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El fin del Mundo
Las falsas interpretaciones materiales
Este temido fin de este mundo no llegará de acuerdo a tantas y diversas interpretaciones humanas, religiosas, filosóficas, etc. debido a que siempre se analizan en el sentido material las profecías, en este caso las profecías bíblicas.
Las interpretaciones materialistas hacen que muchos vivan con el temor y el miedo de que de un momento a otro se cumplan las profecías según ellos y «adiós, mundo cruel»; otros, sin embargo, que se creen escogidos esperan que en este fín del planeta el juicio les sea favorable y entonces pasen a gozar de una vida eterna que creen haberse ganado, mientras que los demás que no creyeron tendrían como destino el famoso fuego eterno.
¿Y después qué pasará? Pues nada… bueno, lo que va a pasar es exactamente lo que el Padre (Dios) nos ha dicho en este tiempo y que es que
La idea de que el mundo va a terminar, como muchas interpretaciones en el sentido material, hace que no se comprenda una verdad espiritual, pura y limpia como es la palabra de Dios.
El fin del mundo de iniquidad
Es tan grande la creencia en esta idea del fin del mundo, que muchos apostarían su propia vida, y aseguran que el final será por una catástrofe de proporciones «bíblicas»; sin embargo la voluntad divina está sobre toda falsa interpretación.
¿Y cual es esa voluntad divina? ¡Que por nosotros mismos se lleve a cabo ese fin del mundo que Él nos ha señalado, o sea que será causado por todos nuestros graves errores manifestados en tantas y diversas formas.
Somos nosotros y no Él quienes podemos y debemos destruir este mundo cruel que hemos formado a través de los tiempos.
Él no va destruir lo que nosotros hemos construído.
Un error de siglos
Y si muchos piensan que este fín será para el año dos mil, entonces es una prueba contundente que siempre no hubo fin del mundo, porque de acuerdo a cierto error de datación cometido allá por el año 350, alguien se equivocó en la fecha del nacimiento de Jesús por 7 años de retraso, por lo tanto realmente ya estamos alrededor del 2007. Es decir, el año 2000 ya trasnscurrió…y no pasó nada.
Esta profecía, como la que habla del Advenimiento del Espíritu Santo, las nociones del infierno, el cielo, la gloria, la muerte, y tantas otras más a las cuales se les ha dado la interpretación humana y material, traerá como resultado una sorpresa tan grande como es la que al final de cuentas NO HAY FIN DEL MUNDO.
El Gran Dia del Señor
En verdad os digo: Vivís en el Día del Señor, estáis ya bajo su
justicia. Vivos y muertos están siendo juzgados; actos pasados y presentes
son pesados en esta balanza. Abrid vuestros ojos para que seáis testigos
del que por dondequiera la justicia divina se hace sentir.
Desechad la creencia que teníais acerca del Día del Juicio, que no
es un día de los vuestros, porque es un tiempo; y el fin del mundo
no es el del planeta en que vivís, sino el de la vida egoísta que
sobre él habéis creado.
Yo también aboliré vuestra mentira, vuestra impreparación y desunión
y solamente conservaré vuestro espíritu, en el cual he depositado
la luz del Sexto Sello, de ese capítulo que se ha abierto en este
tiempo y en el cual escrito estaba que en él habríais de encontrar
el gran día de la justicia divina del Señor.
Éste es el gran día y no está compuesto de veinticuatro horas,
porque el día del juicio no sabéis cuánto se prolongue, no sabéis
cuándo termine, pero de cierto que estáis ya en la culminación de
los tiempos y estáis viviendo bajo el juicio del Señor.
Las Profecías del Tiempo Final
Os he hablado en tono profético y he preparado profetas en este Tercer Tiempo para que os hablen de los acontecimientos que han de ser, y la profecía es vuestro porvenir.
El pasado, el presente y el futuro son con vosotros, todo lo abarcan; es la eternidad que Yo os concedo, en la cual vivís, de la cual Yo quiero que seáis dueños, para que ya no poseáis solamente el tiempo material, ni seáis dueños solamente de este mundo.
¡Ay del mundo! Está al borde de su abismo, va a apurar el gran cáliz de la amargura hasta las heces y un gran ¡ay! de dolor tendrá que exclamar para que pueda despertar.
De cierto, dice el Padre a su pueblo, que la Doctrina Espiritualista Trinitaria Mariana, para el año 2000 estará extendida por todo el orbe y habrá llegado a todas las naciones.
Pero este lapso de 50 años será de gran lucha para Israel. ¡Cuánto es lo que debéis perseverar en las virtudes y la espiritualidad! ¡Cuánto tendréis que luchar contra la idolatría y el fanatismo de las distintas religiones, advirtiéndoos que ésto es el veneno más grande que pueda sorprender a los hombres en la Tierra!
Mirad cómo ha despertado el espíritu de la Humanidad. Mirad cómo todas sus congregaciones conmovidas se encuentran.
Ved en cada religión, en cada secta, un reino, un señorío; y todos esos reinos se levantarán llamándose unos a otros a unificación, y como ninguno estará dispuesto a doblegarse para acudir al llamado de los demás, vendrá la contienda.
Desaparecerán las palabras de amor para dar paso a los anatemas, a las amenazas, a las condenaciones y a las excomuniones; todo eso tendréis que contemplar, oh Israel.
Se desatarán las lenguas, se desencadenarán las pasiones humanas, todos tomarán mi nombre, mi palabra y mis leyes para hacerse la guerra, para combatirse, para exterminarse y humillarse.
¡Alerta, pueblo de Israel! Porque la Humanidad se levantará contra sus propios ídolos, su fanatismo y sus tradiciones, y comenzará entre las religiones el movimiento hacia el principio de espiritualidad.
Dejad que el pueblo judío vuelva a su antigua Palestina, Yo así lo permito. Dejad que busquen allá sus tradiciones antiguas en los lugares que ellos consideran sagrados. Dejad que erijan nuevamente el Templo de Salomón.
Yo tengo dispuestas las pruebas para su desengaño y todo obedece, todo colabora con mis planes divinos.
Y cuando las grandes pruebas sean con ellos, entonces clamarán por la venida del Mesías y sus voces estremecerán las bóvedas de su templo, mas el Mesías no llegará entre ellos.
Irán por los montes y collados de Palestina; buscarán las tierras que pertenecieron a las tribus de Jacob, la Judea y la Samaria, y en ningún lugar podrán encontrar al Mesías ni señal alguna de su venida y entrarán en congoja; despojados de sus bienes materiales, en su desesperación invocarán a Jehová y entonces Jehová, en quien se encuentra el Mesías y el Espíritu Santo, les hablará con claridad, por medio de grandes acontecimientos.
Despertará entonces el pueblo judío, descansará de su larga jornada y se unificará a la Humanidad con verdadera fraternidad espiritual.
Dejad que en el Cristianismo, tan dividido en diversas ramas desde su principio, se levanten los unos contra los otros.
Dejad que unos pongan sus ojos en Roma, que las grandes caravanas dejen su huella en el camino y crucen los mares.
Dejad que lleguen descalzos ante la Iglesia de Pedro, y mi divino silencio les hablará grandemente a aquellos espíritus, pues tan sólo encontrarán oro, pompa, galas humanas, rituales, liturgias y festines, mas todo lo mirarán pequeño y pasajero.
Y aquellos símbolos que antes tan grandes les parecieran a los hombres, serán vistos como pobres figuras que no tienen ni mi verdad ni mi presencia. Y en la soledad de aquel silencio, retornarán.
Muchas calamidades vendrán sobre la Humanidad; en la Naturaleza habrá trastornos, los elementos se desatarán.
El fuego devastará comarcas, las aguas de los ríos saldrán de su cauce, los mares tendrán cambios; habrá comarcas que quedarán sepultadas bajo las aguas y nuevas tierras aparecerán. Muchas criaturas perderán la vida y hasta los seres inferiores al hombre perecerán.
Todo será trastorno y confusión y si vosotros no os preparáis desde ahora, seréis débiles en las pruebas y no sabréis dar fuerza a los demás y así no podréis dejar un buen ejemplo a las generaciones venideras, quienes deberán comunicarse Conmigo de espíritu a Espíritu.
Yo os anuncio que aún veréis presentarse sobre este mundo las grandes calamidades que serán la consecuencia del egoísmo y la ambición humanas, de la falta de amor y de caridad.
Dejad que otros pueblos despierten para el nuevo tiempo al contemplar las comarcas arrasadas por las aguas, las naciones destrozadas por la guerra y la peste aniquilando vidas.
Esos pueblos, ensoberbecidos en sus ciencias y aletargados en el esplendor de sus religiones, no reconocerán mi palabra bajo esta humilde forma, ni sentirán mi manifestación en Espíritu; por tanto, antes tendrá que conmoverse la Tierra y la Naturaleza dirá a los hombres: El tiempo es llegado y el Señor ha venido entre vosotros.
Para que la Humanidad despierte, abra sus ojos y acepte que Yo soy quien ha llegado, antes será tocado el poder y el orgullo del hombre; mas vosotros tenéis por misión velar, orar y prepararos.
Profecías sobre los Elementos Desatados. El Caos.
Os hablo del dolor al que os hacéis acreedores, el que habéis ido acumulando y que se desbordará llegada la hora.
Yo nunca ofrecería semejante cáliz a mis hijos, pero en mi justicia sí puedo permitir que recojáis el fruto de vuestra maldad, soberbia e insensatez, para que volváis arrepentidos a Mí.
Los hombres han desafiado mi poder y mi justicia al profanar con su ciencia el templo de la Naturaleza en la que todo es armonía, y el juicio va a ser inexorable.
Se desatarán los elementos, se conmoverá el Cosmos y se estremecerá la Tierra.
Entonces habrá pavor en los hombres y querrán huir, mas no habrá dónde encaminar sus pasos; querrán detener las fuerzas desencadenadas y no podrán, porque se sentirán responsables, y tardíamente arrepentidos de su temeridad e imprudencia, buscarán la muerte para escapar al castigo.
Tres cuartas partes del haz de la Tierra desaparecerán y sólo una parte quedará salva para ser refugio de los que sobrevivan al caos.
Vosotros veréis el cumplimiento de muchas profecías.
Los elementos darán voces de justicia y al desatarse harán que desaparezcan porciones de tierra y se conviertan en mar y que desaparezcan mares y en su lugar surja la tierra.
Los volcanes harán erupción para anunciar el tiempo del juicio y toda la Naturaleza se agitará y conmoverá.
La paz no está en las naciones.
Aparentemente existe quietud en las mentes de los hombres, pero la guerra está amenazando al Oriente.
En verdad, la guerra se desatará y el mundo se encontrará en desolación. Esto pronto acontecerá.
Mis elementos se desatarán y asolarán comarcas.
Los hombres de ciencia descubrirán un nuevo planeta y una lluvia de estrellas alumbrará vuestro mundo, pero esto no acarreará desastres para la Humanidad, sólo anunciará a los hombres la llegada de un nuevo tiempo.
Vengo a daros estas profecías para que no os sorprendan cuando acontezcan.
¿Qué haréis en ese tiempo, Israel, cuando veáis desatadas las fuerzas de la Naturaleza, azotando a vuestros hermanos?
Verá este mundo la presencia de grandes terremotos; las aguas saldrán de su cauce y partes del mar se convertirán en tierra y otras tierras serán invadidas por las aguas.
Los hombres saldrán de sus comarcas y aun de sus países en busca de salvación. Las lluvias devastarán muchas ciudades como en el diluvio del Primer Tiempo y sólo unos cuantos escaparán a estos rigores.
¿Cómo recibiréis a esos seres que vendrán huyendo de tanta miseria y dolor, buscando en esta nación el arca salvadora? ¿Sabréis acatar mi voluntad y compartir vuestro pan y vuestro hogar con ellos?
Pronto principiará un tiempo de grandes acontecimientos para el mundo: La Tierra se estremecerá y el sol hará caer sobre este mundo, rayos candentes que quemarán su superficie; los continentes, de un punto al otro serán tocados por el dolor; los cuatro puntos de la Tierra sufrirán la purificación y no habrá criatura que no sienta el rigor y la expiación.
De Oriente a Occidente se levantarán las naciones, desconociéndose; y del Norte al Sur también se levantarán para encontrarse todos en la encrucijada; con ese choque se producirá una inmensa hoguera en la que arderá el odio, se extinguirá el orgullo y se consumirá toda la mala yerba.
Todavía faltan los últimos combates con sus amarguras y los últimos torbellinos.
Falta aún que todas las fuerzas se agiten y los átomos se remuevan en un caos para que, después de todo ello, venga un letargo, una fatiga, una tristeza y un hastío que aparenten la muerte; y ésa será la hora en que se escuche en lo sublime de las conciencias el eco vibrante de un clarín que, desde el Más Allá, os anuncie que el Reino de la vida y de la paz se acerca entre los hombres de buena voluntad.
Y ante esa voz, los aparentemente muertos resucitarán, derramando lágrimas de arrepentimiento, y a ellos los recibirá el Padre como a los hijos pródigos cansados por la gran jornada y fatigados por la gran lucha, para sellar sus espíritus con el ósculo de amor.
Profecías sobre el Mundo Restaurado. Después del caos.
Y después de este gran caos volverán las naciones a recobrar la calma y los elementos naturales se aquietarán. Después de esa noche de tempestad en que vive este mundo, aparecerá el iris de la paz y todo volverá a sus leyes, a su orden y armonía.
Desde ese día, el hombre abominará la guerra, arrojará de su corazón el odio y el rencor, perseguirá al pecado y comenzará una vida de restauración y de reconstrucción.
Muchos se sentirán inspirados por una luz que antes no contemplaron y se levantarán a crear un mundo de paz.
Será sólo el principio del tiempo de gracia, de la Era de paz.
La edad de piedra está distante ya. La era de la ciencia pasará y luego vendrá a florecer entre los hombres la Era del Espíritu.
Veréis de nuevo el cielo limpio y los campos fecundos, las aguas en su corriente volverán a ser puras y el mar será clemente; habrá frutos en los árboles y flores en los prados y las cosechas serán abundantes.
Y el hombre, que habrá sido purificado y sano, volverá a sentirse digno y verá preparado su camino para su ascensión y retorno a Mí.
Todo será limpio y desmanchado desde su principio, para que sea digno de poseer el nuevo tiempo que se acerca, porque he de cimentar sobre bases firmes a la nueva Humanidad.
Hay muchos seres que sólo esperan el resurgimiento de la virtud en este mundo para descender y cumplir la misión que Yo les he encomendado.
El reinado del mal, que por tanto tiempo ha imperado en este mundo, está próximo a desaparecer, para dar cabida al reinado del espíritu, al desatamiento de los dones y potencias espirituales que hay en el hombre, por los cuales tiene un destino muy alto.