La Búsqueda de la Bestia Apocalíptica Parte 1
Identificando al Enemigo
La palabra ‘ego’ es definida por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como:
1: m. Psicol. En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior.
2: m. coloq. Exceso de autoestima.
La primera acepción es el significado generalmente aceptado de la palabra «ego» y es precisamente lo que define el mayor problema con este concepto: Nos separa a los unos de los otros.
Al confundir la individualidad con el ego, y al seguir la errónea idea psicológica tradicional (actualmente refutada por los psicólogos más avanzados) de que es el ego el que nos otorga nuestra identidad, ha habido un enorme lavado de cerebro por parte de los medios masivos, dándole una desmesurada importancia a la personalidad egoísta, opuesta al altruismo, el cual es un prerrequisito para manifestar la maravillosa virtud espiritual de la caridad.
El caos presente es resultado de ese lavado de cerebro masivo… como fuera profetizado por nuestro Señor desde los primeros profetas de Israel hasta Juan con su visión, como se halla narrada en el Libro del Apocalípsis, también conocido como el Libro de la Revelación.
Fueron principalmente dos profetas quienes anticiparon el surgimiento del ego como el mayor enemigo de la Humanidad. El primero fue Daniel, en la antigua Babilonia, y el segundo, Juan, en la isla de Patmos.
Y ambos identificaron a tan mortal enemigo como la bestia.
Claro, esa descripción es una metáfora, pero ¡cuán precisa y autoexplicadora es esa metáfora!
La Gota de Agua y el Océano
Entonces, ¿cómo hemos de entender nuestra propia existencia, nuestra propia identidad?
Pues bien: Tomemos por ejemplo, una humilde gotita de agua del océano. Claro, posee la mayoría de los atributos del océano, aunque no todos: Una sola gota de agua es incapaz de crear una marea por sí misma ¿no?
Esa sencilla gota de agua es, por sí misma, un individuo, y tiene una identidad por la cual la distinguimos de otra muy similar a ella, porque ocupa un espacio y una posición diferente en ese océano.
Ahora, supongamos que esa gota de agua tuviera una mente, y descubriera que existe; en otras palabras, que tomara consciencia de sí misma.
¿Es eso un ego?
De ninguna mnaera, porque junto con su propia autoconsciencia, llega la noción de pertenecer a algo mayor a sí misma, comenzando con las vecinas gotas de agua.
Y cuando esa consciencia se expande y se convierte en una consciencia completa, ésta le dice a la humilde gota de agua que ella no es «Yo» sino «Nosotros» y más aún, es «el Océano», dándole a esa gotita de agua el sentido de pertenencia, de ser parte de algo mucho más grande que ella.
La Palabra Divina
Yo vengo con mi nueva palabra a resucitar al mundo, porque la Humanidad, a través de eras y de siglos, ha visto reinar sólo a la muerte.
¿Cuál ha sido la causa de que la muerte haya imperado en vuestra existencia? La falta de amor.
Mi palabra es espada de luz que destruye las tinieblas. El libro de mi palabra es el libro del divino y verdadero amor, de la verdad inmutable.
Es mi palabra la voz que anima, es el grito de libertad, es el ancla salvadora.
Mi palabra se ha derramado abundantemente entre vosotros, a semejanza de una corriente de agua cristalina que a su paso todo lo limpia y vivifica.
Oíd mi palabra, oh pueblo, y saboread su dulzura; abrid vuestro corazón y sentiréis la visita de vuestro Padre. Confesaos espiritualmente delante de Mí y sentiréis una paz que os hará desear no perderla ya nunca más.
Mi palabra es de unificación y de paz para que, al inspiraros en ella, sepáis tender la mano a vuestros hermanos, sabiendo siempre respetar su fe como algo sagrado, porque su fe es un altar interior en el que Yo habito.
Entonces sabréis ver en vuestros hermanos el desarrollo que a través de su lucha, de su esfuerzo y sus vicisitudes han alcanzado.
No confundáis más mi palabra, que es el pan de vida, con los símbolos que tan sólo representan una imagen de ella.
LA PALABRA DIVINA ES SENCILLA
Mi palabra, que es sencilla y humilde en su forma, es profunda en su contenido, y así será hasta el último día. No me pidáis que os hable con palabras floridas porque no las necesita vuestro espíritu para comprender mi enseñanza.
Si alguno llegara a pensar que es demasiado simple mi palabra para venir de Dios, Yo le digo que tome en cuenta que son los sencillos y los rudos los que han venido a oírme y debo hablarles a ellos en forma que me entiendan; mas si queréis ideas y conceptos más profundos, os digo a todos los que han juzgado pobre mi manifestación, que se preparen y se comuniquen de espíritu a Espíritu con mi Divinidad, que es lo que estoy esperando de los hombres, y entonces a sus mentes vendrá una inspiración tan profunda, que tendrán que decirme que no les hable en esos términos que tan sólo Dios puede entender.
Mi palabra derramada sobre este pueblo ha sido sencilla y humilde en su forma, al alcance de vosotros, y su sentido, lleno de claridad, ha sido profundo para vuestro espíritu, porque Yo, aunque soy el Arcano, siempre me manifiesto y me expreso con sencillez y claridad. Yo no soy un secreto para nadie; el secreto y el misterio son hijos de vuestra ignorancia.
LA PALABRA DIVINA ES EL CAMINO
Mi palabra es el camino espiritual al que debéis penetrar con todos vuestros sentidos, con todo vuestro entendimiento y todo vuestro amor, si queréis saber de dónde habéis venido y hacia dónde camináis.
Yo os enseño con la palabra, porque ella lo contiene todo, puesto que procede de Mí que soy el Verbo. Vosotros aprended a hablar de lo espiritual en tal forma, que cada palabra que deis a los demás pase de vuestro corazón al corazón de vuestro hermano como si fuese una perla, una joya de infinito valor.
También mi palabra os enseña a leer en vuestro espíritu, a penetrar en él, a encontrar su esencia que es luz, verdad, amor, obediencia, limpidez.
A través de mi palabra presentís la armonía que existe entre el Padre y todo lo creado, comprendéis que Yo soy la esencia que alimenta todos los seres, y que vosotros sois parte de Mí mismo.
Almacenad mi palabra, oh pueblo bendito, mirad que ella tendrá que ser el cimiento firme de una nueva torre que los hombres habrán de levantar, mas no la torre que simbolice el orgullo humano, ni la que desafíe el poder y la justicia divinos, sino la torre inmaterial que simbolice la elevación espiritual, el amor, la caridad y la armonía entre los hombres.
LA PALABRA DIVINA EN TODOS LOS TIEMPOS
Esta palabra es la misma que escucharon los profetas, la misma luz que inspiró a Moisés para que reuniera al pueblo escogido y lo preparase para la comunicación con su Señor.
Mi palabra de este tiempo es la misma que os di en Jesús, es la misma corriente cristalina que bañó a vuestro espíritu cuando me seguisteis por las tierras de Palestina. Su esencia os es conocida, su sabor jamás podréis confundirlo, pues quedó impreso en vuestro espíritu su sello divino.
Y mi palabra volverá a incomodar a los hombres como en los tiempos pasados, mas les diré la verdad. Sin delatar a nadie, dije hipócrita al hipócrita, adúltero al adúltero e inicuo al inicuo. Había sido vejada la verdad y era menester que resplandeciera, tal como ahora en que la verdad ha sido ocultada y por ello tiene que surgir nuevamente ante los ojos de los hombres.
Pueblo: También en este tiempo será juzgada mal la forma de comunicación bajo la cual habéis tenido mi palabra, y también la Doctrina y las revelaciones que os he hecho serán negadas por quienes dicen conocer la forma en que deberá ser mi retorno.
Ellos no analizarán mi palabra, no buscarán su esencia, ni tomarán en cuenta los prodigios y señales que os he dado de mi venida y de mi verdad, sino que tomarán como razón para negarme las obras imperfectas que encuentren en este pueblo, sus profanaciones y sus desobediencias.
Yo soy el camino, la verdad y la vida, os digo una vez más.
Mi palabra es el pan que alimenta a vuestro espíritu, mi presencia os trae la paz anhelada. ¡Cuántas pruebas habéis vivido en el mundo! Buscáis la paz y el consuelo en placeres de la Tierra, y al no encontrarlos habéis vuelto a Mí para decirme: -Señor, sólo en Vos encontramos la paz y el consuelo para nuestro espíritu.
Discípulos: La palabra que en este tiempo os he dado, no debéis tomarla como el fundamento para una nueva religión, porque ella es sólo la explicación de la Ley que desde los primeros tiempos os revelé.
EL PODER DE LA PALABRA DIVINA
Me preguntáis: -¿Por ventura vuestra palabra no tiene el poder suficiente para persuadirnos de nuestros errores y salvarnos, evitándonos tener que pasar por el crisol del dolor?- Y Yo os digo: Mi palabra tiene más fuerza de la que pudierais llegar a suponer, mas si el que me escuchase quedara transformado al instante, sin esfuerzo, tan sólo por el hecho de haberla escuchado, ¿qué mérito tendría eso de vuestra parte?
Ved cómo Yo, en mi palabra, siembro sabiduría en vuestro entendimiento y luego espero el fruto de vuestro amor.
Oíd mi palabra con recogimiento, oh discípulos, y meditad profundamente en ella. Sólo mi Palabra puede conmover y hacer sensible al corazón endurecido por el dolor.
Mi palabra no os abandonará antes del tiempo señalado, y después, cuando os hayáis preparado, por vosotros y por mis enviados en distintas naciones se conocerá la Buena Nueva. Mi palabra será escudriñada y al fin será estudiada y comprendida.
ANALIZAR LA PALABRA DIVINA
Quiero que lleguéis a comprender la importancia que tiene el estudio y análisis de mi palabra, ya que cada frase encierra, cuando no una revelación, una profecía; cuando no un juicio, una lección para vuestro espíritu.
Ahora os digo, estudiad a fondo mi palabra para que no forméis un grupo aparte en la Tierra; llegad a un grado de comprensión y de preparación que os permita vivir espiritualmente con todos y no divididos. Mi Doctrina no viene a sembrar simiente de división.
Analizad mi palabra sílaba por sílaba, para que seáis fuertes de espíritu y podáis ser como un báculo entre la Humanidad.
Sea vuestro análisis sencillo como sencilla es mi palabra. No compliquéis lo que es diáfano, puro y natural. Analizad mi palabra, escudriñadla si queréis, desgranad las espigas y mirad la simiente.
Analizad mi palabra para que no os confundáis como muchos, ante los hechos de mi justicia divina, cuando Yo toco con fuerza a los que cometen tan sólo una leve falta y en cambio, aparentemente absuelvo a los que han cometido un grave error.
El análisis que hagáis de mi palabra y el cumplimiento que le deis, serán la mejor obra espiritual que dejéis a las generaciones venideras; ellas os lo agradecerán y Yo os bendeciré.
LA PALABRA DIVINA ES UNIVERSAL
Por labios de hombres, mujeres y niños habéis escuchado mi concierto divino, habéis penetrado por vuestro éxtasis en el deleite de oír la voz del Señor y de sus ángeles.
Mi palabra no es para un pueblo, es para todos los pueblos, para todas las creencias y religiones.
Yo soy la luz de éste y todos los mundos; quiero que os revistáis de esa luz. Mi palabra es bálsamo de curación, sanaos con ella escuchándola.
Mi manifestación es comprensible a todos. He hablado conforme a la capacidad de vuestro cerebro, porque no podríais comprender toda mi sabiduría.
A esta palabra sencilla con la que os he dado a conocer mis lecciones, no le añadáis nada de vuestra mente y al traducirla a otros idiomas, dejad que persista su esencia divina.
Mi palabra y mis revelaciones son para todos; unos llegarán primero a la comprensión, otros más tarde, pero todos llegarán y llegará pronto a otras naciones y detendrá a los hombres en su odio y afán de venganza.
Así, aquél que viene a escuchar mi palabra y ha sido sensible al llamado y se ha estremecido al oír mi lección, encontrará en ella la verdad que busca y ya no se apartará.
Mi palabra ha sido para todos, lo mismo para el culto que para el rudo.
A todos les he hablado en una sola forma, humilde y sencilla, porque ante la cátedra espiritual del Divino Maestro todos sois párvulos.
Pero dentro de esa palabra humilde, ¡cuánta vida, cuánta verdad y cuántas revelaciones habéis encontrado, no habiendo llegado aún a comprenderla y a analizarla completamente!
No tratéis de comprender mi palabra tan sólo con la inteligencia, desoyendo la voz de vuestra conciencia, en la cual se manifiesta la sabiduría del Arcano.
BIENAVENTURADOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DIVINA
Vengo a depositar mi palabra, que es la Ley, la Doctrina y la simiente, en vuestro espíritu, no en vuestra materia; el espíritu es el depositario, el responsable; si allí guardáis esta palabra, no caerá en el vacío, no sufrirá alteración.
El que no sepa encontrar la esencia de esta palabra, podrá llegar a creer que mi Doctrina es un yugo que sujeta y esclaviza al hombre; mas quien sepa darle su justa interpretación, sentirá todo su ser inundado de luz y su gozo no tendrá límite. De su espíritu surgirá un cántico interior, llevándolo a una vida armoniosa, que será el mejor culto hacia Mí.
Bienaventurado el que se muestre ansioso por oír mi palabra y no quiera perder una sola de mis lecciones, porque él logrará formar en su espíritu el libro que ha de ser su mejor herencia en este tiempo.
Dejad que el sol de mi palabra penetre en vuestro ser, para que os purifique y os eleve, y presto os levantéis fecundando el corazón de vuestros hermanos.
Todo aquel que quiera ser en verdad hijo de la luz, penetre respetuosamente al fondo de mi palabra y ahí verá a su Maestro esperándole para enseñarle.
PRACTICAR LA PALABRA DIVINA
Si los hombres supiesen buscar la esencia en la palabra de Cristo, cada vez la encontrarían nueva, fresca, viva y palpitante; pero la conocen tan sólo superficialmente, y así no pueden ni podrán alimentarse con ella.
Yo envío a cada mundo un rayo de mi luz; a vosotros os he hecho llegar esta luz en forma de palabra humana, como a otras mansiones les llega por medio de inspiración.
A veces, escuchando mi palabra llena de ternura divina, llegáis a turbaros sin alcanzar a comprender por qué empleo esta forma de enseñanza con los pecadores, cuando debiera usar algún rigor para doblegarles.
No traigo látigo para haceros comprender mi palabra, traigo pan de vida para fortaleceros en el ideal de vuestra elevación.
Seguid preparándoos, penetrad más y más en el sentido de mi palabra. Por ahora haced lo que os corresponde como discípulos y dejad que Yo me manifieste en vosotros como Maestro, como Padre, como luz.
¿Cómo podríais hacer comprender mi palabra si no la ponéis en práctica? Si tanto tiempo os ha llevado comprender mi palabra, creer en ella y adiestrar vuestra rebelde materia para el cumplimiento de una misión, ¿cómo queréis que la transformación del mundo sea instantánea?
Por medio de mi palabra dividida en incontables lecciones o enseñanzas, os convertiré en discípulos de esta Doctrina, y una vez que vuestro ser se haya saturado de esta esencia, que hayáis dejado atrás tradiciones y errores y comencéis a vivir y sentir la espiritualidad, os inspiraré el tiempo y la hora en que debéis levantaros por los caminos en pos de comarcas, pueblos y naciones para llevar la Buena Nueva a las multitudes.
Los que me escuchan sin interés de comprender, no podrán ser los que analicen y expliquen esta Doctrina. Otros, en cambio, tratan de conocer el significado de mi palabra, la sienten, la aman, la llevan en su espíritu, en el corazón y en el cerebro. Estos cada día penetran más y más en el conocimiento de mi enseñanza.
UN NUEVO TIEMPO: LA COMUNICACIÓN DE ESPÍRITU A ESPÍRITU
No quiero que ahora volváis a confundiros; oid mi palabra que os dice la forma en que habré de comunicarme con los hombres de Espíritu a espíritu.
Apartad de vuestro corazón todo materialismo para que esperéis esa comunicación en la forma más elevada que podáis concebir, y así no sufriréis decepción ni confusión alguna ante la realidad.
Os estoy preparando para el tiempo en que ya no escuchéis mi palabra, porque para entonces los hombres van a nombraros el pueblo sin Dios, el pueblo sin templo, porque no tendréis regios recintos para rendirme culto, ni celebraréis ceremonias, ni me buscaréis en imágenes; pero os dejaré un libro como testamento que será vuestro baluarte en las pruebas y será el camino por donde guiéis vuestros pasos.
No se oirá mi palabra como la oyó Moisés en el Sinaí, materializada en el estruendo de la tempestad, ni humanizada como en el Segundo Tiempo en labios de Jesús, ni tampoco a través de portavoces humanos como la habéis escuchado del Espíritu Santo en este tiempo. Todo el que se prepare alcanzará la comunicación de espíritu a Espíritu, que no será privilegio sólo de algunos.
Comprended mi palabra; mucho os he hablado de mi ausencia y de mi partida, mas entended que os he hablado en sentido figurado.
Podré dejar de hablaros bajo esta forma, pero, ¿concebís que pueda apartarme de alguno de vosotros, si Yo soy la vida de vuestro espíritu y habito por siempre en él? ¿Podréis dejar de oír la voz de vuestro Padre en el interior de vuestro ser? Jamás, si sabéis prepararos.
LA PALABRA DIVINA NO ES UNA RELIGIÓN
Ved cómo mi palabra no es ni podrá ser una nueva religión; esta Obra es el camino luminoso donde habrán de unirse espiritualmente todas las ideas, los credos y religiones, para llegar ante las puertas de la Tierra Prometida al espíritu.
Vosotros que escucháis mi palabra, amadla, estudiadla y ponedla en práctica. ¡Cuántos, deseando escucharla, no podrán oírla porque no les fue dada esa gracia en este tiempo! Mas en verdad os digo que su eco llegará a todos y con más pureza, porque no será la voz del hombre la que a ellos llegue, sino la esencia de la Divinidad.
El eco de mi palabra y lo que estáis haciendo, ha sido conocido en muchas partes, más allá de lo que vosotros creéis; y aunque los hombres escépticos a quienes han llegado noticias de mi comunicación no pueden creer en una doctrina que transforme a este mundo de discordias en una familia fraternal, no os importe aquella incredulidad, ni cuántos años deban pasar para que se conviertan. Vosotros luchad, trabajad por esta Obra, porque así iréis formando poco a poco un mundo de armonía y la semilla se irá extendiendo.
Habrá un instante en que mi palabra dada en este tiempo, aparentemente quede borrada del haz de la Tierra. Entonces se levantarán los hombres inventando doctrinas espiritualistas, enseñando nuevas leyes y preceptos; se dirán maestros, apóstoles, profetas y enviados, y Yo, por un tiempo, les dejaré hablar y sembrar; les dejaré cultivar su simiente a fin de que al recoger el fruto, sepan qué fue lo que sembraron.
El tiempo y los elementos pasarán sobre sus siembras y su paso será como un juicio para cada uno de esos seres.
Discípulos: Venid ante mi cátedra y meditad en mis enseñanzas; veréis cómo por vuestra meditación llegaréis a encontrar la esencia que contiene esta palabra, la cual os descubrirá el verdadero sentido de vuestra vida.
La Oración Espiritual
¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
Me preguntáis en qué consiste la oración y Yo os digo: En permitir que vuestro espíritu se eleve libremente hacia el Padre, en entregaros con plena confianza y fé en aquel acto, en recibir en el corazón y en la mente las sensaciones recogidas por el espíritu, en aceptar con verdadera humildad la voluntad del Padre. El que ora de esta manera goza de mi presencia en cualquier instante de su vida y jamás se siente menesteroso.
La oración es el medio espiritual que he inspirado al hombre para comunicarse con mi Divinidad, por eso ella se manifestó desde un principio en vosotros como un anhelo, como una necesidad del espíritu, como un refugio en las horas de prueba.
Es el principio de la comunicación de espíritu a Espíritu que florecerá y dará frutos entre esta humanidad; hoy le he revelado todo esto al pueblo que me escucha, para que sea el precursor del tiempo de la espiritualidad.
Es el medio revelado a vuestro espíritu para llegar hasta Mí con vuestras interrogaciones, con vuestras inquietudes y vuestros anhelos de luz; a través de esa comunicación podréis disipar vuestras dudas y descorrer el velo que oculte algún misterio.
¿CÓMO ORAR?
En todos los tiempos se os ha enseñado la oración.
En el Segundo Tiempo, Yo os enseñé la oración del Padre Nuestro para que, inspirados en ella, recurriéseis a vuestro Padre en vuestras necesidades y tuvieseis siempre presente la promesa de la venida de su Reino; para que a Él acudieseis en demanda de perdón, consultando con vuestra conciencia si antes ya habíais perdonado en la misma forma a vuestros deudores.
Ahora os enseño la oración espiritual, la que no brota de los labios, sino de lo más profundo de vuestro espíritu y que con humildad y confianza me dice: -Señor, hágase en nosotros vuestra voluntad.-
Éste es el lenguaje que Yo escucho, el que Yo entiendo; el lenguaje sin palabras, el de la verdad y la sinceridad.
Ésa es la oración que he venido a enseñaros en este Tercer Tiempo.
Penetrad en oración en el silencio de vuestra alcoba, elevad el pensamiento al Padre quien conoce toda cuita y conoce todo dolor en vuestro corazón, sin necesidad de pronunciar palabra alguna, y comunicaos con Él de espíritu a Espíritu, para sentir la vida, tanto en el espíritu como en el cuerpo y revestirles de este modo con fortaleza y luz.
No os pido la oración que dura largas horas, sino la oración breve y sentida, sencilla en la forma y profunda por su espiritualidad.
Esos instantes me bastarán para concederos mi caridad.
Orad con la oración sencilla que brota de lo más puro de vuestro espíritu, y con la ayuda de vuestra conciencia examinad vuestras obras. Entonces gozaréis de mi presencia.
Orad por todos y vuestra oración será luz y paz que se irá extendiendo minuto a minuto sobre el haz de la Tierra.
PRACTICAR LA ORACIÓN
Id practicando la oración espiritual, para que desde ahora comprobéis su bondad y su verdad; id acostumbrándoos a buscar la inspiración y el desarrollo de vuestra intuición por medio de esa forma de oración. Entonces experimentaréis en vuestro entendimiento un torrente de luz que pugna por convertirse en expresiones humanas y en palabras, en sentimientos nobles y en buenas obras.
No dejéis de practicar la oración aun cuando sea tan breve que sólo dure cinco minutos, pero que en ella sepáis hacer un buen examen con la luz de la conciencia, a fin de que observéis vuestras obras y sepáis lo que tenéis que corregiros.
LA ORACIÓN, MEDIO PARA COMUNICARNOS CON NUESTRO PADRE
El espíritu conserva la intuición de haber partido hace tiempo del seno del Creador, y sabiendo que tiene aún por delante un extenso camino qué recorrer para retornar al punto de partida, se entrega a la oración porque sabe que, al menos en ese instante, puede comunicarse con su Padre.
El espíritu sabe que en la oración encuentra un consuelo que lo acaricia, conforta y sana.
Yo bendigo a los que oran; mientras más espiritual es su oración, mayor es la paz que les hago sentir; esto os lo podéis explicar fácilmente, porque aquél que para hacer oración necesita postrarse delante de imágenes u objetos para sentir la presencia de lo divino, no podrá experimentar la sensación espiritual de la presencia del Padre en su corazón.
¿Hasta cuándo dejará esta Humanidad de privar a su espíritu del deleite de sentirme en su corazón, por medio de la oración directa o, lo que es lo mismo, por medio de la oración de espíritu a Espíritu? Hasta que sea mi luz la que ilumine la vida de los hombres, conozcan la verdad y comprendan sus errores.
Yo os he enseñado a orar, y en esa oración hemos conversado. Me habéis llamado en vuestros sufrimientos y en vuestras horas de paz; también cuando habéis pecado, habéis buscado mi presencia para llorar Conmigo vuestras faltas y tranquilizar así a vuestro espíritu. Mi amor y mi paciencia son infinitas y se manifiestan a cada instante entre vosotros.
Os he enseñado a elevar el espíritu por medio de la oración para consultar con humildad y respeto a vuestro Padre, porque entonces el Arcano se entreabriría para dejaros contemplar lo que esté reservado a vuestro conocimiento y sentiréis llegar a vuestro entendimiento la luz divina de la inspiración.
Éste es tiempo para orar y meditar, pero con oración libre de fanatismo y de idolatría y con meditación serena y profunda en mi divina palabra.
EL PADRE ESCUCHA TODAS LAS ORACIONES
Bienaventurados los que practican la oración espiritual, porque ellos sienten mi presencia; mas de cierto os digo que Yo recibo todas las oraciones, sea cual fuera la forma en que las elevéis a Mí.
Atiendo a todo llamado y a toda súplica sin juzgar la forma, atendiendo tan sólo a la necesidad con que me buscáis.
¿Por qué no había de oír a quienes oran de manera imperfecta, sabiendo que todos llegarán a practicar la oración verdadera? Ahora os escucho a través de las diversas formas en que me hacéis vuestras peticiones, porque lo esencial es que me busquéis. Y en verdad os digo que no existe una oración que no sea escuchada por Mí; Yo sólo recibo la intención de mis hijos.
De cierto os digo que es menester que todos conozcáis la verdad; y esa verdad es que el culto del hombre hacia Dios ha tenido una larga evolución y ha sufrido incesantes transformaciones. Dentro del culto está la oración y ella ha sufrido también transformaciones.
A lo largo de vuestra evolución siempre os he hecho sentir mi presencia, mi misericordia y mi luz.
Ahora tenéis ante vosotros un tiempo de espiritualidad al que podéis llamar el tiempo de la oración perfecta, porque he llegado para enseñaros a comunicaros Conmigo de espíritu a Espíritu.
LA ORACIÓN COMO HERRAMIENTA
Por la oración se logra la paz, se adquiere sabiduría, se obtiene salud, se comprende lo profundo, se ilumina la mente y se fortalece el espíritu.
¡Ah, si los hombres de este tiempo comprendiesen el poder de la oración, cuántas obras sobrehumanas realizarían! Pero viven una época de materialismo, en el que hasta lo divino tratan de materializarlo para tocarlo y poderlo ver.
¿Cómo podrá equivocarse el hombre, cuando antes de hacer su voluntad interrogue a su Padre a través de la oración? El hombre que sabe orar vive en contacto con Dios, sabe el valor de los beneficios que de su Padre recibe y a la vez comprende el sentido o la finalidad de las pruebas por las que atraviesa.
Mis siervos de los tiempos pasados, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, José o Moisés, supieron de la fuerza de la oración y de ello dieron pruebas imborrables a la Humanidad, quedando su forma de orar como un ejemplo para todas las generaciones.
El que no conoce la verdadera oración, no conoce los deleites que ella encierra, no sabe la fuente de salud y de bienes que en ella se encuentran.
Orad, os dice el Maestro; la oración da lustre y brillo a las armas de amor con que debéis conquistar la paz para la Humanidad, hace que despierten las facultades, se sensibiliza el espíritu, la mirada se hace penetrante y el corazón sensitivo.
Sin la fuerza de la oración no podréis salir avante en la lucha, ni podréis resistir las pruebas, mucho menos podréis enseñar a vuestros hermanos la forma perfecta de orar.
Os he enseñado a orar para que os libréis de riesgos y tropiezos, de asechanzas y tinieblas; os he dicho que hasta los elementos escucharán vuestra oración cuando sean desatados por mi justicia; pasarán sobre vosotros sin tocaros, porque supisteis orar con fe y limpidez.
Y es menester que deis pruebas del poder de la oración espiritual, como en los tiempos pasados las dieron aquellos hombres a quienes recordáis como patriarcas, como guías y profetas.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
Del Dolor y las Pruebas
El dolor os purifica, el dolor es el cincel que modela el corazón del hombre para que éste alcance espiritualidad.
Para que vuestro dolor no sea estéril, necesitáis que la antorcha de la fe os ilumine para que tengáis elevación y paciencia en las pruebas.
Yo soy quien permite las pruebas en vuestro paso, para detener a vuestro espíritu cuando se aparta del camino de mi Ley para vivir sujeto tan sólo a su libre albedrío.
Examinad el fondo de las pruebas; Yo os lo permito, para que comprobéis que cada una de ellas es como un cincel que va puliendo vuestro corazón. Esa es una de las razones por la cual el dolor os acerca a Mí.
Cada día trae sus pruebas y Yo miro cómo las recibís y el fruto que me presentáis.
Muchas de esas pruebas son pequeñas y con ellas podíais dar principio a una vida de enmienda y perfeccionamiento, pero sin analizarlas las desecháis, y si así obráis ¿cómo podréis prepararos para pruebas mayores?.
Las pruebas que encontráis en vuestro camino, tienen la virtud de retirar la materialidad de vosotros, para que así vuestro espíritu, engrandecido y lleno de Luz y Gracia, quede limpio, y al limpiar las pruebas también vuestra vida material, hayáis limpiado el vaso por dentro y por fuera.
Bendigo vuestras penas y lágrimas, pueblo amado, pero os digo que todavía no habéis aprendido a aceptar con amor y conformidad el cáliz de amargura.
No olvidéis que el mérito no consiste en sufrir, sino en saber sufrir con amor hacia el Padre, con fe y paciencia, a fin de extraer del sufrimiento el mayor provecho y las más profundas lecciones.
Si en vuestras pruebas no hubiese amor hacia la voluntad de vuestro Padre, no habréis hecho méritos ante Mí, no habréis sabido aprovechar la oportunidad de elevaros un poco más; por tanto, tendréis que volver a pasar por aquella prueba que es necesaria a vuestro espíritu.
Las pruebas y el dolor NO son castigo
Nunca digáis que las pruebas que atravesáis son castigo divino, o la sentencia del Juez Supremo, porque os digo que vosotros mismos sois vuestros propios jueces, y son vuestros hechos equivocados así como vuestras infracciones a la Ley Divina, las que se levantan ante vuestra conciencia, acusándoos.
Juzgáis superficialmente, como si fueseis niños, ignorando que las pruebas que os azotan son obra vuestra.
Así, cuando ellas se desatan sobre vosotros, deseáis que se aparten, que los designios sean cambiados para no sufrir, para dejar de apurar el cáliz amargo.
Es que no podéis penetrar con vuestra vista en la realidad espiritual, para comprender que todo aquello que recogéis es lo que habéis sembrado, y que todo dolor que a vosotros llega, es porque lo habéis atraído.
No, no habéis sabido penetrar en la verdad, y es por eso que cuando el dolor embarga vuestro corazón, os creéis víctimas de una injusticia divina y Yo os digo que en Dios no puede existir ni la menor injusticia.
El amor de Dios es inalterable, inmutable y eterno, por eso quienes crean que el Espíritu Divino puede verse poseído por la ira, por el furor y por la cólera, cometen grave error; esas flaquezas sólo son concebibles en los seres humanos, cuando les falta la elevación del espíritu y el dominio sobre las pasiones.
A veces me decís: -Señor, ¿por qué hemos de pagar consecuencias de obras que no son nuestras, y por qué hemos de venir a recoger el fruto amargo que otros han cultivado?- A lo cual Yo os respondo, que de esto nada sabéis, porque ignoráis quiénes habéis sido antes y cuáles han sido vuestras obras.
¡Cómo han falseado la verdad de mi justicia todos los que van predicando una doctrina de temores, de castigos y de ignorancia! Mas, ¿sabéis el porqué de esa actitud? Porque necesitan tener supremacía sobre los demás, porque no conocen la humildad, y en cambio tienen mucha vanidad para nombrarse poseedores de la verdad y predilectos sobre los demás.
Bienaventurados los que bendicen el dolor
Bienaventurado el que bendice la voluntad de su Señor, bienaventurado el que bendice su propia amargura sabiendo que ella lavará sus manchas, porque ése está afirmando sus pasos para ascender la montaña espiritual.
No siempre será necesario que bebáis hasta el fondo el cáliz de amargura, porque me bastará con mirar vuestra fe, vuestra obediencia, vuestro propósito e intención de obedecer mi mandato para que Yo os exima de llegar al instante más duro de vuestra prueba.
Recordad que a Abraham le fue pedida la vida de su hijo Isaac, a quien mucho amaba, y que el patriarca, sobreponiéndose a su dolor y pasando por sobre el amor al hijo, se aprestó a sacrificarlo en una prueba de obediencia, de fe, de amor y humildad que aún vosotros no podéis concebir, mas no le fue permitido que consumase el sacrificio en el hijo, porque ya en el fondo de su corazón había probado su obediencia ante la voluntad divina y con ello era bastante.
¡Cuán grande fue el gozo de Abraham, cuando su mano fue detenida por una fuerza superior impidiéndole el sacrificio de Isaac! ¡Cómo bendijo el nombre de su Señor y se maravilló de su sabiduría!
¡Cuántas pruebas rechazáis con vuestra ignorancia, sin daros cuenta de la luz que traían a vuestro espíritu! ¡Cuántas lecciones no han llegado a su término, porque vuestra inconformidad, falta de fe o cobardía, no lo han permitido!
No es que Yo diga que es el dolor lo que debéis amar, no; es la paz, es la dicha, es la luz la que debéis amar; pero ya que el dolor, como resultado de vuestras imperfecciones, ha llegado a vuestros labios como un cáliz de redención, apuradlo con paciencia y bendecidlo, sabiendo que a través de él podréis encontrar vuestra purificación, así como la revelación de muchas verdades.
Soportando las pruebas
Hombres y mujeres de poca fe: ¿Por qué decae vuestro ánimo en las pruebas? ¿No habéis visto nunca cómo me apresuro a levantar al caído, cómo enjugo las lágrimas del que llora, cómo acompaño al solitario y visito al enfermo?.
Vengo a confortaros en vuestras pruebas y a deciros que cuando el cáliz sea muy amargo en vuestro paladar, digáis a vuestro Padre que mora en los Cielos, como Jesús en el huerto: Padre, si es posible que apartéis de Mí este cáliz, hacedlo, pero ante todo hágase vuestra voluntad, mas no la mía.
Si así oraseis y velaseis, Yo detendré el ángel que se acerca a ofreceros el cáliz de la prueba; pero si la voluntad divina es que lo apuréis, estaré junto a vosotros para daros fortaleza y podáis salir triunfantes de la prueba.
Quien logra cumplir sus pruebas con elevación, experimenta paz en ese cumplimiento.
Aquel que camina en la Tierra con la vista puesta en el Cielo, no tropieza ni se lastima sus plantas con los cardos del sendero de su restitución. Vosotros que me oís, resistid con amor vuestras pruebas para que seáis imitados; ved que vais adelantando en vuestro perfeccionamiento, pues si no fuera así, ¿a qué habéis venido en este día? ¿Por qué habéis dejado vuestro trabajo para sentaros en estos humildes banquillos? Porque venís en busca de paz, de luz, de fortaleza y de bálsamo.
¡Cuánto han sufrido inútilmente los hombres en este mundo! ¡Cuánto han llorado sin alcanzar un galardón y sin recoger una simiente! En cambio, los que han sabido llevar con paciencia su cruz, cuando ha llegado el último instante para ellos y han creído encontrarse en el fondo de un abismo, han abierto los ojos de su espíritu y se han contemplado de pie sobre la montaña.
Hombres y mujeres que mucho habéis llorado en la vida, a vosotros va dedicada esta lección.
Meditad profundamente en ella y veréis qué consuelo tan dulce penetra en vuestro corazón. Una lucecita se encenderá en lo más recóndito de vuestro ser y una sensibilidad, que nunca antes habíais experimentado, sorprenderá vuestras fibras dormidas, dejándoos sentir mi presencia espiritual, así en vuestras penas como en vuestras alegrías y en vuestros momentos de paz.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
La Creación – Explicación del Mundo Espiritual de Luz
Por la enseñanza del Maestro sabéis que antes de comenzar los tiempos, antes de que el Universo material existiera, los seres que habían brotado del seno de Dios circundaban al Padre en el Más Allá.
Muchos de esos espíritus, deslumbrados por las bellezas que el Señor puso en ellos, se dejaron dominar por la soberbia y el Señor, al contemplarlos débiles y escasos de elevación, en Su infinito amor hacia esas criaturas, creoles un Universo material donde aquellos hijos tuviesen la oportunidad, restituyendo y reconociendo sus faltas, de retornar limpios al seno de Dios.
He aquí el porqué de la creación del hombre.
Así, estos espíritus encarnaron en la Tierra y se deleitaron con toda la gracia y la belleza de la Naturaleza material.
Esta morada en que vivís, fue creada por nuestro Padre para dotar al hombre de un hogar y de todo lo necesario para la evolución y perfeccionamiento de su espíritu.
Se os ha dicho que la formación de los mundos y de todas las maravillas de la Creación, se desarrolló en siete grandes etapas, simbolizadas por siete días.
Esto, hermanos míos, es solamente una expresión, una metáfora para que comprendáis que lo que a vosotros os parece una eternidad, es tan sólo un instante para el Espíritu divino.
Todo estaba dispuesto y ordenado en una forma perfecta.
El hombre, dotado en su espíritu de inteligencia y voluntad, comenzó a dar sus primeros pasos en el camino de evolución, para alcanzar por esfuerzo propio su desenvolvimiento y elevación. En esta forma estaría capacitado para conocer y amar a su Señor, y retornar a Él con los méritos necesarios, después de una vida de lucha, para llamarse dignamente hijo de Dios, pues no es lo mismo un espíritu puro que un espíritu evolucionado.
Para el logro de esos fines divinos, dotó el Padre a la Creación material del hálito de vida, de ese impulso vital que llamáis alma.
El alma, hermanos míos, así como el espíritu y toda criatura en sus diferentes escalidades, precisa también de evolución para que, al final de los tiempos, el hombre pueda reinar plenamente sobre todo lo que el Padre ha creado para su beneficio y cumpla en esa forma sus mandatos divinos.
De ese hálito de vida que vibra en toda la Creación, formó Dios el alma humana.
Mas no confundáis al espíritu con el alma: el espíritu es esencia y el alma es sustancia.
El espíritu es parte del mismo Padre.
El alma es el elemento sutil por medio del cual el espíritu se manifiesta en el universo material.
Aun siendo tan etérea y diáfana el alma, ¿creéis que existía antes de la Creación material? No, hermanos. Es el espíritu el que ha existido desde antes de que fueran los mundos materiales y no necesita de más sustancia que el amor divino de donde brotó.
Y para que los hijos de Dios supieran valorizar sus propias obras, les concedió la conciencia, una chispa de Su Espíritu divino, que como guía y consejera les dictara lo que conviniese a su estado de desarrollo constante y en esa forma los encauzara al bien y les hiciera rechazar el mal.
El hombre, a través de los tiempos, ha tratado erróneamente de personificar al mal y lo ha designado con diferentes nombres, lo cual ha dado origen a mitos y cultos supersticiosos, que no están de acuerdo con la evolución espiritual que habéis alcanzado.
Vosotros sabéis, por la palabra del Padre, que no existe ningún ser creado por Dios cuya misión sea la de hacer el mal.
Así veréis, mis hermanos, que el Padre Creador dotó a Sus hijos de todo lo necesario para conocerlo, comprenderlo y amarlo, y en todo momento los iluminaba e instruía, para que estuvieran cerca de Él y no se sintieran extraños y ausentes, sino cercanos y amados con infinita ternura por su Señor.
En la parábola del Paraíso se os habla del fruto prohibido de la ciencia del mal, que el hombre nunca debió haber probado; de la serpiente, que es el símbolo de la tentación y de las bajas inclinaciones de la carne; y en esa parábola se os relata cómo la tentación se presentó con ese mal fruto ante el hombre, y éste, al probarlo, perdió ese paraíso que el Padre le había entregado para su recreo y evolución.
Sabéis, por las enseñanzas de este Tiempo, que «la carne reveló al hombre los secretos de la vida humana y el espíritu reveló a la carne la existencia del Padre Creador». Así principió el desarrollo y evolución del hombre.
Y para que aquellas criaturas, que vivían en un estado de inocencia, pudieran amar y comprender al Padre en toda Su grandeza, les permitió, en Su infinita sabiduría, que renunciaran por su libre albedrío a una vida de contemplación y de paz y principiara para ellos un mundo de lucha y de trabajo, pero al mismo tiempo de evolución y méritos.
En ésto podréis comprender que «el verdadero Paraíso no estaba fuera de aquellas criaturas, sino dentro de ellas mismas».
También debéis recordar, que la primitiva ley dada a Adán y Eva para la propagación de la especie humana fue: «Creced y multiplicaos y henchid la Tierra», y en el cumplimiento de ese mandato, no había maldad ni pecado. Ahora el Divino Maestro os ha dicho que debéis crecer en sabiduría y multiplicaros en obras de amor y caridad.
Y de la simiente de Adán y Eva brotaron Caín y Abel, simbolizando los dos caminos que desde el principio encontrara el espíritu: el camino del bien y el camino del mal.
El camino del bien, donde existen las virtudes, fue trazado por al amor de Dios y es simbolizado por Abel; el camino del mal, representado por Caín, es aquel que hacen los hombres al convertir las virtudes en pecado.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
La creación material, ocasión para perfeccionar
Todo en mi Creación es movimiento, armonía y orden que conducen a la perfección.
Para que el hombre pueda despertar y la voz de su conciencia lo lleve a la realidad, no debe mirar la Creación sólo en su apariencia, desconociendo la esencia de ella.
El hombre sin fe en la vida espiritual caerá en materialismo, porque contemplará como única vida la de este mundo; mas si llegara a hastiarse de sus placeres o a desesperarse en sus amarguras, ¿Qué acontecerá con él? Unos perderán su equilibrio mental, otros atentarán contra su existencia.
El hombre todavía no conoce su morada, la Tierra, cuya naturaleza aún le reserva muchas sorpresas.
Y aún existen muchos mundos como el que os rodea. Pero si no es conocida la creación que es solamente parte de mi Obra,
¿cómo hay quien pretenda conocerme por medio de su ciencia?
Este es el tiempo en que debéis comprender que toda luz pertenece a mi Espíritu, todo lo que sea vida es de mi Divinidad, porque Yo soy el arcano, la fuente y el principio de toda la creación.
Esta vida es una hermosa oportunidad que se presenta a vuestro espíritu para progresar. Caminad, creced, evolucionad, mirad cómo todo en la Creación evoluciona y se transforma.
En la escala interminable de la Creación divina, existe un número infinito de espíritus que van evolucionando en cumplimiento a la Ley de Dios.
¿Cuándo seréis como príncipes en medio de esta creación y no esclavos como ahora lo sois?
Los cimientos de mi Doctrina son de amor, esa fuerza universal y superior que tiende a unir a todos los seres en una sola familia.
Esta cualidad divina debéis poseerla porque no podrá haber caridad donde no haya amor. Mas Yo os he llenado de amor para que siempre que se presente la oportunidad de practicar la caridad, lo hagáis, sabiendo que no se limita ni sujeta a determinada forma.
Para que desarrolléis esas facultades, os he dado una parte de Mí mismo, la que ha vivido en vosotros, es vuestro espíritu iluminado por la conciencia quien os hace comprender que procedéis de Mí.
Así lográis comprender que la fuerza divina se manifiesta en todo lo que es vida, porque vida es todo lo que os rodea.
Yo os he enseñado a no limitar a vuestro Dios en una forma. Puedo tener todas las formas o no tener ninguna, porque Yo soy el Creador.
Cuando vuestra inteligencia os lleve al principio de la vida y descubráis ahí como nacen y se transforman las criaturas, os maravillaréis al comprender la explicación dé muchas de mis lecciones.
Ahí descubriréis que Dios está manifestado en todo, desde los seres imperceptibles a vuestra mirada hasta los mundos y astros mayores.
De este modo comprenderéis que el hombre no es creador de vida ni de elementos, que él tan sólo usa y transforma lo ya creado; para eso he puesto al hombre en medio de la Creación y para desarrollar todos los dones y potencias de que le he revestido.
Nada existe en la creación material que sea mayor que vuestro espíritu; ni el astro rey con su luz, ni la Tierra con todas sus maravillas, ni ninguna otra criatura es mayor que el espíritu que os he dado, porque él es partícula divina, es flama que ha brotado del Espíritu Divino.
Mas os he dicho que no conocíais la fuerza del pensamiento. Hoy os digo que el pensamiento es voz y es oído, es arma y es escudo. Lo mismo crea que destruye.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
El Origen del Mal
Vuestros números, vuestras ciencias más elevadas para medir y calcular los tiempos, no os bastarían para dar principio a una labor que solamente Dios puede llevar a cabo, por ser el Único que estará siempre más allá de los tiempos.
Sí, hijos míos, la consecuencia de todos los pensamientos, palabras y acciones que el espíritu tuvo en su principio por razón del libre albedrío, dio origen a las fuerzas invisibles, a las vibraciones del bien y del mal.
Los que en el uso del libre albedrío comenzaron a vivir en forma sana, tratando de alcanzar su bienestar y el del semejante, crearon vibraciones saludables, benéficas; y los que en el mismo uso del libre albedrío desoyeron la voz de la conciencia y se orientaron por las inclinaciones egoístas, propias de su soberbia, crearon fuerzas maléficas, engañosas.
Unas y otras vibraciones quedaron en el espacio espiritual, prestas a aumentar o disminuir su intensidad e influencia, atraídas según fueran los pensamientos de los espíritus, según sus obras posteriores, pero esas fuerzas invisibles no habrían de quedar aisladas de la evolución de los espíritus.
No, discípulos, esas vibraciones quedarían latentes sobre todos los seres.
Los que eran inspirados por la luz de la conciencia, sabían rechazar las malas influencias y buscaban las vibraciones benéficas y saludables; y los que en el uso del libre albedrío hacían obras opuestas al dictado divino, atraían las vibraciones perversas, insanas, aumentando su confusión; y de ese equilibrio provienen las enfermedades y las bajas pasiones que en vuestro mundo atormentan al hombre hasta vuestros días.
Yo que conozco vuestro principio y vuestro futuro en la eternidad, di a los primeros hombres armas con las que lucharan contra las fuerzas del mal; pero las despreciaron, prefirieron la lucha del mal contra el mal en la que nadie triunfa, porque todos resultarán vencidos.
Si me preguntáis cuáles fueron las armas que di a la Humanidad para luchar contra el mal, os diré que fueron la oración, la perseverancia en la Ley y el amor de los unos a los otros.
Os he hablado del origen de las fuerzas del bien y del mal; ahora os digo: Esas vibraciones habrían de llegar a todos los mundos que habría de formar, para probar a los hijos del Señor; mas con ello no buscaba vuestra perdición sino vuestro perfeccionamiento.
Prueba de ello es que Yo siempre me he manifestado a mis hijos, ya hablándoos a través de la conciencia, ya doctrinándoos a través de mis enviados o haciéndome hombre entre mis hijos, como en aquel Segundo Tiempo a través de Jesús.
El mal existe, de él se han derivado todos los vicios y pecados.
Los pecadores, o sea los que practican el mal, existen, lo mismo en la Tierra que en otras moradas o mundos; mas ¿por qué personificáis todo el mal existente en un solo ser, y por qué lo enfrentáis a la Divinidad? Yo os pregunto: ¿Qué es ante mi poder absoluto e infinito, un ser impuro, y qué significa ante mi perfección vuestro pecado?
¿Cómo os atrevéis a culpar a Dios de vuestras propias caídas, dolor e imprudencia?
¿Acaso queréis culparme por todo aquello que no viene de Mí sino que ha sido creación vuestra?
¿Queréis, por ventura, recoger amor cuando habéis sembrado lo contrario?
El dolor lo creáis vosotros y con él os hacéis justicia.
Yo no creé la muerte ni el infierno, porque al concebir mi Espíritu la idea de la Creación, sólo sentía amor y de mi seno sólo brotó vida; si la muerte y el infierno existiesen, entonces tendrían que ser obras humanas, por pequeñas; y ya sabéis que nada de lo humano es eterno.
Yo no hice este mundo para el dolor de los hombres; los mundos son lo que sus moradores quieren que sean.
Ved cuánto ha deformado la verdad el hombre con sus malas interpretaciones, cuán distinto ha interpretado el sentido figurado con el que se le ha revelado la vida espiritual.
Conocedme todos, para que ninguno me niegue; conocedme, para que vuestro concepto sobre Dios esté fundado en la verdad y sepáis que donde se manifieste el bien, ahí estoy Yo.
El bien no se confunde con nada. El bien es verdad, es amor, es caridad, es comprensión.
El bien es preciso, exacto, determinado. Conocedlo para que no os equivoquéis. Cada uno de los hombres podrá ir por diverso camino, pero si todos coinciden en un punto, que es el bien, llegarán a identificarse y a unirse.
No así cuando se empeñen en engañarse a sí mismos, dándole cariz de malo a lo bueno y disfrazando de bueno a lo malo, como acontece entre los hombres de este tiempo.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
De la llegada de los espíritus a la Tierra
Sembró el Señor de bendiciones el camino que habrían de recorrer Sus hijos; inundó de vida el Universo y llenó de bellezas la senda del hombre, en quien depositó un destello divino: el espíritu, formado de amor, de inteligencia, de fuerza, de voluntad y de conciencia; mas a todo lo existente lo envolvió en Su fuerza y le señaló su destino.
Yo lloré vuestra partida desde el instante en que dejasteis la morada espiritual para ir a la Tierra.
Desde entonces han sido mis lágrimas y mi sangre las que os han perdonado vuestros pecados, y mi voz dulce y serena no ha dejado de aconsejaros en vuestra jornada.
El Padre quedaba ahí, como el principio de todo lo existente; y luego de ofrecer al Universo el camino de la evolución y el perfeccionamiento, se quedaba en espera del retorno de sus hijos, para que en Él encontrasen también su final que sería la perfección del espíritu en la eternidad.
Ese camino trazado a cada elemento, a cada criatura y a cada especie, era ley que el Creador escribió imborrablemente en Sus hijos desde el principio: la ley de evolución.
Mi sombra os ha seguido por todos los caminos.
Yo soy quien en verdad os ha extrañado, vosotros no, porque cuando partisteis os sentíais fuertes y creíais que ya no necesitabais de mi apoyo.
Vuestro camino fue el libre albedrío, vuestros sentidos se dilataron para aspirar y palpar cuanto os rodeaba y fue necesario que cayeseis muy abajo para que volvierais vuestros ojos nuevamente hacia Mí.
Hasta entonces recordasteis que teníais un Padre a cuya mesa os sentabais.
Entonces clamasteis a vuestro Señor, mas antes ya os había llamado Yo y estaba reclamando en mi mesa vuestra presencia.
Os había buscado, como el padre que vio partir pequeño a su hijo llevando la inocencia en su corazón y desconociendo el camino.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
De la Creación Material
Mas no todos regresaron mansos y arrepentidos de su primera desobediencia, de su primer acto de soberbia.
No, muchos llegaron llenos de soberbia o de rencor. Otros, avergonzados y conociendo su culpabilidad, quisieron justificar sus faltas ante Mí, y lejos de purificarse con el arrepentimiento y la enmienda, continuaron creando, ayudados por sus atributos, una vida alejada de las leyes de amor de su Padre.
Así esos seres cayeron en nuevos y desconocidos estados de vida; al darse cuenta de que estaban dotados de grandes dones, de que tenían inteligencia y fuerza para crear por sí mismos, y creyendo ascender a cada paso, fueron cayendo lentamente hacia el abismo.
Ahí crearon una vida artificial y permitieron que se desarrollara la violencia, el egoísmo, la necedad, lo absurdo y la ceguera espiritual.
Y en cada paso que los alejaba más y más del sendero de justicia, mi voz les llamaba diciéndole: -Deteneos, volved a Mí-. En la conciencia vibraba mi voz, exhortándoles a detenerse.
Fuisteis libres y grandes pero después os hicisteis misioneros de vuestras pasiones, degenerando espiritual y moralmente.
Y así muchas criaturas espirituales habrían de necesitar tomar forma corpórea para habitar en mundos materiales para así evolucionar, ya que, en virtud del libre albedrío del que fueron dotados, hubo espíritus que, alejándose del camino de perfección que su Padre les había trazado, decidieron crear sus propios senderos, alejándose del seno de Dios; mas el Padre, siendo infinito y anhelando ser comprendido por todos sus hijos, formó el Universo y la vida material como un apoyo para esas criaturas, y dentro de ella creó una de vuestras moradas pasajeras: este mundo.
El Padre con paciencia perfecta, infinita, fue forjando y preparándolo todo, para que el hijo no encontrara imperfección alguna, sino que a cada paso y en cada obra encontrara la huella de su Padre; porque todo quedó dispuesto desde el principio como un libro, a través de cuyas páginas y con el paso de los tiempos encontrarais la respuesta anhelada a la pregunta que me haríais: ¿Quién soy, de dónde he venido y a dónde voy?
Pero en verdad os digo: Elías ha sido siempre antes.
Antes de que el hombre llegase a morar el planeta, Elías vino para darle ambiente espiritual, para inundar de esencia espiritual todos los ámbitos de vuestra morada, para dejar convertido este planeta, no solamente en un paraíso terrestre, sino en un santuario para el espíritu, para que el hombre no se inclinara solamente ante la Naturaleza para adorarla, sino que por medio de la Naturaleza descubriera la presencia de su Dios.
Y cuando todo estuvo preparado, doté a vuestro espíritu del cuerpo que le serviría de báculo, de vestido para habitar un mundo maravilloso, creado con sabiduría y perfección para él; como un libro que con todas sus lecciones y bellezas se ofrecía a los hijos del Señor, como una escala que comenzaba en ese mundo y se perdía en lo infinito.
¿Es acaso Elías vuestro Padre? No. ¿Es acaso el Espíritu Santo? Tampoco. ¿Quién es entonces Elías? Elías es el gran espíritu que está a la diestra de Dios, que en su humildad se nombra siervo del Padre y por su conducto, como por el conducto de otros grandes espíritus, muevo al Universo espiritual y llevo a cabo grandes y altos designios.
Sí, mis discípulos, a mi servicio tengo multitudes de grandes espíritus que rigen la Creación.
Entonces os preguntáis: -¿El Padre no es Aquél que todo lo hace?- Y Yo os contesto: -Yo soy el que todo lo hago, porque sin Mí nada se movería; pero así como he dado vida a muchos espíritus, a todos les he dado parte en mi Obra, en mi trabajo, sitio en mi Creación, lugar digno a mi diestra.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
El Inicio de la Creación. De la Creación Espiritual
El Inicio de la Creación
Antes de que los mundos fuesen, antes de que toda criatura y lo que es materia surgiera a la vida, ya existía mi Espíritu Divino.
Nada había sido creado, nada había en torno al Ser Divino y, sin embargo, amaba y se sentía Padre.
De la Creación Espiritual
Encontrábase el Espíritu Divino lleno de amor, a pesar de existir sólo Él.
¿A quién amaba? ¿De quién se sentía Padre? De todos los seres y de todas las criaturas que habrían de brotar de Él y cuya fuerza estaba latente en su Espíritu.
En aquel Espíritu estaban todas las ciencias, todos los elementos, todas las naturalezas, todos los principios.
En Él estaban la eternidad y el tiempo.
En Él estaban el pasado, el presente y el futuro, aun antes de surgir a la vida los mundos y los seres.
Aquella inspiración divina se hizo realidad bajo la fuerza infinita del amor divino, y comenzó la vida.
El seno de Dios se llenó de seres, y en todos se manifestó el amor, el poder y la sabiduría del Padre.
La Creación tiene vida y manifiesta el poder y la fuerza de vuestro Señor.
Dios no es complicado, misterioso, ni confuso en Su Creación, porque lo perfecto es simple.
En mi Creación todo vive, crece y se perfecciona. Sois los espíritus que desde el principio de la Creación habéis recibido una misión.
Sois chispa de mi Espíritu y habéis sido dotados de razón, de voluntad e inteligencia.
Os he formado a imagen y semejanza mía, y por lo tanto, estáis preparados para pensar, sentir y amar.
Sí la Creación es alimentada por Mí y todos los espíritus viven como las ramas de un árbol, tomando la vida de él y alimentándose de su savia, ¿cómo podéis pensar que me encuentre distante o que sea indiferente a vuestros padecimientos, si soy vuestro Maestro, vuestro Doctor y vuestro Padre?
Vuestro espíritu fue creado con atributos adecuados para seguir por la escala de perfección y llegar a la meta determinada en los altos designios del Señor.
Fue creado para la lucha, para la elevación; no fue creado para la inercia, para la inmovilidad. He ahí por qué algunos espíritus han llegado a ser grandes, inspirados en el amor divino y en las bellezas creadas por Dios.
Dentro de esos espíritus, hubo los que, siendo grandes en sí pero pequeños ante lo infinito de Dios, quisieron, virtud a su libre albedrío, desafiar los designios del Padre, descendiendo por su propia voluntad a moradas y senderos creados por ellos, los cuales los apartaron del camino de perfección y de la casa del Padre; ese acto fue su primera caída, su primera desobediencia, su primer error.
Basta una sola imperfección para desarmonizar en el concierto del amor divino y sus resultados sólo pueden evitarse volviendo al camino, al arrepentimiento definitivo y a la obediencia.
Desde que se levantó el primer desobediente delante de mi Ley, ¡cuánta miseria y cuántas tinieblas dejó a su paso! desde entonces existe el mal como una fuerza invisible.
Yo permití que existiera esa fuerza sólo para someteros a prueba y por vosotros mismos quiero exterminarla.
Muchos espíritus volvieron arrepentidos y rendidos, llenos de dolor pero también de esperanza, a pedirle al Padre que les purificase de aquellas faltas.
Unos habían descendido movidos por la ambición, otros por la curiosidad.
El curioso es un intruso en el dominio ajeno, así como el desobediente es el más terrible enemigo de sí mismo; mas aquellos que pronto volvieron al Padre en busca de perdón, fueron recibidos por el Amor perfecto.
Sus vestiduras les fueron desmanchadas, sus amarguras borradas y su luz volvió a brillar.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento