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La Creación – Explicación del Mundo Espiritual de Luz
Por la enseñanza del Maestro sabéis que antes de comenzar los tiempos, antes de que el Universo material existiera, los seres que habían brotado del seno de Dios circundaban al Padre en el Más Allá.
Muchos de esos espíritus, deslumbrados por las bellezas que el Señor puso en ellos, se dejaron dominar por la soberbia y el Señor, al contemplarlos débiles y escasos de elevación, en Su infinito amor hacia esas criaturas, creoles un Universo material donde aquellos hijos tuviesen la oportunidad, restituyendo y reconociendo sus faltas, de retornar limpios al seno de Dios.
He aquí el porqué de la creación del hombre.
Así, estos espíritus encarnaron en la Tierra y se deleitaron con toda la gracia y la belleza de la Naturaleza material.
Esta morada en que vivís, fue creada por nuestro Padre para dotar al hombre de un hogar y de todo lo necesario para la evolución y perfeccionamiento de su espíritu.
Se os ha dicho que la formación de los mundos y de todas las maravillas de la Creación, se desarrolló en siete grandes etapas, simbolizadas por siete días.
Esto, hermanos míos, es solamente una expresión, una metáfora para que comprendáis que lo que a vosotros os parece una eternidad, es tan sólo un instante para el Espíritu divino.
Todo estaba dispuesto y ordenado en una forma perfecta.
El hombre, dotado en su espíritu de inteligencia y voluntad, comenzó a dar sus primeros pasos en el camino de evolución, para alcanzar por esfuerzo propio su desenvolvimiento y elevación. En esta forma estaría capacitado para conocer y amar a su Señor, y retornar a Él con los méritos necesarios, después de una vida de lucha, para llamarse dignamente hijo de Dios, pues no es lo mismo un espíritu puro que un espíritu evolucionado.
Para el logro de esos fines divinos, dotó el Padre a la Creación material del hálito de vida, de ese impulso vital que llamáis alma.
El alma, hermanos míos, así como el espíritu y toda criatura en sus diferentes escalidades, precisa también de evolución para que, al final de los tiempos, el hombre pueda reinar plenamente sobre todo lo que el Padre ha creado para su beneficio y cumpla en esa forma sus mandatos divinos.
De ese hálito de vida que vibra en toda la Creación, formó Dios el alma humana.
Mas no confundáis al espíritu con el alma: el espíritu es esencia y el alma es sustancia.
El espíritu es parte del mismo Padre.
El alma es el elemento sutil por medio del cual el espíritu se manifiesta en el universo material.
Aun siendo tan etérea y diáfana el alma, ¿creéis que existía antes de la Creación material? No, hermanos. Es el espíritu el que ha existido desde antes de que fueran los mundos materiales y no necesita de más sustancia que el amor divino de donde brotó.
Y para que los hijos de Dios supieran valorizar sus propias obras, les concedió la conciencia, una chispa de Su Espíritu divino, que como guía y consejera les dictara lo que conviniese a su estado de desarrollo constante y en esa forma los encauzara al bien y les hiciera rechazar el mal.
El hombre, a través de los tiempos, ha tratado erróneamente de personificar al mal y lo ha designado con diferentes nombres, lo cual ha dado origen a mitos y cultos supersticiosos, que no están de acuerdo con la evolución espiritual que habéis alcanzado.
Vosotros sabéis, por la palabra del Padre, que no existe ningún ser creado por Dios cuya misión sea la de hacer el mal.
Así veréis, mis hermanos, que el Padre Creador dotó a Sus hijos de todo lo necesario para conocerlo, comprenderlo y amarlo, y en todo momento los iluminaba e instruía, para que estuvieran cerca de Él y no se sintieran extraños y ausentes, sino cercanos y amados con infinita ternura por su Señor.
En la parábola del Paraíso se os habla del fruto prohibido de la ciencia del mal, que el hombre nunca debió haber probado; de la serpiente, que es el símbolo de la tentación y de las bajas inclinaciones de la carne; y en esa parábola se os relata cómo la tentación se presentó con ese mal fruto ante el hombre, y éste, al probarlo, perdió ese paraíso que el Padre le había entregado para su recreo y evolución.
Sabéis, por las enseñanzas de este Tiempo, que «la carne reveló al hombre los secretos de la vida humana y el espíritu reveló a la carne la existencia del Padre Creador». Así principió el desarrollo y evolución del hombre.
Y para que aquellas criaturas, que vivían en un estado de inocencia, pudieran amar y comprender al Padre en toda Su grandeza, les permitió, en Su infinita sabiduría, que renunciaran por su libre albedrío a una vida de contemplación y de paz y principiara para ellos un mundo de lucha y de trabajo, pero al mismo tiempo de evolución y méritos.
En ésto podréis comprender que «el verdadero Paraíso no estaba fuera de aquellas criaturas, sino dentro de ellas mismas».
También debéis recordar, que la primitiva ley dada a Adán y Eva para la propagación de la especie humana fue: «Creced y multiplicaos y henchid la Tierra», y en el cumplimiento de ese mandato, no había maldad ni pecado. Ahora el Divino Maestro os ha dicho que debéis crecer en sabiduría y multiplicaros en obras de amor y caridad.
Y de la simiente de Adán y Eva brotaron Caín y Abel, simbolizando los dos caminos que desde el principio encontrara el espíritu: el camino del bien y el camino del mal.
El camino del bien, donde existen las virtudes, fue trazado por al amor de Dios y es simbolizado por Abel; el camino del mal, representado por Caín, es aquel que hacen los hombres al convertir las virtudes en pecado.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
La creación material, ocasión para perfeccionar
Todo en mi Creación es movimiento, armonía y orden que conducen a la perfección.
Para que el hombre pueda despertar y la voz de su conciencia lo lleve a la realidad, no debe mirar la Creación sólo en su apariencia, desconociendo la esencia de ella.
El hombre sin fe en la vida espiritual caerá en materialismo, porque contemplará como única vida la de este mundo; mas si llegara a hastiarse de sus placeres o a desesperarse en sus amarguras, ¿Qué acontecerá con él? Unos perderán su equilibrio mental, otros atentarán contra su existencia.
El hombre todavía no conoce su morada, la Tierra, cuya naturaleza aún le reserva muchas sorpresas.
Y aún existen muchos mundos como el que os rodea. Pero si no es conocida la creación que es solamente parte de mi Obra,
¿cómo hay quien pretenda conocerme por medio de su ciencia?
Este es el tiempo en que debéis comprender que toda luz pertenece a mi Espíritu, todo lo que sea vida es de mi Divinidad, porque Yo soy el arcano, la fuente y el principio de toda la creación.
Esta vida es una hermosa oportunidad que se presenta a vuestro espíritu para progresar. Caminad, creced, evolucionad, mirad cómo todo en la Creación evoluciona y se transforma.
En la escala interminable de la Creación divina, existe un número infinito de espíritus que van evolucionando en cumplimiento a la Ley de Dios.
¿Cuándo seréis como príncipes en medio de esta creación y no esclavos como ahora lo sois?
Los cimientos de mi Doctrina son de amor, esa fuerza universal y superior que tiende a unir a todos los seres en una sola familia.
Esta cualidad divina debéis poseerla porque no podrá haber caridad donde no haya amor. Mas Yo os he llenado de amor para que siempre que se presente la oportunidad de practicar la caridad, lo hagáis, sabiendo que no se limita ni sujeta a determinada forma.
Para que desarrolléis esas facultades, os he dado una parte de Mí mismo, la que ha vivido en vosotros, es vuestro espíritu iluminado por la conciencia quien os hace comprender que procedéis de Mí.
Así lográis comprender que la fuerza divina se manifiesta en todo lo que es vida, porque vida es todo lo que os rodea.
Yo os he enseñado a no limitar a vuestro Dios en una forma. Puedo tener todas las formas o no tener ninguna, porque Yo soy el Creador.
Cuando vuestra inteligencia os lleve al principio de la vida y descubráis ahí como nacen y se transforman las criaturas, os maravillaréis al comprender la explicación dé muchas de mis lecciones.
Ahí descubriréis que Dios está manifestado en todo, desde los seres imperceptibles a vuestra mirada hasta los mundos y astros mayores.
De este modo comprenderéis que el hombre no es creador de vida ni de elementos, que él tan sólo usa y transforma lo ya creado; para eso he puesto al hombre en medio de la Creación y para desarrollar todos los dones y potencias de que le he revestido.
Nada existe en la creación material que sea mayor que vuestro espíritu; ni el astro rey con su luz, ni la Tierra con todas sus maravillas, ni ninguna otra criatura es mayor que el espíritu que os he dado, porque él es partícula divina, es flama que ha brotado del Espíritu Divino.
Mas os he dicho que no conocíais la fuerza del pensamiento. Hoy os digo que el pensamiento es voz y es oído, es arma y es escudo. Lo mismo crea que destruye.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento
De la Creación Material
Mas no todos regresaron mansos y arrepentidos de su primera desobediencia, de su primer acto de soberbia.
No, muchos llegaron llenos de soberbia o de rencor. Otros, avergonzados y conociendo su culpabilidad, quisieron justificar sus faltas ante Mí, y lejos de purificarse con el arrepentimiento y la enmienda, continuaron creando, ayudados por sus atributos, una vida alejada de las leyes de amor de su Padre.
Así esos seres cayeron en nuevos y desconocidos estados de vida; al darse cuenta de que estaban dotados de grandes dones, de que tenían inteligencia y fuerza para crear por sí mismos, y creyendo ascender a cada paso, fueron cayendo lentamente hacia el abismo.
Ahí crearon una vida artificial y permitieron que se desarrollara la violencia, el egoísmo, la necedad, lo absurdo y la ceguera espiritual.
Y en cada paso que los alejaba más y más del sendero de justicia, mi voz les llamaba diciéndole: -Deteneos, volved a Mí-. En la conciencia vibraba mi voz, exhortándoles a detenerse.
Fuisteis libres y grandes pero después os hicisteis misioneros de vuestras pasiones, degenerando espiritual y moralmente.
Y así muchas criaturas espirituales habrían de necesitar tomar forma corpórea para habitar en mundos materiales para así evolucionar, ya que, en virtud del libre albedrío del que fueron dotados, hubo espíritus que, alejándose del camino de perfección que su Padre les había trazado, decidieron crear sus propios senderos, alejándose del seno de Dios; mas el Padre, siendo infinito y anhelando ser comprendido por todos sus hijos, formó el Universo y la vida material como un apoyo para esas criaturas, y dentro de ella creó una de vuestras moradas pasajeras: este mundo.
El Padre con paciencia perfecta, infinita, fue forjando y preparándolo todo, para que el hijo no encontrara imperfección alguna, sino que a cada paso y en cada obra encontrara la huella de su Padre; porque todo quedó dispuesto desde el principio como un libro, a través de cuyas páginas y con el paso de los tiempos encontrarais la respuesta anhelada a la pregunta que me haríais: ¿Quién soy, de dónde he venido y a dónde voy?
Pero en verdad os digo: Elías ha sido siempre antes.
Antes de que el hombre llegase a morar el planeta, Elías vino para darle ambiente espiritual, para inundar de esencia espiritual todos los ámbitos de vuestra morada, para dejar convertido este planeta, no solamente en un paraíso terrestre, sino en un santuario para el espíritu, para que el hombre no se inclinara solamente ante la Naturaleza para adorarla, sino que por medio de la Naturaleza descubriera la presencia de su Dios.
Y cuando todo estuvo preparado, doté a vuestro espíritu del cuerpo que le serviría de báculo, de vestido para habitar un mundo maravilloso, creado con sabiduría y perfección para él; como un libro que con todas sus lecciones y bellezas se ofrecía a los hijos del Señor, como una escala que comenzaba en ese mundo y se perdía en lo infinito.
¿Es acaso Elías vuestro Padre? No. ¿Es acaso el Espíritu Santo? Tampoco. ¿Quién es entonces Elías? Elías es el gran espíritu que está a la diestra de Dios, que en su humildad se nombra siervo del Padre y por su conducto, como por el conducto de otros grandes espíritus, muevo al Universo espiritual y llevo a cabo grandes y altos designios.
Sí, mis discípulos, a mi servicio tengo multitudes de grandes espíritus que rigen la Creación.
Entonces os preguntáis: -¿El Padre no es Aquél que todo lo hace?- Y Yo os contesto: -Yo soy el que todo lo hago, porque sin Mí nada se movería; pero así como he dado vida a muchos espíritus, a todos les he dado parte en mi Obra, en mi trabajo, sitio en mi Creación, lugar digno a mi diestra.
temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento