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La verdadera celebración de Navidad
De Enseñanza 299 (Navidad 1949)
2 Llega hasta Mí el gozo espiritual con que recordáis en estos días la noche bendita en que el Verbo se hizo hombre para habitar entre vosotros.
6 En este día en que los hombres conmemoran aquel amanecer en que el Mesías Niño iniciaba su jornada sobre la Tierra, quiero que toda la Humanidad sienta mi presencia espiritual. Quiero que la niñez se regocije en Mí, que la juventud se detenga un instante a recordar al que se hizo hombre por amor para salvaros, y los ancianos que derraman sus lágrimas meditando en esta enseñanza y rememorando los días felices de su niñez, sientan en su corazón mi paz.
7 Alegrías y tristezas tendrán que mezclarse recordando el maternal regazo que os meciera, el amor y las caricias de vuestros padres, la dichosa pero fugaz infancia y luego todo lo que habéis ido perdiendo en el mundo: padres, niñez, alegrías, inocencia.
10 No tan sólo los hombres recuerdan con gozo el día en que se realizó en la Tierra el milagro de que el Verbo de Dios se hiciera hombre, también el mundo espiritual participa de este gozo en la contemplación de las obras divinas del Señor.
13 Oh pueblo bendito y amado, guardad esos recuerdos sagrados en vuestro corazón y sean ellos el camino y la luz para vuestra vida. Si miráis que los hombres en estas conmemoraciones traspasan los límites del respeto por lo divino y caen en profanaciones, perdonadles como Yo les perdono, y haré llegar a ellos también mi luz.
Una conmoción de orden espiritual acaecerá entre la Humanidad como está pronosticado, y entonces los hombres despertarán para volver a Mí. Los caminos están siendo preparados; pruebas y acontecimientos extraordinarios sacudirán al mundo y serán como voces de justicia que llamen a los hombres a la regeneración.
16 Os bendigo diciéndoos además que, doquiera se recuerde la encarnación del Verbo y se piense en la Natividad de Jesús, estará presente el dulce manto de vuestra Madre Celestial, quien se hizo mujer para que, a través de su seno, pasara Dios al hacerse hombre.
17 Si grande concibió María al Maestro, así tiene que ser la que se hizo madre humana para traerlo al mundo.
18 No vino Ella tan sólo para amar a su Unigénito; su amor divino es manto universal de consuelo; su presencia en todos los tiempos es de ternura e intercesión. Buscadla y hallaréis en Ella una escala que os conducirá a Mí.
21 Vengo a traeros mi paz para que más tarde la llevéis a todos los pueblos de la Tierra, porque la paz es el ideal más alto a que debéis aspirar.
22 La paz del espíritu es un estado desde el cual podréis admirar la luz de mi sabiduría y comprender todo lo que una mente turbada por la falta de paz no puede penetrar.
23 La Humanidad necesita paz en su espíritu, tranquilidad en su corazón, pero esa riqueza no se consigue por la fuerza, ni se compra a ningún precio. Es una gracia que se alcanza mediante la constancia en el bien.
24 Os confío la semilla de la paz, pueblo amado, para que la extendáis por la Tierra, mas de cierto os digo que no sois los únicos que propagarán esta semilla, porque en el seno de otras congregaciones, lo mismo en esta nación que en otros países, existen hombres que oran por la paz, que anhelan el bienestar para sus semejantes, y para lograr su ideal trabajan afanosa mente.
26 El hombre lleva en sí la fuerza inmortal del espíritu y sabrá levantarse de su decadencia con anhelo de libe ración, con ansia de encumbrarse.
27 Éste es un tiempo en el cual el hombre reconoce la capacidad y el poder de su inteligencia; sólo falta que deje que su espíritu se sirva ampliamente de esa potencia, para llevar a cabo las obras que el Señor ordena en el libro de su Doctrina.
29 Para todos tengo preparada una encrucijada en el camino, donde habrán de encontrarse y reconocerse como hermanos de ideal, de lucha y de fe.
30 En verdad os digo que en todas partes del mundo están diseminados los espiritualistas, hombres preparados que contribuirán a la paz de la Humanidad.
Mas os digo que la unión entre los espiritualistas de todo el orbe no se hará por medio de la organización de una nueva iglesia, porque su fuerza no será material. Su unión será de pensa miento, de ideal y de obras y de esta manera su fuerza será invencible, porque la habrán tomado de la fuente eterna que está en mi Espíritu.
32 Todos tienen el deber de dejar que a través de sus dones se esclarezca y defina la Doctrina espiritualista, velando porque no se vea contaminada con filosofías humanas.
33 Ya en tiempos pasados los hombres han mezclado a mis revelaciones y enseñanzas sus ideas, sus filosofías y sus teorías, con lo cual sólo han logrado dividir y confundir a la Humanidad.
35 A los conservadores de ritos, a los que insisten en personificar a Dios en formas, objetos e imágenes, les digo que si no toman el camino de la espiritualidad, sin darse cuenta son de los que contribuyen a las guerras entre los pueblos, al desconocimiento de hermanos con hermanos.
38 ¿No os habéis dado cuenta todavía de que la ambición, el fanatismo y la necedad son como una avalancha que, una vez desbordada, no la podéis contener?
39 Yo no vengo a combatir las creencias de ninguno cuando ellas están encaminadas a la verdad, mas los errores sí vengo a combatirlos en quienes se encuentren.
40 Desde ahora encaminaos todos al mismo fin, conciliando y armonizando vuestra visión de lo espiritual; nadie se crea ir por mejor sendero que el de su hermano, ni piense estar habitando en una escala superior a la de los demás.
Yo os digo que en la hora suprema de la muerte será mi voz la que os diga la verdad de vuestra elevación.
43 Humanidad: En estos días en que conmemoráis el nacimiento de Jesús, es cuando dejáis llegar la paz a vuestro corazón y cuando parecéis una familia unida y feliz. Sé que no todos los corazones sienten una alegría sincera al recordar mi llegada al mundo en aquel tiempo; muy pocos son los que se entregan a la meditación y al recogimiento, dejando que la alegría sea interior y que la fiesta de recordación sea en el espíritu.
47 Ninguno piense que vengo a borrar de vuestro corazón la fiesta más pura que celebráis en el año, cuando conmemoráis la Natividad de Jesús. Sólo vengo a enseñaros a dar al mundo lo del mundo y al espíritu lo del espíritu, porque si tantas fiestas tenéis para celebrar hechos humanos, ¿por qué no le dejáis esta fiesta al espíritu, para que él, convertido en niño, se acerque a ofrecerme su presente de amor, para que adquiera la sencillez de los pastores para adorarme y la humildad de los sabios para inclinar su cerviz y presentar su ciencia ante el dueño de la sabiduría verdadera?
53 Ésta es la conmemoración más tierna de cuantas hacéis de vuestro Maestro; el corazón de los niños rebosa de júbilo y el de los mayores se inunda de paz y de esperanza en el Salvador.
54 Vosotros, los que tenéis la gracia de escuchar esta palabra, sois de los que conmemoráis esta fiesta sin ritos, celebrándola en lo más puro del corazón. Así no podréis caer en profanación.
Es que a vuestro entendimiento ha llegado la comprensión de que la mejor conmemoración, la más agradable ante el Señor, es la que hacéis cuando aplicáis a vuestra vida los ejemplos del Maestro, cuando vivís su Doctrina.
¡Mi Paz esté con vosotros!
De Enseñanza 202 (Enseñanza de Nochebuena)
28 Nochebuena llamáis a esta noche los que recordáis cuando el Rabí llegó al mundo.
29 Bajo el influjo divino de esos recuerdos, los seres se acercan, se evoca al ausente, se perdonan las ofensas, se reúnen las familias, se visitan los amigos, se llenan de esperanza los corazones, todos parecen esperar algo desconocido que no aciertan a definir, en la noche en la cual los hombres ponen un poco de ternura en la dureza de su corazón y algunos un poco de espiritualidad sobre su materialismo.
Mas Yo os pregunto: ¿Creéis que sólo esta noche sea digna de llamarse buena por los hombres? ¿No podríais, con un poco de amor, hacer buenas todas las noches y los días de vuestra existencia, a fin de que vieseis que toda la vida, sin excepción de un instante, es buena?
34 ¡Ah, si pudieseis venir Conmigo en espíritu y contemplar desde aquí toda la miseria de la Humanidad!
35 Si los poderosos, los ricos y los que viven rodeados de comodidades quisiesen estar Conmigo esta noche, Yo les llevaría en espíritu a los lugares de dolor y de pobreza que ellos no quieren ver.
36 Entonces les diría: Dejad por un momento vuestra fiesta y recorramos juntos los sitios donde viven vuestros hermanos los pobres; veamos cómo viven ellos esta noche bendita, de tristeza para unos y de festines para otros. No temáis, les diría, que sólo unos instantes os pido, y luego podréis retornar a vuestro festín y a vuestra alegría.
Entonces les llevaría de sitio en sitio y les mostraría a una madre anciana, que en la soledad de su mísera alcoba llora la pérdida de sus hijos, que eran su esperanza, los cuales le fueron arrebatados por la guerra.
37 Esa mujer vive sólo de recuerdos y de oraciones; mientras hay muchos que llegan a embriagarse de placer, ella apura su cáliz de amargura. Su espíritu sólo espera la hora de dejar este mundo y penetrar en la eternidad, porque su esperanza en los hombres hace tiempo que ha muerto.
38 Después les mostraría a la niñez, vagando entre la Humanidad que no respeta la vida de su semejante, no ama ni comprende al necesitado.
39 Yo haría que esos hombres escuchasen las interrogaciones tan profundas de los niños, que en su inocencia humana se preguntan el porqué de tanta injusticia, de tanto odio, egoísmo y crueldad.
40 Luego les llevaría hasta aquellos lugares donde se ahogan los ayes y lamentos del enfermo, del que ha visto doblarse su cuerpo como se quiebra una rama cuando azota el huracán: son los enfermos, los vencidos, los olvidados.
41 Más tarde haría que las puertas de las cárceles nos dieran paso, para que contemplaran los millares de seres que han caído en las tinieblas del cautiverio por falta de amor, de caridad, de luz, de justicia, de paz.
42 Y así, de sitio en sitio, les presentaría en un solo cuadro toda la miseria y el dolor que han producido las ambiciones, la codicia, el odio, el materialismo y la sed insaciable de poder de los envanecidos con su falso señorío, de los que, creyéndose grandes, no lo son, ni dejan poseer a nadie lo que a cada quien en justicia le corresponde.
43 Pero no les llamo porque sé que aunque en su conciencia se escucha mi voz, se hacen sordos a ella.
44 Mas vos, pueblo amado, que me estáis escuchando, que sabéis de privaciones, de soledad, de frío y de orfandad también, y que, por tanto, vibráis junto con esa Humanidad que llora de hambre y sed de justicia, venid a Mí y juntos visitemos en espíritu a los enfermos, a los tristes, a todos los pobres y olvidados del mundo.
47 ¿Veis aquellas muchedumbres que llenas de animación se encuentran? Son soldados que han dado breve tregua a su combate para ofrendarme unos minutos de oración y de recuerdo, pero su alegría y animación son ficticios; comen y beben para calmar sus penas, mas en su corazón hay un gran dolor.
Sufren, pueblo, sufren mucho y sobre todo esta noche que es para ellos de tortura; cada recuerdo es una espina, cada nombre o cada rostro que evocan es una herida.
49 Muchos de ellos sufren segando vidas, destruyendo hogares y ciudades, sembrando dolor, luto y lágrimas, y entonces creen haber perdido todo derecho a volver al hogar, a la paz, al seno de los suyos.
50 Yo sé que muchos de ellos no son culpables, no llevan odio ni perversidad en el corazón; sé que son víctimas, son esclavos e instrumentos de los verdaderos malvados.
51 Sólo Yo puedo rescatarlos, sólo mi amor puede cubrirles, están solos en el mundo.
53 Orad, pueblo, y con ello haced que el mundo espere la luz de un nuevo día; que los hombres recuerden mi promesa, aquélla que habla de tiempos mejores, de espiritualidad y bienandanza.
54 También a vosotros os digo: Vamos ahora al corazón de los niños y busquemos a aquéllos a quienes todo les falta. Miradles; duermen, en su sueño no hay reproches para nadie, aunque su lecho es muy duro.
55 La mesa hoy no tuvo pan; sin embargo, descansan confiados en el nuevo día. Visten harapos, mas no sienten vergüenza, porque son inocentes y sonríen aunque a sus cuerpos les falte calor. Son ángeles en la tierra, porque en sus sonrisas sin maldad reflejan algo de la pureza de los Cielos.
56 ¡Oh, inocencia! ¡Cubridles con vuestro fino manto porque de ellos es el Reino de los Cielos!
57 Llamáis todos Nochebuena a esta noche y Yo derramo lluvia de bendiciones sobre todos mis hijos.
58 Sabed que Yo soy vuestro y vosotros míos. Recordad que os probé mi amor viniendo a vivir entre vosotros los humildes, naciendo en la pobreza, luchando entre abrojos y muriendo en la ignominia.
59 De Mí no podéis decir que no os comprendo, porque no sólo he visto vuestros dolores sino que los he vivido.
60 Os hablo también de los ancianos, de aquéllos que ha tiempo dejaron la primavera de la vida y ahora sienten el frío del invierno. Con la vejez va faltándoles la fuerza, la energía, la salud; el trabajo se hace pesado, los miembros se tornan torpes y ya no se les solicita para desempeñarlo.
61 Así, los ancianos se ven excluidos de la lucha de los demás, se ven abandonados, y su corazón abatido tiene que hundirse en la tristeza y tiene que conocer la necesidad, la miseria, el hambre, la soledad. Os hablo de ellos, porque necesitan también de vuestra ayuda y consuelo. Amadles, pueblo, y tendréis derecho a sentaros en la gran mesa del banquete espiritual, donde os diré: Bienaventurados vosotros que a imitación del Maestro supisteis comprender a todos los que sufren.
65 ¿Será posible que el corazón de los hombres no se conmueva ante los grandes cuadros de dolor y de miseria que presenta esta Humanidad? Sí, sí es posible; Yo veo a los que no padecen miseria acariciar con su mirada las riquezas que poseen, con más cariño que a los seres, hijos de Dios.
66 Pueblo amado: Me habéis acompañado en estos breves momentos a visitar a los necesitados, por ello, benditos seáis; no creáis que me olvido de los ricos y de los poderosos, porque aunque en apariencia no me necesitan, Yo soy quien mejor sabe su miseria y sus amarguras y quien mejor conoce sus desgracias, pero hoy creen tenerlo todo; entonces, ¿para qué acudir a Mí si soy, según ellos, el Cristo de los enfermos, de los parias, de los tristes? No saben que mi misión es salvarlos del falso esplendor para darles la verdadera y eterna felicidad.
67 Además de vosotros, ¿sabéis quién ha escuchado con ternura mi palabra y ha sentido vibrar de amor su Espíritu? María, pueblo amado, el Espíritu materno que habita en el seno del Creador y cuya esencia estará siempre unida al recuerdo de Jesús.
68 Su paso por el mundo, aunque más largo que el mío, porque llegó antes y se fue después, fue corto; sus palabras breves y dulces fueron una caricia celestial.
69 Sentidla en Espíritu, amadla y buscadla espiritualmente; sabed que, en cuantas obras de caridad hiciereis, Ella estará con vosotros, que sobre el mundo doliente y sangrante tiene extendido su manto de intercesión y de ternura y que en cada una de vuestras quejas o pesares podréis escuchar una voz que os responde con ternura: No temáis, aquí estoy Yo, confiad.
70 Así, pueblo, habéis estado Conmigo; mi hálito ha penetrado en vuestro corazón en esta noche bendita y os he hecho olvidar toda penalidad.
¡Mi Paz esté con vosotros!