Inicio » Artículos » Amarse a si mismo

Amarse a si mismo

Quizá uno de los slogans más publicitados en los últimos años sea el de «ámate a ti mismo»; de tan popular se le ha tomado como una fórmula, válida y sencilla, para vivir «felizmente». Pero, ¿es esta frase una ley? ¿una receta narcisista y egocéntrica? ¿una justificación egoísta?

Bueno, «ámate a ti mismo», definitivamente no es parte de la Ley, no aparece en el Decálogo como mandamiento, ni siquiera como precepto, consejo o forma alguna. Algunos dicen que necesitamos tener amor para dar amor.

Olvidan que como espíritus que somos, brotamos del Amor, somos un pensamiento, una idea constante y latente; es decir, estamos siendo amados cada segundo. El Padre nos ama perfecta y permanentemente a todos y cada uno de nosotros sin excepción, sin condiciones, sin cláusulas previas.

El amor del Padre es perfecto, absoluto, incondicional e inmutable. Y Él nos ha amado desde antes de brotar de Él, nos ha amado y nos amará siempre, incondicionalmente.

Siendo así, resulta evidente que hay suficiente amor en nosotros como para dar y repartir a nuestros semejantes y que la idea de amarnos a nosotros mismos en nada va
a aumentar este amor, ya que el amor no es creación nuestra, el amor viene del Padre; nosotros simplemente podemos manifestarlo.

Si reflexionamos un poco más, nos daremos cuenta que precisamente el amarnos a nosotros mismos ha llevado al mundo donde está: la ambición, el egoísmo y la avaricia han originado guerras, pobreza, hambre, enfermedad y desolación.

El «ámate a ti mismo» sólo ha venido a reforzar el ego, que tanto ha dañado y apartado a la humanidad. El mundo no necesita más ego, más amor a nosotros mismos, sino a los demás.

El más grande ejemplo lo tenemos estudiando la vida del Divino Maestro. Jesús amó a todos y cada uno de sus semejantes; jamás expresó cansancio, no necesitó vacaciones, ni dinero, mucho menos lujos, no reclamó privacidad, tranquilidad, nunca perdió la paciencia; vivió para servir, para enseñar, para curar, para amar.

Es claro entonces, y más que obvio que la frase «Amate a ti mismo» es completamente equivocada y en nada puede favorecernos. Al contrario, lo que nos separa de nuestros semejantes es nuestro ego, así que, por favor, no lo incrementemos y en su lugar, popularicemos con nuestras acciones el divino, enaltecedor y necesarísimo:

«Amaos los unos a los otros».