guiara en el desarrollo de dichos dones para llevaros a la perfección.

Y todos esos dones que puse en vosotros no están atados al bien, porque justamente en ello está vuestro mérito, en darles cauce hacia el bien.

Ved, por ejemplo, cómo el uso de ciertos dones ha sido tomado por algunos con fines egoístas, lo que lejos de elevar su espíritu, les ha hundido en la más atroz materialidad. ¿Creéis acaso que mientras más usen sus dones de tal manera, obtendrán mayor gracia y por tanto, mayor perfección? No, porque desarrollo no significa perfección, así como en vuestro cuerpo la estatura no significa madurez moral. ¿No decís en vuestro mundo que no es lo mismo cantidad que calidad? Aplicad esta máxima a vuestros dones y os habréis acercado a la verdad.

Humanidad: El uso indiscriminado del libre albedrío, en vez de acercaros a la libertad os ha alejado de ella; mucho podéis hacer con vuestros dones, menos ser iguales al Padre.

Seríais entonces víctimas de esa falsa ilusión, de ese mal motivo que movió a los constructores de Babel, quienes queriendo llegar al reino de los cielos usando todos los recursos de los que les doté, en su soberbia e ignorancia únicamente llegaron a la confusión y a la división. No fui Yo quien les detuvo, fue su propia arrogancia.

Os dije que sólo la verdad os haría libres. Y algo más le dije a mis discípulos en aquél lejano Segundo Tiempo: Les manifesté que Yo era el camino, la verdad y la vida. Analizad esto con detenimiento y veréis cuán sencilla la lección es.

El camino es el cumplimiento de la Ley, usando todos vuestros dones y ejerciendo vuestras virtudes bajo la luz de la conciencia, y por ese camino llegaréis a la verdad, que es cuando realmente seréis libres, porque os habréis despojado de esa carga de desobediencias, pecados y faltas a la Ley que os quitan la paz y os alejan del Padre; entonces, sólo entonces, podréis conocer la verdadera vida, que es la que vibra en las altas mansiones del espíritu.

Bajo la luz de esta enseñanza ¿por qué piensan el hombre y la mujer que podrán alcanzar la libertad usando sin medida el libre albedrío?.

Por todo esto que os digo, sabéis que vuestra lucha mayor será contra la mentira, contra la impostura, y que no hay mayor causa para vosotros que la de dedicar vuestra vida a la búsqueda de la verdad, verdad que únicamente podréis encontrar en el amor de los unos a los otros.

Por el mal uso del libre albedrío, los hombres han caído víctimas de los vicios, por el abuso del libre albedrío, han caído en los pecados más abyectos; pues bien, por virtud de ese mismo libre albedrío, sólo que ahora iluminado por la luz de la conciencia, habrán de desandar, paso a paso, ese camino ancho y florido que los ha conducido hacia el abismo.

No desmayéis entonces en vuestro cumplimiento espiritual, porque ¿en que os aprovecha el decirme: «Padre, hágase en mi tu voluntad», si vuestros hechos desmienten lo que con tanta vehemencia me decís?

Mi voluntad es que os améis los unos a los otros, sin condición ni reparo alguno; mi voluntad es que os perdonéis mutuamente los errores y que levantéis al caído; mi voluntad, en fin, es que no haya ningún acto en vuestra vida que no sea guiado por vuestra conciencia.

Entonces, sólo entonces, en verdad estaréis haciendo mi voluntad de una manera sencilla, lógica, natural, y sólo entonces seréis libres, verdaderamente libres.

¡Mi paz sea con vosotros!

Cátedra Divina – Febrero 27 de 1999

Este artículo pertenece al tema de Comunicaciones Divinas de espíritu a Espíritu. Parte 7 de 11

Vosotros, como espíritus, sois la causa de la existencia de la Creación material. No os asombre entonces cuando el Padre os diga que cada uno de vosotros es más grande que el sol que ilumina vuestro planeta, y que el mismo Universo que os cobija en vuestro camino de perfeccionamiento espiritual.

Israel no debe ser el pueblo de espíritus tímidos, empequeñecidos ante la magnitud de una tarea que rebasa todo lo humano, porque, de verdad, la Obra Espiritualista Trinitaria Mariana, cubre mucho más que lo material.

¿Qué sabéis vosotros del orden verdadero que rige todas las cosas? Poco, muy poco, porque vuestra vida espiritual os tiene deparadas en el futuro, infinitas sorpresas que emanan del absoluto que es el amor divino.

Hoy, humanidad, estáis en el borde del fin de una etapa y el comienzo de otra; cada etapa ha estado significada por acontecimientos que os hacen comprender el tiempo en que vivís; pero dormís, y habéis creado una falsa ilusión de dominio y de señorío sobre vuestros actos y los alcances de vuestro libre albedrío.

Mis profetas os advirtieron que para cuando el tiempo de la retribución sea llegado, vuestra ciencia humana adelantaría en gran manera.

Sois capaces ya de surcar los cielos más velozmente que las aves, os sumergís en los océanos y no hay rincón de vuestro planeta que no creáis haber conocido y explorado, mas ¿dónde está la paz, dónde la justicia y dónde el adelanto verdadero como raza predominante en el planeta? Y es que os habéis olvidado de la Ley, y queréis sujetar vuestros actos a los dictados de vuestros limitados y muchas veces mezquinos intereses materiales.

Es este el tiempo en que se levantarían padre contra hijo, hijo contra padre, hermano contra hermano y esposa contra esposo, e Israel no iba a ser la excepción.

En el seno de vuestros hogares penetra sutilmente la tentación y la confusión cual lepra material que todo lo invade, sin respetar nada.

En aras del egoísmo y la personalidad consumen el hombre y la mujer todo aquello que les ha sido confiado para su cuidado, y convierten este mundo de promesas y posibilidades en un valle de lágrimas y de lamentaciones.

Mas cuando lográis elevaros por un momento por encima de la miseria humana, llega hasta vosotros la esplendorosa luz del Padre, y os hace entender la razón verdadera de vuestra misma existencia sobre la faz de esta tierra.

Legiones espirituales están prestas a luchar a vuestro lado contra la tiniebla, contra la obcecación, contra la obsesión material y contra la tentación; mas para uniros a esas mis huestes espirituales, es necesario que os despojéis de todo aquello que contamina vuestro pensamiento, nubla vuestro corazón y debilita a vuestro espíritu.

Todo os es lícito, mas no todo os es conveniente; todo está al alcance de vuestra mano, mas no todo os vivifica. Y ved cómo la humanidad, erigiendo su libre albedrío en un dios al que rinde culto, ha perdido a cambio la libertad.

«Conoced la verdad y la verdad os hará libres», os dije en Jesús. ¿Habéis comprendido el significado de estas palabras, Israel? Porque levantáis ante vuestro Señor la interrogante de Pilatos: «¿Y qué es la verdad?». La verdad viene de Dios, y esa verdad vive en vosotros, porque sois prueba misma de la existencia de esa verdad suprema. Y esa verdad es el amor.

Amor: palabra incomprendida por los hombres y mujeres; y ved cómo confunde la humanidad el amor con las pasiones de la carne.

¡Mi paz sea con vosotros!

Cátedra Divina – 11 de Enero de 1988

Este artículo pertenece al tema de Comunicaciones Divinas de espíritu a Espíritu. Parte 8 de 11

Cuando me manifesté a través del entendimiento humano, no os pude revelar muchas lecciones con toda la luz que ellas contienen, porque vuestro espíritu todavía no estaba preparado para ello.

Mas como os prometí, os vengo a daros nuevas revelaciones, para que los tiempos que acechan a la humanidad no sorprendan a Mi pueblo.

Dentro de cierto tiempo, veréis cómo surge un falso profeta que vendrá de un país del oriente, diciendo que es el Cristo encarnado. Logrará congregar a su alrededor a muchos que por estar aún durmiendo, no han sabido velar esperándome; y por eso, la primera voz que logren escuchar habrán de seguir como si fuera la de su Maestro.

En medio de esas multitudes se entregarán una serie de maravillas y prodigios de tipo material, que harán que los hombres que no estén preparados sientan que verdaderamente ese es el Mesías que había prometido regresar.

Confundirá a muchos, mas no ha de confundir a Mi pueblo, porque ya éste ha sido advertido por Mí. Ese falso profeta, será, sin saberlo, instrumento de Mi divinidad, porque ninguno de Mis hijos es ajeno a Mi obra.

Unos, cumplen mi voluntad con su obediencia, y otros, con su rebeldía; unos, con su elevación, y otros, con su pecado, porque hasta ahí permito que el libre albedrío de vosotros se manifieste.

Pero, ¿creéis acaso que vuestro libre albedrío sea mayor que Mi voluntad? ¿Pensáis que cualquier acto de vuestra vida, o cualquier pensamiento que tengáis podrá tener más poder que el más pequeño de Mis mandatos?

Pues así os digo, que la hora de la tiniebla se ha acercado a esta humanidad y ese falso profeta que os pronostico cumplirá una misión muy importante, que es la de destruir el poder de algunas religiones; porque se alimentará de aquellos que no han velado y no han orado. Será su grey aquella que ha permanecido dispersa, y atará a aquellos que han sido esclavos.

Pero vosotros, pueblo, que os habéis cultivado en la libertad, en la responsabilidad de amaros los unos a los otros y en la obediencia a Mis mandatos y a Mis leyes, sabréis reconocer de inmediato que en esa voz no está la de vuestro Señor, que esos prodigios encierran simplemente un vacío espiritual, y que esas maravillas aparentes, sólo serán creídas por los profanos e idólatras.
Sabréis, pueblo, distinguir la verdad de la mentira, la falsa luz de la verdadera.

Faltan para esto todavía unos cuantos años.
El alerta que recibís ahora es con mucho mayor precisión que la de antaño, porque también ahora os encuentro más preparados.

En verdad os digo, que si os preparáis, ninguna prueba que ha de llegar a este planeta ha de sorprenderos dormidos, porque una voz ha resonado en vuestro corazón, y bien sabéis que esa voz es la de vuestro Padre.

¿Quién podrá imitarme? ¿Quién podrá engañar a aquél que ha oído la voz de su verdadero Dios? Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí; recordad que vosotros sois Míos, y no os dejaré perder.

Iréis luchando paso a paso en contra del nuevo fanatismo religioso que se ha de levantar, derrotaréis la ignorancia, porque ahora sabéis por la enseñanza que os he dado, que ya no sois los que antes fuisteis, y que mañana, no seréis los que ahora sois, porque vuestra senda es la evolución, vuestro camino el progreso y vuestro destino la perfección.

Os encontráis reunidos ante mi Espíritu una vez más, obedientes y fieles. Me place ver que vuestro anhelo se acerca al Mío, porque mucho deseáis estar con vuestro Padre; y es este anhelo el que os mueve, el que os lleva a elevaros para que, acercándoos a Mi divinidad, recibáis el influjo de Mis mensajes y Mi caricia.

Perseverad en vuestros esfuerzos, porque pronto está el que Yo os conceda la unificación que tanto tiempo me habéis pedido; y bien sabéis que cuando Israel esté unido, se conmoverá el Cosmos.

Perseverad, pueblo amado, velad y orad; no escatiméis esfuerzo ni instante alguno, porque el tiempo tantas veces profetizado, se ha acercado a vosotros.

¡Mi paz sea con vosotros!

La Oración – Pedir y Esperar

Aprender a Pedir y Esperar

Benditos los que saben esperar, porque a sus manos llegará mi caridad en el instante oportuno.

Aprended a pedir y también a esperar, sabiendo que nada escapa a mi caridad; confiad en que mi voluntad se manifieste en cada una de vuestras necesidades y pruebas.

Aprended a acercaros a Mí, aprended a pedirme, a recibir y a esperar; veréis entonces cómo se hacen patentes los prodigios en vuestra vida.

El hijo tiene derecho a pedir a su Padre lo que esté dentro de Su ley de justicia y amor, y el Padre a su vez, tiene el deber de atender al hijo.

Os entrego mi caridad sin poneros condiciones, en tanto que vosotros sí me las ponéis para amarme si os concedo lo que me pedís.

En esta enseñanza aprenderéis a pedir, a recibir y a dar. También aprended a esperar la hora en que sea mi voluntad entregáros lo que sea más conveniente a vuestro espíritu. No desesperéis, no blasfeméis, ni faltéis a la fe; pensad que os amo, que soy justo con vosotros.

Yo sólo os concedo aquello que sea para vuestro bien. ¡Cuántas peticiones hacéis que si os fuesen concedidas, sólo os ocasionarían perjuicios o desgracias!

El hombre que en Dios confía y ante Él bendice su destino, jamás reniega ni exige lo que no le es concedido.

Ni uno solo de vuestros sollozos deja de escucharse en el Cielo, ninguna oración deja de hallar eco en Mí, ninguna de vuestras aflicciones o trances difíciles pasan desapercibidos para mi amor de Padre. Todo lo sé, lo escucho, lo veo y en todo estoy.

Discípulos amados: Mirad cuán cerca de vosotros me encuentro; y si sabéis ésto ¿por qué hay ocasiones en que me llamáis con desesperación, creyendo que no os escucho?

Cuántas veces os escucho, diciéndome: «Padre, ¿Por qué nos mandas tanta miseria? ¿Por qué no quieres oír nuestra oración? Padre, Tú no nos has oído.»

Yo escucho vuestra queja y os digo: Siempre he recibido vuestra oración, mas no siempre he de concederos lo que deseáis en el preciso instante en que lo pedís, ni tampoco será según vuestro deseo, sino según mi voluntad porque esta es perfecta y en ella está mi amor.

Ya no seáís de aquellos que decís: «Padre ¿Por qué me olvidáis en la prueba, por qué no me escucháis?» Ahora debéis ser los que sabéis orar en la prueba y después de orar, sabéis esperar con conformidad la llegada de mi paz; sabéis, con obediencia, dejar que el Maestro os pruebe.

Pedís a Dios casi siempre sin saber lo que pedís, mas vosotros nunca dais a Dios lo que El os pide para vosotros mismos.

A veces os atrevéis a decirme que nada de lo que me habéis pedido os he concedido, cuando os lo estoy entregando a cada instante y sólo falta que os preparéis para que podáis recibirlo.

Debéis comprender que cuando os digo: «Pedid que se os dará», debéis elevaros en oración para que pidáis lo que convenga a vuestro espíritu, porque algunos tan sólo piden para su vida terrestre: pero Yo os concedo según mi voluntad y no la vuestra.

¿Qué sería de vosotros si siempre os concediera según vuestros deseos?

¡Cuántas veces habéis pedido con insistencia algo creyéndolo para vuestro bien y habiéndolo esperado al anochecer y al amanecer, no lo habéis visto realizado! Mas cuando el tiempo ha pasado, os habéis dado cuenta de que estabais equivocado y de que el Padre tenia razón.

Sin embargo, al necio, al inconforme, al exigente, se le ha entregado lo que reclama, para que las consecuencias dolorosas y adversas lo dobleguen ante la verdad, mas a unos y a otros les he concedido pruebas para su propio bien, mientras unos aprenden por el amor, otros por el dolor.

Por medio de la oración tengo reservadas muchas revelaciones al espíritu para el futuro. Perfeccionaos en esta comunicación y lograréis alcanzar perfección en vuestras peticiones, es decir, aprenderéis a pedir.

Recordad la lección en la que os dije: «Pedid, pedid que se os dará». Ahora vengo a deciros: «aprended a pedir.»

Recordad que os dije: «Pedid que se os dará», y por eso venís con vuestra lista de peticiones. Mas ahora os digo que aprendáis a pedir y a recibir, a pedir con humildad y recibir con conformidad.

Orad en los momentos de prueba, con una oración breve pero limpia y sincera, y os sentiréis confortados, y cuando logréis estar en armonía con vuestro Señor, podré deciros que mi voluntad es la vuestra y vuestra voluntad es la mía.

María, vuestra Madre Celestial, es poseedora de dones y gracias; así, cuando vuestra elevación sea escasa, o vuestra falta de elevación os haga indignos de hablarme, orad ante Ella, buscad Su ayuda y Su intercesión, y en verdad os digo que por ese camino, presto llegarán a Mí vuestras peticiones.

No sólo oréis cuando os encontréis atravesando por alguna prueba dolorosa, orad también cuando estéis en paz, porque entonces será cuando vuestro corazón y pensamiento puedan ocuparse de los demás. Tampoco pidáis solamente por los que os han hecho bien o por aquéllos que no os hayan causado ningún daño, pues ello, siendo meritorio, no lo es tanto como si veláis por los que en alguna forma os hubiesen causado prejuicios.

Pensad que Yo, vuestro Maestro, he sido Cirineo y Salvador de los mismos que ante Pilatos gritaron ¡Crucificadle! ¡Crucificadle! También vosotros podéis ayudar a vuestros hermanos a llevar con resignación su cruz, con oraciones, pensamientos, palabras y aun en forma material; así podréis hacer más llevadera la restitución del que va agobiado bajo el peso de su dolor o de su lucha.

¿En Qué Consiste la Oración?

¿En qué consiste la oración? La oración es petición, intercesión, adoración y contemplación. Todas sus partes son necesarias y una brota de la otra, porque en verdad os digo que la petición consiste en que el hombre me ruega le conceda sus deseos, le satisfaga anhelos, lo que él cree más importante y sano en su vida, y en verdad os digo, mis hijos, que el Padre escucha la petición y da a cada uno lo que más necesita, siempre que sea para su bien. Mas cuidaos de pedir lo que esté en oposición para la salvación de vuestro espíritu, porque aquellos que solamente piden dones materiales, goces materiales, poder temporal, están pidiendo encadenar a su espíritu.

El afán desmedido por los goces materiales sólo trae sufrimiento, no solamente en este mundo, sino aun después de la transición al mundo espiritual, porque hasta allí puede llegar la influencia de esos deseos materiales, ya que al no poder librarse el espíritu de ellos, sigue atormentado por esos anhelos y desea regresar una y mil veces a la Tierra para reencarnar y seguir viviendo materialmente. Por eso, mis hijos, pedid solamente lo que en verdad necesitéis para el bien de vuestro espíritu.

La segunda parte de la oración, la intercesión, brota del amor al prójimo, del amor que os enseñé como Maestro cuando vine a este mundo. Rogad por vuestros hermanos cercanos y distantes, aquellos que en las naciones están sufriendo las consecuencias de la guerra, que están sufriendo la tiranía de los gobiernos temporales de este mundo.

Preparaos, oh mis hijos, rogad por vuestros hermanos, pero también en esta intercesión, debéis saber pedir, porque lo que importa es el espíritu. Si vosotros tenéis a un hermano, a vuestros padres o a vuestros hijos enfermos, rogad por ellos, pero no insistáis en que se queden en esta vida, si esto no es lo que el espíritu necesita. Pedid mejor que su espíritu sea libre, que se purifique en sus sufrimientos, que el dolor propicie la elevación espiritual. Por eso, el Maestro os ha enseñado desde el Segundo Tiempo a decir: «Padre, cúmplase Tu voluntad», porque es el Padre el que sabe mejor que cualquiera de Sus hijos, lo que el espíritu necesita.

La tercera parte de la oración, la adoración al Espíritu Divino, significa la adoración de todo lo que es perfecto, porque a través de esta forma de oración podéis uniros con la perfección, con el amor que abraza a todo el Universo. En la adoración podéis encontrar el estado perfecto que cada uno de vosotros debéis alcanzar, y por la adoración llegaréis a la contemplación que, unida a la oración, os llevará a la unificación con el Espíritu Divino, a la fuente de la vida eterna, a la fuente que os da fuerza día tras día para llegar al Reino del Padre.

Así debéis orar, empezando con la petición hasta llegar a la contemplación. Esto es lo que os dará fuerza.

Para que la Oración sea Efectiva

No olvidéis que para que la oración resulte efectiva, vuestra fe tiene que ser firme, grande, que la caridad sea la esencia de vuestra elevación hacia Mí.

Todos los que han alcanzado milagros, todos los que han dado pruebas de poder espiritual, así han orado.

Así oraron los patriarcas de los primeros tiempos, de espíritu a Espíritu; así oró Moisés en el desierto y Daniel en el foso de los leones.

Así vine Yo en Jesús, a fortalecer al hombre en el conocimiento de la oración verdadera, probando ante sus ojos el poder de la oración espiritual.

Jesús oró en el desierto ante la multitud y multiplicó los panes y los peces, maravillando a los hombres. Oró ante el sepulcro de Lázaro y dio pruebas de que la oración nacida de la fe y de la caridad, da la salud y la vida. Oró ante sus discípulos, revelándoles el poder que el hombre adquiere cuando sabe, ponerse en comunicación con su Padre.

¡Cuánto se ha alejado de mis enseñanzas esta humanidad! Todo en ella es superficial, falso, exterior, ostentoso. Por eso su poder espiritual es nulo y para suplir la falta de fuerza y desarrollo en su espíritu, se ha entregado en brazos de la ciencia material, intentando desarrollar su inteligencia humana.

Orad, mis hijos, con pensamientos de luz, de paz y de fraternidad y esas oraciones no se perderán en el espacio, sino que su esencia los conservará vibrando en lo espiritual y los conducirá al corazón de aquéllos por quienes hayáis orado.

Vuestra vida presente ha sido una continua lucha y es por eso que cuando miráis a otros gozando de placeres y satisfacciones, os preguntáis por qué es vuestro destino tan duro y severo, y la respuesta ha llegado a vuestro corazón, cuando habéis orado, ofreciéndome vuestras cuitas, trabajos y vicisitudes.

Ese ha sido el instante en que la luz de la intuición os ha dicho que debéis aceptar con paciencia vuestro cáliz, ya que cada espíritu tiene contraída conmigo una deuda que el corazón humano no conoce.

LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO

Ha llegado el momento del silencio, el momento de vuestra comunicación Conmigo, para que así como se confunden en el mar las olas, vosotros os unáis a mi Espíritu divino; silencio no solamente en los labios, también en el templo interior del hombre, porque es vuestro espíritu el que me habla, y el momento es solemne.

Buscadme ahora dentro de vosotros mismos. Bienaventurado el que penetre en el silencio interior, porque sentirá mi presencia y alcanzará la paz de su espíritu.

El silencio es el reino del espíritu, reino que es invisible a los ojos materiales.

En vuestro silencio, aprended a elevaros mentalmente a Mí. En vuestro recogimiento, habladme con el Espíritu y tendréis mi respuesta.

Pedid lo que creáis justo para vosotros y para vuestros hermanos. En estos instantes en que pedís y en que tenéis la fe de que soy Yo el que está presente, guardad silencio, para que penetréis en comunión Conmigo.

Escucho a los espíritus, llego a los corazones, os hablo de Espíritu a espíritu. Aparto de vuestro corazón todos los dolores, todas las angustias, tristezas y sinsabores. No hay un solo corazón al que no haya visitado, no hay un solo pensamiento al que no haya iluminado, no hay un solo dolor del que no haya librado a mis hijos.

Es menester que desde un principio meditéis en los mensajes que vuestra oración recoja, para que lleguéis a conocer verdaderamente los que recibáis de vuestro Padre y nunca los confundáis con aquellas voces, ideas, pensamientos y hasta revelaciones de vuestro espíritu confundido. Sólo en el silencio y en la meditación podréis distinguir el camino por el cual llegue a vosotros cada mensaje.

44 Así quiero que oréis, así quiero que lleguéis siempre a recibirme.

Las Lecciones de la Vida

El destino tiene la piedad que Dios ha puesto en él, el destino de los hombres está lleno de la bondad divina.

Vosotros no encontráis muchas veces esa bondad porque no la sabéis buscar.

Si dentro del destino marcado por Mí a cada espíritu, vosotros trazáis un camino duro y amargo, Yo trato de endulzarlo, mas nunca de aumentar su amargura.

En el mundo los hombres se necesitan los unos a los otros, ninguno está de más y ninguno está de menos. Todas las vidas son necesarias las unas a las otras para el complemento y la armonía de su existencia.

Los pobres necesitan de los ricos y éstos de aquéllos. Los malos necesitan de los buenos y éstos de los primeros. Los ignorantes necesitan de los sabios y los que saben, de los que ignoran. Los pequeños necesitan de los mayores y éstos a su vez necesitan de los niños.

En este mundo, cada uno de vosotros está colocado por la sabiduría de Dios en su sitio y cerca de quien debe estar. A cada hombre le es asignado el círculo donde debe habitar, en el cual hay espíritus encarnados y desencarnados con los que debe convivir.

Así, cada quien en su camino, todos váis encontrando a los que os han de enseñar el amor que os eleva, otros, recibiréis el dolor que os purifica. Unos os harán sufrir porque así lo necesitáis, mientras otros os darán su amor para compensar vuestras amarguras, pero todos tienen un mensaje para vosotros, una enseñanza que debéis comprender y aprovechar.

Vuelvo a deciros que a pesar de encontraros ante mi Enseñanza, no habéis reconocido el mensaje que cada ser os brinda.

Buscad en cada uno de vuestros hermanos la parte buena que os presenta, para que aprendáis de él, así como la parte mala para que le ayudéis a elevarse y de esa manera iréis por el camino, ayudándoos los unos a los otros.

Detened vuestro paso y meditad, porque habéis dejado pasar a muchos que pudieron haceros bien. No dejéis pasar esas oportunidades, porque son lecciones que váis desaprovechando.

Cada ser humano es una lección, una esperanza de amor o desamor que al fin os da su verdad dulce o amarga; y así iréis de lección en lección, a veces aprendiendo y a veces enseñando, porque también debéis entregar a vuestros hermanos el mensaje que hayáis traído a la Tierra.

En verdad os digo que si esta humanidad entendiese estas enseñanzas, no lloraría tanto en la Tierra.

No olvidéis que todo espíritu encarnado o desencarnado que cruce en vuestra vida en alguna forma, viene a ayudaros en vuestro destino.

¡Cuántos espíritus de luz os he enviado al mundo y no os habéis detenido para bendecir mi amor por vosotros!

¡Muchos espíritus que os he enviado, les habéis desperdiciado sin daros cuenta de que ellos formaban parte de vuestro detino, pero que al no saber recibirlos, os quedásteis con las manos vacías y tuvísteis después que llorar!

Vuestro destino, humanidad, es armonizar con todo lo creado. Esa armonía de que os hablo, es la más grande de todas las leyes, porque en ella encontráis la comunicación perfecta con Dios y con sus obras.

Estudiad a los espíritus que os rodean y a los que cruzan por vuestras vidas, a fin de que estiméis sus virtudes, recibáis el mensaje que os traigan o les entreguéis lo que de vosotros deben recibir.

Cuando ya estéis bien preparados, lucharéis no sólo por vosotros sino por ayudar a vuestros hermanos a transitar en este camino, porque no podéis alcanzar la salvación tan solo para vosotros mismos, sino que debéis luchar para lograr la salvación de la Humanidad.

Los hombres exclaman: Si hay un Dios de misericordia y de amor, ¿por qué entonces tienen que sufrir los buenos por los malos, los rectos por los pecadores? En verdad os digo, mis hijos: Cada hombre viene a este mundo no sólo para alcanzar la salvación de sí mismo, no es un individuo aislado, sino que forma parte de un todo.

¿Acaso en un cuerpo humano, un órgano sano y perfecto no sufre cuando los demás órganos están enfermos? Esta es una comparación material para que comprendáis la relación que tiene cada uno de los hombres con los demás. Deben sufrir los buenos por los malos, pero los buenos no son completamente inocentes, si ellos no luchan por el adelanto espiritual de sus hermanos. Mas como individuos cada uno tiene su propia responsabilidad, y al ser parte de mi Espíritu y semejante a Él, posee voluntad e inteligencia para ayudar al progreso de todos.

Desde el Primer Tiempo os he hablado a través de mis profetas para guiaros, mas no para obligaros a cumplir mi Ley. Pero el tiempo ha pasado y el espíritu humano ha evolucionado, ha llegado a la madurez y ya puede comprender su misión como espíritu. La Humanidad, que se encuentra tan cerca del abismo, de la perdición, necesita la ayuda espiritual de vosotros.

La Lucha Final Contra la Tiniebla

¡Alerta, oh mi pueblo! Todos los espíritus en tinieblas están uniéndose, y todos los espíritus de luz tienen que hacer frente a ese poder.

Esa lucha, la última lucha, es la más terrible y más tremenda entre la oscuridad y la luz.

Más allá de vuestra vida humana existe un mundo de espíritus, hermanos vuestros, seres invisibles para el hombre, que luchan entre sí por conquistaros.

Aquella lucha entre ellos proviene de la diferencia de evolución en que unos y otros se encuentran. Mientras los seres de luz elevados por el ideal de amor, de la armonía, de la paz y el perfeccionamiento van regando de luz el camino de la humanidad, inspirándole siempre el bien y revelándole todo aquello que sea para bien de los hombres, los seres en tiniebla que aún que no han logrado despojarse de su egoísmo y de su amor al mundo o que alimentan por tiempo indefinido tendencias e inclinaciones humanas, son quienes siembran de confusiones el camino de la humanidad, ofuscando las mentes, cegando los corazones, esclavizando las voluntades para servirse de los seres humanos, convirtiéndoles en instrumentos para sus planes, o tomándoles como si fuesen sus propios cuerpos.

La mayoría de los hombres luchan entre las dos influencias, sin decidirse por una, sin entregarse totalmente al materialismo, pero sin esforzarse por librarse de él para espiritualizar su vida; es decir, para elevarla por el bien, por el saber y la fuerza espiritual. Estos están en plena lucha interior.

Los que se han entregado íntegros al materialismo, sin preocuparles más la voz de la conciencia y desentendiéndose de todo cuanto se refiere a su espíritu, ya no luchan, han sido derrotados en el combate. Creen haber triunfado, creen ser libres, y no se dan cuenta de que estan prisioneros y que será menester que las legiones de la luz vengan a las tinieblas, para que ellos sean puestos en libertad.

Vosotros que me habéis escuchado, que lleváis la luz del Espíritu Santo ¡despertad!, ya no perdáis el tiempo en placeres materiales, en ambiciones temporales. Luchad por la Humanidad, luchad para que venga el Reino del Padre a este mundo: es la misión que doy desde al más humilde hasta el más preparado. El Mundo Espiritual está con vosotros y sobre todos, el Padre lleno de amor, lleno de misericordia, el Padre que con infinito dolor ve el sufrimiento que los mismos hombres están causándose los unos a los otros.

Esa es la lucha de la luz contra la tiniebla, y cada uno de vosotros tiene que luchar hasta alcanzar la victoria. Orad, mis hijos, con toda sinceridad seguid el camino que el Padre os ha indicado al hablaros de la oración en esta alba. Esta es vuestra misión, así alcanzaréis la espiritualidad para vosotros y la salvación para aquellos por los que estéis orando.

Este es un tiempo propicio para que seáis caritativos, por lo tanto, orad, pedid y trabajad, los campos son fértiles y os esperan.

Pedid la paz para las naciones, atraedla con vuestras oraciones; enviad bálsamo a través de vuestros pensamientos y transmitid luz al entendimiento de vuestros hermanos. De cierto os digo que vuestras peticiones jamás dejarán de ser escuchadas y atendidas por vuestro Padre.

¡Mi Paz sea con vosotros!