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La Reencarnación en la Biblia – Parte II

Este artículo pertenece al tema de La Reencarnación en la Biblia. Parte 2 de 2

Juan el Bautista: El Dilema de los Teólogos Cristianos

 

  • A pesar de la controversia y de los numerosos intentos por parte de las grandes religiones y sectas cristianas establecidas por negar las evidencias que atañen a la reencarnación del profeta Elías en Juan el Bautista, dichas evidencias son de tal magnitud que no pueden continuar siendo ocultadas…

La controversia comienza a partir de una profecía entregada por Malaquías durante el reinado de Darío, unos buenos 350 años antes del nacimiento de Jesús…y la profecía dice así:

 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de
 Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres
 hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres...  
Malaquías 4:5,6 

Como desde hace tiempo ha sido ampliamente aceptado tanto por los teólogos judíos como por sus colegas cristianos, la profecía se refiere a que, previamente a la llegada del Mesías, habría de regresar Elías de Tesbe, el profeta que fuera arrebatado al cielo en un carro de fuego.
El problema aquí es que las religiones y sectas cristianas se niegan hoy, siguiendo las órdenes, no de un Papa sino las dadas por el Emperador romano Justiniano al Segundo Concilio de Constatinopla en el año 533 (ver Mandato Imperial) a aceptar que en Juan Bautista reencarnara el espíritu de Elías, basando su negación en un solo versículo:

 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú
 el profeta? Y respondió:  No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que
 demos respuesta a los que  nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo:
 Yo soy la voz de uno que clama en el  desierto: Enderezad el camino del
 Señor, como dijo el profeta Isaías. 
 Juan 1:21,23 

Esto parece ser contundente… y de hecho, así lo toman e interpretan los cristianos que no aceptan que pueda haber reencarnado Elías en Juan el Bautista, aunque curiosamente, omiten el explicar por qué Juan se autocalifica como «la voz de uno que clama en el desierto»… que es justamente la tarea que Elías habría de hacer. La explicación hacia esto viene más adelante en este documento.
Por el momento, comencemos revisando algunos puntos:
¿Por qué si Juan asegura no ser Elías, Jesús asevera exactamente lo contrario?

JUAN BAUTISTA DIJO: JESUS DIJO:

Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías?
Dijo: No soy.
¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta
a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:
Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
Juan 1:21-23

Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
Mateo 11:14

Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron,
sino que hicieron con él todo lo que quisieron
Mateo 17:12

Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que
quisieron, como ésta escrito de él.
Marcos 9:13
Número de citas con la refutación de que Juan el Bautista NO es Elías: 1 Número de citas donde Jesús afirma que Juan el Bautista SI fue Elías: 3
Y al rehusarse a aceptar que Elías pueda haber reencarnado en Juan el Bautista, los teólogos cristianos se meten directamente en un brete porque surgen de inmediato dos preguntas:
¿Miente alguno de los dos?

…porque si en un texto vinieran dos conceptos totalmente opuestos (e.g.: «la Tierra es redonda», «la Tierra NO es redonda») necesariamente uno de los dos es falso. El asunto sería, en este caso, dilucidar cuál de las dos afirmaciones es la correcta y verdadera… y cuál no lo es.

Si Elías nunca regresó (como anunciara Malaquías) ¿cómo pudo entonces haber sido Jesús el Mesías?

Resulta así, que si diéramos como buena la interpretación de que Elías NO fue Juan el Bautista, los teólogos judíos han tenido siempre la razón: Como Elías nunca llegó, tampoco lo hizo el Mesías… y por ello, lo continúan esperando.

Afortunadamente para nosotros, existen muchas cosas más que nos pueden ayudar a saber la verdad… y comprender que ni Juan el Bautista ni mucho menos Jesús dijeron mentira o inexactitud alguna…
Revisemos paso a paso todas las evidencias:

El Libro de Malaquías

Este libro, el último en el Antiguo Testamento, es sumamente importante porque contiene la profecía del regreso de Elías, que se llevará a cabo, como veremos de inmediato, con la reencarnación de el más grande profeta de Israel en Juan el Bautista. Nótese que las palabras del último párrafo son citadas textualmente en el pasaje de Mateo 3, cuando el ángel anuncia a Zacarías que en su hijo Juan (el Bautista) encarnaría el espíritu del profeta Elías.

 He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande
 y terrible . Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos  y el
 corazón de los hijos hacia los padres...
 Malaquías 4:5,6 

A continuación, uno tras otro para su mejor comparación, las descripciones en el Libro 2 de Reyes de la personalidad de Elías tesbita y en el Evangelio de Mateo de la personalidad de Juan el Bautista.

 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor
 de sus lomos;  y su comida era langostas y miel silvestre.
 Mateo 3:4
 Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñia sus lomos
 con un cinturón de cuero. Entonces  él dijo: Es Elías tesbita. 
 2 de Reyes 1:8 

¿Simple coincidencia? Veamos. Cuando el mensajero de Dios se aparece ante Zacarías para anunciarle que su mujer va a tener un hijo en el cual encarnará un profeta, anuncia con total claridad que el espíritu que morará en esa criatura por nacer es nada menos que el de Elías, citando incluso a Malaquías:

 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver
 los corazones  de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de
 los   justos, para preparar  al Señor un pueblo bien dispuesto. 
 Lucas 1:17 

Citemos ahora el versículo (el único) que usan incorrectamente las religiones occidentales que no pueden aceptar la ley de reencarnación porque naturalmente verían disminuido su poder moral y material sobre las consciencias de los hombres. Lo curioso es que al negar que Juan el Bautista fuera la reencarnación del espíritu de Elías, acaban por negar también las aseveraciones del mismo Divino Maestro, como se podrá ver claramente más adelante.

 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres Tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta?  
 Y respondío: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que 
 nos  enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el 
 desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 
 Juan 1:21,23 

Y ciertamente, cuando le preguntan los doctores de la ley a Juan el Bautista si era Elías, éste contesta que efectivamente, no lo es: él es Juan, hijo de Zacarías y Elizabeth.
Pero ¿qué hubiera sucedido si la pregunta le es formulada correctamente? «¿Llevas en tí el espíritu de Elías?» La respuesta, por supuesto, hubiera sido otra, confirmando lo anunciado por el ángel a Zacarías.

Y todavía existe la otra posibilidad: de que como viene constatado en Eclesiastés, el recuerdo de vidas pasadas hubiera estado vedado también para Juan el Bautista, pero Jesús, siendo el Hijo del Hombre y el Verbo Encarnado, era conocedor de todas estas cosas ocultas al normal de los mortales.

De no haber llegado el espíritu de Elías a morar en la vida y cuerpo de Juan el Bautista, las profecías de Malaquías 4 y Lucas 1 no se hubieran cumplido y el Mesías, al no regresar Elías, ¡aún no hubiera llegado! Los teólogos cristianos le están dando, inadvertidamente, la razón a los teólogos ortodoxos judíos que continúan negando que Jesús haya sido el Mesías porque también continúan esperando a Elías.

Tan no es así y que sí se cumplieron las profecías que Juan mismo lo aclara cuando reconoce ser la voz de aquel que clama en el desierto para preparar los caminos del Señor. Si Juan el Bautista no hubiese llevado en sí el espíritu del profeta Elías, ¿por qué entonces Jesús de Nazaret, el Mesías esperado de Israel, y a quien reconocemos como el Cristo, afirmaría de una manera tan rotunda éso?

 Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.
 Mateo 11:14 
 Mas os digo que  Elías ya vino, y no le conocieron, sino que
 hicieron con él todo lo que quisieron 
 Mateo 17:12 
 Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron  todo lo que quisieron,
 como ésta   escrito de él. 
 Marcos 9:13 

Es aquí cuando los teólogos enmudecen. Y se meten en el brete de tachar de mentiroso, debido a su incorrecta interpretación, sea a Juan el Bautista ¡o al mismo Cristo! El hecho de que entre los judíos contemporáneos a Jesús existía ya la noción y el conocimiento aceptado de la ley de reencarnación del espíritu lo demuestra el siguiente versículo, totalmente innecesario si el caso contrario hubiese sido lo verdadero:

 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de
 los profetas.  
 Marcos 6:14,15 

Tan era normal la noción de la reencarnación entre el pueblo de Israel, que de otro modo no se podría explicar el que Jesús a veces fuera tomado como la reencarnación de alguno de los profetas. En Marcos 8:27, Jesús mismo es quien pregunta a Sus discípulos:

 "¿Quién dicen los hombres que soy yo?" Ellos respondieron: Unos,
 Juan el Bautista,   otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. 
 Marcos 8:27 

El consenso de opinión general pareciera haber sido en ese momento de que Él era la reencarnación ya sea, de Juan el Bautista o de alguno de los profetas del Antiguo Testamento. El hecho de que muchos opinaran así demuestra que la reencarnación era un concepto ampliamente difundido y aceptado en el Israel contemporáneo de Jesús…incluyendo por lo que se puede ver, al mismo Divio Maestro, quien no corrige ni enmienda esa noción.

Una lectura del siguiente versículo arroja aún más luz sobre el conocimiento que los discípulos tenían ya de la reencarnación.

 Al pasar Jesús vió a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron 
 sus discípulos,  diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres para 
 que haya nacido ciego?  
 Juan 9:1,2 

¿Qué sentido hubiese tenido que los discípulos de Jesús hubieran formulado esta pregunta si no supieran que se puede pecar antes de nacer, es decir, en una existencia anterior? ¿O es que alguien puede ser «castigado» por Dios -desde su nacimiento- antes de haber cometido pecado alguno?

La resurrección de la carne es la reencarnación del espíritu.

Una de las maneras de ocultar la ley de la reencarnación del espíritu, es a través de inclinar la interpretación de numerosos pasajes de la Biblia que tratan de aquello, para hacerles parecer que se refieren a la materialista noción de la resurreción de los cuerpos de los muertos. Jesús refuta esta interpretación materialista, y explica que la resurreción de la materia es del espíritu (los ángeles en el cielo).
Jesús y la reencarnación.

 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay
 resurreccion, y le   preguntaron,   diciendo: Maestro, Moisés
 dijo: Si alguno muriere sin hijos, su  hermano se casará con su
  mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre
 nosotros siete hermanos;   el primero se casó, y murió; y no
 teniendo  descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma
 manera también el segundo,  y el tercero, hasta el séptimo. Y
 después de todos murió también la mujer. En la  resurrección, pues,
 ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la  tuvieron?
 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las  
 Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se
 casarán ni se darán  en casamiento, sino serán como los ángeles de
 Dios en el cielo. 

Y en el versículo siguiente -por si todavía hubiera duda- Jesús desestima por completo la grosera interpretación de la resurrección de cadáveres cuando afirma: Dios es Dios de vivos, no de muertos.

 Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿No habéis leído lo
 que os fue dicho   por  Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham,
 el Dios de Issac y el Dios de Jacob? Dios no  es Dios de muertos, sino
 de vivos. 
 Mateo 22:23,32 

En el siguiente pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús explica cuál es la razón por la cual un espíritu no vuelve a tomar un cuerpo «ya usado».

 Nadie pone remiendo de paño nuevo en un vestido viejo; porque tal
 remiendo tira  del  vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino
 nuevo en odres viejos; de otra manera  los  odres se rompen, y el
 vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino  nuevo
 en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.  
 Mateo 9: 16,17 

Juan 3

En el Evangelio de Juan, el Divino Maestro habla de la resurrección no como el cuerpo de un hombre volviendo a la vida -de la carne- sino a través del nacimiento, la reencarnación del espíritu en un cuerpo nuevo.

 Respondió Jesús y le dijo: De cierto de cierto os digo, que el que
 no naciere de nuevo,   no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le
 dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer  siendo viejo?  ¿Puede acaso
 entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 
 Juan 3:3,4 

El versículo transcrito abajo ha sido interpretado por los teólogos cristianos, indebidamente, como referente al bautizo material.

Debemos aclarar que el cristianismo, al no aceptar los significados espirituales, continúa bautizando ritualmente a sus hijos con el bautismo de Juan, no con el bautismo sutil y espiritual del Mesías; después de todo, es más fácil ser literal con el bautismo de agua; la aplicación literal del bautizo de fuego resultaría en severos daños para el así bautizado.

Al responder Jesús a Nicodemo, le dice que no confunda lo material con lo espiritual, que es precisamente lo que los teólogos modernos -igual que Nicodemo- han hecho. La clave para una correcta interpretación está en el versículo de Lucas que hemos puesto inmediatamente después, donde Juan el Bautista (Elías) analiza por nosotros el significado del agua y el significado del fuego: arrepentimiento y espíritu, respectivamente.
De este modo sabemos que Dios concede una nueva vida a aquéllos espíritus que, debido al arrepentimiento, sabrán reconocer en cada nueva vida, una nueva oportunidad para enmendarse, pues ciertamente, quien no se enmienda no puede entrar al Reino. Y los espíritus que no se arrepienten de sus errores, permanecen en el valle espiritual en tinieblas sin reencarnar (véase I Pedro 3:18 al 20).

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que 
no naciere de agua y del   Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne  es; y 
lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 
Juan 3;5,6 Yo a la verdad os bautizo en agua para 
arrepentimiento, pero el que viene tras de mí, cuyo calzado 
yo  no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os 
bautizará en Espíritu Santo y  fuego.  
Mateo 3:11 

A continuación, el Divino Maestro usa la metáfora del viento -la palabra griega significa tanto espíritu como viento- para hablar, una vez más, del espíritu que llega a posarse en el vientre de las madres, y que éstas ignoran de donde vino ese espíritu.

 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
 El viento sopla  de donde   quiere, y oyes su sonido; mas ni
 sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel   que es
 nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo  puede 
 hacerse esto?  Respondió Jesus y le dijo: ¿Eres tú maestro de
 Israel, y no sabes ésto?.  
 Juan 3:7-10 

Y el concepto de no saber de quién es o de donde viene el espíritu que anima a un nuevo ser humano al nacer, se encuentra también en esta afirmación que el Maestro le hace a Sus discípulos:

 Vosotros no sabéis de qué espíritu sois. Lucas 9:55 

Pablo y la reencarnación del espíritu.

En las Cartas o Epístolas de Pablo de Tarso, el llamado apóstol de los gentiles, éste se refiere con amplitud al concepto de la renovación del hombre («viejo hombre» le llama Pablo en Romanos 6:6) a través de el sacrificio de Jesús, el Cristo, así como a la resurrección de la carne en el tiempo final, idea de la doxología farisea que llegó al cristianismo precisamente por Pablo. Pero existe un pasaje sumamente «misterioso» -incluso Pablo describe lo que explica como un misterio- y que habla de algo diferente: la reencarnación.

En la primera Epístola a los Corintios, después de tratar acerca de la resurreción de la carne en el sentido literal, es decir, la resucitación de los muertos (1 Corintios 15:12-29), Pablo entra en un terreno insospechado a partir del versículo 35. Comienza por desechar la idea de que se reencarne en el mismo cuerpo anterior («lo que siembras -el cadáver- no es cuerpo que ha de salir») sino en un cuerpo diferente, según la voluntad de Dios.

 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué
 cuerpo vendrán? Necio, lo que   tú siembras no se vivifica,
 si no muere antes. Y lo que siembras no es el  cuerpo que ha  
 de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano;
 pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su
 propio cuerpo. 
 1 Corintios 15: 35-38 

Por si fuera poco, Pablo continúa y aclara que, contrario a lo que creen algunas religiones orientales, el espíritu que antes habitó en un hombre no puede encarnar en otra criatura más que en otro ser humano y expone las razones para ello, reafirmando lo dicho por Jesús a este respecto. Ver el párrafo de los odres viejos.

 No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la
 de los hombres, otra carne la  de las bestias, otra la de
 los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales
 y  cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales,
 y otra la de los terrenales.  
 1 Corintios 15: 39,40 
 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden
 heredar el reino de Dios,  ni  la corrupción hereda la incorrupción.
 1 Corintios 15:50 

Y el que transcribimos a continuación es el pasaje cumbre de las explicaciones de Pablo respecto a la resurrección de la carne entendida como la reencarnación del espíritu. Nótese la diferencia que Pablo pone entre los que duermen, los que mueren y los que son transformados. Hay teólogos que pretenden interpretar el «dormir» de que habla Pablo como la muerte, pero si así fuera ¿por qué entonces dice Pablo que algunos no dormirán, incluyéndose él? (Pablo fue degollado cerca del año 70 DC)

 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos
 seremos transformados,  en  un  momento, en un abrir y cerrar
 de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta,
 y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
  transformados.   
 1 Corintios 15: 51, 52 

Y Pablo termina su explicación parafraseando a Oseas, negando también él la ineexorabilidad de la muerte.

 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro,tu victoria?
 1 Corintios 15: 55 

Por cierto, en Efesios 1:4 viene claramente especificada la pre-existencia del espíritu, no sólo antes de esta vida sino antes de la creación material misma: Orígenes, Padre de la Iglesia, usaba precisamente este párrafo para demostrar la pre-existencia del espíritu previamente a la creación material.

 ...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo para que
 fuésemos santos y  sin  mancha delante de él. 
 Efesios 1:4 

El Apóstol Pedro y los espíritus encarcelados.

Pedro (Cefas), el apóstol que atestiguara la transfiguración en el Monte Tabor, escribe sobre «los espíritus encarcelados» que quedaron retenidos después del Diluvio.

 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
 los injustos, para llevarnos  a  Dios, siendo a la verdad muerto en la carne,
 pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y   predicó a los
 espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una
 vez esperaba  la paciencia de Dios, en los días de Noé, mientras se preparaba
 el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. 

1 Pedro 3: 18-20

Ésto hace surgir de inmediato numerosas interrogantes.

– ¿Únicamente los espíritus de los grandes pecadores quedaban encarcelados?

– ¿Dónde estaba o qué era -o es- esa «cárcel»?

– Y los espíritus de los hombres que no eran grandes pecadores -Jacob, David, Salomón, los profetas, etc.- ¿dónde estaban mientras tanto?

Sabemos, por ejemplo, de un «lugar» metafórico al que Jesús llama «el seno de Abraham» y en la parábola de Lázaro y el rico avaro (Lucas 16:20-25) se puede inferir que al menos existen dos «lugares» o situaciones en las cuales los espíritus habitan, una vez desencarnados.

Y aquí es donde, en vista de los análisis anteriores, entra la última gran interrogante: ¿No será la reencarnación -el retorno al mundo en una nueva vida humana para corregir errores- la otra opción propuesta por el infinito amor de Dios, opción a la que Pablo califica de misterio y que sin embargo el Espíritu de Verdad nos vino a explicar en este Tercer Tiempo? Ver La Reencarnación del Espíritu.


SINOPSIS El debatido tema de la reencarnación del espíritu. Desde la controversia de Jerónimo en contra de Orígenes, Justiniano el emperador romano, por cuestiones políticas, ordenó condenar la reencarnación como herejía en total contraposición al Papa Virgilio que en aquel entonces se suponía gobernaba la Iglesia cristiana; el poder imperial y militar de Justiniano prevaleció encima del poder moral del Papa y a partir de entonces todas las religiones cristianas, hasta el día de hoy, católicas o no, no aceptan la doctrina de la reencarnación del espíritu.

 

No obstante ésto, reencarnar es la única opción que tiene el espíritu de los pecadores para su salvación. El Espíritu Santo en este Tercer Tiempo, entregó El Tercer Testamento, las revelaciones divinas que contienen la explicación de la reencarnación. Reencarnación del espíritu significa la resurrección de la carne pero visto desde lo espiritual. Reencarnaremos todos, y al que no crea en ello, no hay problema… ya creerá.

Tal y como sucede con las leyes inexorables, no es necesario saber de ellas o creer en ellas para de todas maneras estar sujetos a las mismas tal y como sucede con la ley de la gravedad: Antes de Newton, ésta actuaba, lo supiéramos o no. El tema de la reencarnación está contenido en la Biblia, aunque no con ese nombre.

La reencarnación es algo más que una idea exótica, extraña o sobrenatural, es el amor divino llevado a su máxima expresión. La Doctrina del Espíritu Santo nos habla de ello, porque la reencarnación es la oportunidad de corregir errores pasados así como completar tareas incabadas en una nueva vida… o cuantas de éstas fueran necesarias.

La Reencarnación en la Biblia

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