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Explicación de los Protectores – Julio 3 del 2004
Las voces de la naturaleza dan una alerta para la humanidad, el clima de vuestro planeta cambia de una manera tal que desconcierta a los hombres de ciencia, y aún falta mucho más por llegar a vosotros.
Es la queja de los elementos ante la insensibilidad humana y el comportamiento carente de amor y de respeto de los hombres hacia toda la Naturaleza que amorosa envuelve a la Humanidad.
Vuestros malos jueces, vuestros malos líderes religiosos y vuestros equivocados gobernantes han acercado a la Humanidad a un abismo en el cual está próximo a despeñarse.
Israel debe velar y cuidar la esencia de la semilla que en sus manos se ha depositado, la semilla pura de la palabra divina, que debe ser ya vivida por vosotros, no solamente leída en libros y hojas de papel.
Se abre para todos vosotros, ya con plenitud y con fuerza, la comunicación de espirítu a espíritu que se manifiesta, no sólo a través de la palabra inspirada vertida por labios humanos, sino en sueños, intuiciones, escritos y tantas manifestaciones más que son maneras diversas de comunicar aquello que, viniendo de lo alto, devela misterios, disipa las tinieblas y os concede la paz.
Ved cómo han comenzado a levantarse las falsas voces de la impostura; y ved cómo muchos espiritualismos ocurren hoy en la tierra, cumpliéndose con ello la profecía que el Señor os diera años atrás; es por esto que, en esta etapa se vuelve importante que debáis enfatizar el hecho de que el Padre os llamó Espiritualistas Trinitarios Marianos, porque es por medio de ello que definiréis cuál es vuestro credo, cuál es vuestro origen y a quién seguís.
No seguís guías humanos ni tenéis ministros entre vosotros, no levantáis templos ni observáis rito alguno.
Los falsos espiritualismos confunden y atrasan a la Humanidad, porque en vez de dar el pan verdadero, le brindan sólo aquello que es paja y tamo, e incluso muchas veces llegan a entregar cizaña.
Someted todo cuanto recibáis por inspiración o intuición a vuestro más riguroso análisis espiritual, y mirad que éste sea mesurado, profundo y cuidadoso y os aconsejamos que no decidáis nada en vuestra vida sin antes someterlo a ese análisis, que no es de la mente humana sino que viene del espíritu.
Muchos dioses pareciera tener la Humanidad, cuando vosotros bien sabéis que Dios sólo hay uno, un sólo pastor y un sólo rebaño; la división que cunde entre vosotros ha de quedar atrás y se reunirán, ante el llamado de Elías y en una sola magna congregación espiritual, todos aquéllos que son perseverantes y fieles.
Los que duermen en el camino pronto han de ver las consecuencias de la desidia, de la pereza y la apatía con la que tomaron las enseñanzas divinas, convirtiéndolas en algo inerte, en algo rutinario y que, en vez de permanecer a libros empolvados, debieron haber permanecido vivas en todos aquellos que seguís la voz del Señor, sin dogmas, sin anatemas y sin condenaciones de los unos a los otros.
Una y otra vez se os advirtió que veláseis y oráseis.
Una y otra vez se os dijo tambien que debéis estudiar y analizar, mas ¡cuán pocos fueron los que obedecieron y siguieron estos mandatos! Y ahi tenéis las consecuencias de esa indolencia.
Muchos que sintiéndose parte del pueblo escogido por el Padre, por esa misma negligencia y pereza han creado su propia doctrina y han acabado por convertir sus prácticas en una religión más.
Vosotros debéis estar encima de todo ello.
Alejaos de la tentación de lo fácil, porque el labriego se hace en la lucha y en el trabajo, no en la comodidad y en el descanso. Recordad que para el espíritu, el descanso equivale a la muerte.
No os conforméis con lo que sois y con lo que tenéis en lo espiritual, id siempre en busca de algo mejor, tocad con limpidez, respeto y veneración a las puertas de la sabiduría y veréis que éstas se abren de par en par.
Grandes misterios os han sido revelados de una manera tan sencilla que os asombra y os conmueve.
Aún mayores y más grandes lecciones vendrán en un futuro cercano, los pequeños darán testimonio de ello, por esto os encarecemos de que no descuidéis su educación espiritual.
¿Y qué mejor preparación y educación podéis entregar a vuestros hijos que vuestra vida límpida, vuestro ejemplo de caridad y de amor hacia toda la Humanidad? Que no os sorprenda el manto de la noche sin haber dedicado al menos unos instantes a la oración por aquellos que tristes, desconsolados y enfermos pululan en vuestro planeta.
¡Esa es vuestra misión, Israel! Traer la paz a las naciones, mas ¿cómo habéis de traer esa paz si rehuís una batalla que debe librarse frente a frente contra los errores y el pecado tanto vuestros como de la Humanidad, contra el engaño y la simulación?
Desterrad prontamente de vosotros prácticas materializadas, no toleréis más aquello que os atrasa, y mucho menos os embarquéis en controversias con quienes insisten en seguir en el error, que bien sabéis que estas disputas son estériles, porque el que iluminado por el Padre se encuentra, escucha la misma voz.
¿Cómo pensáis que podéis uniros con los que oyen otra voz y siguen otros dioses, como lo son la materialidad, el afán de los bienes fugaces del mundo o el egoísmo?
Perseverad, caminad con confianza, porque nosotros invisiblemente os acompañamos, obedientes al llamado del Padre y del Pastor espiritual Elías que cuida a su rebaño, y que protege los piececitos de todas sus ovejitas amadas; María la Madre vela por las doncellas y por las familias.
No atribuléis vuestro corazón, doncellas, con las tentaciones de la época porque en verdad son pasajeras y engañosas; levantad vuestra faz con sencillez y una entrega de pureza hacia la Obra divina.
Delicado cargo se os ha ofrecido a vosotras, varonas de Israel. En ese cargo lleváis también la fortaleza, la presencia espiritual de la ternura divina, que debiendo anidar en el corazón de la mujer, ha terminado por escapar ante la frialdad de las varonas, dejando huérfana a toda la Humanidad…
Las madres, esposas e hijas de Israel deben ser ejemplo iluminador, porque es a través de vosotras que entrará la regeneración a este planeta, entendiendo la regeneración como el volver a generar y dar vida a todo aquello que habéis perdido.
Amad a todos aquellos que os rodean.
Serán el hombre y la mujer del futuro, seres libres en el pensamiento la acción y la obra, seres libres de prejuicios y la ignorancia, varones y varonas de amplio criterio y de gran virtud en la Ley.
Descubrid ese tesoro que se os ha confiado, ese tesoro que está en vuestro corazón. Llevad adelante vuestra misión que el Padre y la Madre os bendecirán.
Vosotros, varones, tomad con presteza la guía que os corresponde, no una guía mantenida mediante la violencia y el abuso físico, sino por la fortaleza moral que da la razón, sed reflexivos y pacientes, atentos y cuidadosos con la compañera que se os confió, pues es vuestro tesoro.
Y asi como debéis saber enjugar una lágrima, sabed también prodigar una sonrisa.
Que el rostro severo del padre, cuando contemple al hijo caer en un error, se convierta después en la dulzura del amigo y del maestro que guía, enseña y conduce.
Revestíos de paciencia, porque dura será la lucha de vosotros en un mundo que ha cambiado sus valores, y se ha entregado al cultivo del materialismo y al culto de otros dioses, dioses falsos, que ofrecen riqueza y tranquilidad, y a cambio dejan miseria, desolación.
No temáis cuando escaseen las pequeñas monedas, porque el Padre os prodigará todo aquello que os es necesario y aún mas; no desesperéis.
Caminad también con confianza y sed el apoyo y el báculo en que se finque la armonía de la familia y el bienestar de los hogares.
Comprended,varones, que también delicada es vuestra misión, y el varón israelita tuvo ya grandes ejemplos que debeis seguir, y que se encuentran en Abraham, Isaac y Jacob así como en los hechos en la vida de ese Maestro dulce, revestido de fuerza y de virtud que fuera Jesús, ¡he ahí los modelos a seguir!
Sed justos pero también sed astutos; sed virtuosos pero también sed valerosos.
Cátedra Divina – 16 de Junio 1999
La comunicación de espíritu a espíritu es la forma natural, sencilla y lógica que desde la eternidad ha existido para que el Padre y Sus hijos hablen.
Antes que los mundos fueran, antes de la creación del universo material vosotros hablabais conmigo y Yo hablaba con vosotros directamente. ¿Cómo podría haber sido esto sino a través de la comunicación de vuestro espíritu con el mío?
Y por ello os digo que en este tiempo, la llegada de la etapa en que habríais de comunicaros conmigo nuevamente por medio de vuestro espíritu habréis de verla no sólo como un progreso sino también como un retorno, el retorno de la forma verdadera de comunicación con la Divinidad que por tantos milenios habíais olvidado y que existe en vosotros desde vuestra formación espiritual.
En el principio del hombre en este planeta la comunicación de espíritu a espíritu era la manera en que el Adán y la Eva de la parábola, símbolo de las primeras generaciones humanas, recibían mis consejos paternales, mis mandatos divinos y todo cuanto les era necesario para conservarse en la gracia primigenia de la que doté al espíritu encarnado para su tránsito en la vida material.
Mas cuando vino la primera desobediencia ya en materia, aquella que tenéis descrita en la parábola de la pérdida del paraíso, junto con ella llegó algo más: la vergüenza.
Comprended que no fui Yo quien puso ese sentimiento en vosotros, porque debéis saber que en el varón y la varona existen sentimientos altos, puros y bellos que son con los que Yo os he dotado desde un principio, pero también, junto a ellos, existe otra clase de sentimientos no creados por Mí sino por vuestro libre albedrío y estos son bajos, engañosos, en muchos casos materiales y por lo tanto pasajeros.
Unos, los primeros, que emanan de vuestro espíritu, os acercan a Mí; los otros, que emanan de vuestra mente humana, del mal uso del libre albedrío que da pie a la materialidad y la confusión, por el contrario, os separan de Mí.
Y la vergüenza pertenece a estos últimos; cuando ante la primera falta vuestros primeros padres sintieron que la vergüenza nacía en ellos, se escondieron de Mí y en ello veis cuánta inocencia había todavía en ellos, pero también, cuánta ignorancia llevaban en sí.
Creyeron, como mucho de vosotros ahora, que podían esconder de la mirada del Padre sus faltas y sus imperfecciones.
Confundieron, como muchos de vosotros, el arrepentimiento con el remordimiento y el pudor con la vergüenza, y así, llegaron hasta vosotros estas confusiones, mismas que en este tiempo de luz vengo a apartar de vosotros con la sabiduría que vierte mi palabra sobre vuestro espíritu.
A partir de ese momento, tuve que manifestarme ante ellos a través de los elementos de la Naturaleza material, y por ellos sabían que algún acto suyo contravenía los designios divinos cuando veían la furia de los elementos naturales desencadenarse, así como comprendían que cuando éstos eran amistosos y benéficos, significaba que estaban en obediencia de mi Ley divina.
De tiempo en tiempo, envié a espíritus de alta luz para venir a habitar entre vosotros, espíritus que os mostraban que había una forma más elevada de comunicarse con Dios, esa comunicación de espíritu a espíritu que las transgresiones a la Ley así como la vergüenza en los hombres había convertido en algo difícil y hasta imposible de ser llevada a la práctica por esas generaciones.
¿Cómo pensáis que se comunicaban Conmigo Elías, Eliseo, David y el mismo Moisés? ¿Creéis que los grandes profetas de Israel recibían mi voz humanizada o era su intuición despierta la que atendiendo a la conciencia permitía la comunicación espiritual profunda e intima con Su Padre y Señor, a través de la cual me derramaba en profecía, en inspiración, en profundas lecciones, en advertencias amorosas? Repasad las escrituras de los tiempos pasados y hallaréis múltiples testimonios de que la comunicación de espíritu a Espíritu ha sido constante en la jornada del hombre sobre la Tierra.
Y llegó Jesús; nunca antes se os había dado un ejemplo más maravilloso de cuanto la comunicación verdadera con el Padre puede lograr en un ser humano; porque Jesús, siendo divino por el espíritu que le animaba, era completamente humano, pero Su humanidad era armoniosa, perfecta.
Sin contradecir las leyes naturales, el dulce Rabí de Galilea vivió de acuerdo con todas y cada una de las leyes espirituales.
Y ¿cómo pensáis que Jesús se comunicaba con Su Padre? ¿Creéis que practicaba la oración hueca y vana con la que los hombres de todas las épocas han creído agradarme?.
Aprended a analizar la oración modelo que Él os dejara como ejemplo, aquella que conocéis como Padrenuestro, y ved que en Sus siete partes se encierran los principios de la verdadera comunicación de espíritu a Espíritu.
Ved cómo desde la primera frase se os entregó la guía para que paso a paso fueseis entrando en la verdadera comunión con vuestro Señor hasta llegar a la última parte, donde os enseñó que la aceptación de la voluntad perfecta, sabia y amorosa del Padre es el sentido, el propósito verdadero de la comunicación de espíritu a espíritu porque es aquella que os acerca al bien y os libra del mal.
Me preguntáis: ¿Padre, entonces la oración es la comunicación de espíritu a Espíritu? y el Padre os responde: Si, mis hijos, la oración verdadera es la comunicación de espíritu a Espíritu llevada a su máxima elevación, porque en ese momento, nada se interpone entre vuestro espíritu y el Mío.
Lejos quedan las pasiones e influencias de la materia, lejos quedan el pecado y la vergüenza ante la Divinidad, vergüenza que nunca deberíais haber puesto como barrera entre vuestro espíritu y el Mío; lejos también quedan la vanidad y la soberbia, el egoísmo y el materialismo.
En ese instante de verdadera elevación espiritual, vuestro espíritu se funde momentáneamente con el Mío y entráis brevemente dentro de la eternidad, os asomáis a la suma perfección del Padre, y es cuando mi Arcano se abre para vosotros y tomáis todo cuanto corresponde a vuestra evolución y a vuestras necesidades verdaderas, os revestís de fuerza, de entereza moral y de gracia y conocéis la verdadera paz.
Cuando esa comunicación entre vuestro espíritu y el Mío llega a su máxima expresión, no encontráis en el Padre reclamo alguno, no experimentáis en vuestro ser vergüenza ni temor, no hay nada que se interponga entre vos y Yo.
Es el momento del éxtasis verdadero, de vuestra apoteosis esencial, del abrazo entre el Padre y el hijo.
Y ¿qué os pide el Padre para que logréis llegar a tener de nuevo esa facultad en vosotros? Os pido limpidez, os pido entrega, os pido fe.
No os pido perfección porque lejos os encontráis aún de ella y os vuelvo a decir: No es la perfección la que os lleva a la comunicación de espíritu a Espíritu, sino que por el contrario, es a través de la comunicación entre el Padre y el Hijo como os asomaréis al cielo de la perfección, y el anhelo vuestro por permanecer en ese estado os servirá de estímulo y de aliciente una vez regresado el espíritu a la lucha material de todos los días.
Cada día encierra una prueba y una lección para vosotros si sabéis comprenderlo, pero os digo que también encierra una oportunidad para platicar con vuestro Señor.
Y en esa plática encontraréis todo cuanto precisáis para hacer vuestra vida más elevada, más armoniosa y os prometo que llegaréis a ser dichosos en esta vida, no con esa falsa dicha que muchas veces queréis encontrar en las satisfacciones de vuestra materialidad, sino la verdadera felicidad que solo se encuentra a lado de vuestro Creador.
La limpidez que os pido os requiere despojaros de muchas cosas que consideráis como sagradas o queridas en esta Tierra, y la primera de ellas es vuestra personalidad.
Comprended que si persistís en continuar rindiendo culto a vosotros mismos a través del cultivo de vuestra personalidad tanto moral como física, os será imposible esa fusión con el Espíritu del Padre.
El mundo os empuja a engrandecer vuestra personalidad y ved los resultados en todo cuanto os rodea: guerras, pestes, enfermedades, injusticia, miseria moral y humana.
¡Ah! En verdad si los hombres de este tiempo elevaran su espíritu y pensamiento aunque sea por unos instantes para entrar en comunicación con mi Espíritu, veríais la paz inundando al Planeta y os digo: os bastaría un solo día para terminar con las guerras, con las separaciones artificiales entre unos y otros, para desterrar la pobreza, la injusticia y la maldad.
Sé que esto hoy os parece imposible, que os suena como una fantasía, pero todos aquellos que se han elevado en espíritu han visto los albores de la llegada de ese día; nada podrá detener el arribo de esa alba esplendorosa que tengo reservada para todos mis hijos, vuestra llegada a esa meta es inexorable, nada ni nadie podrá impedirlo.
¿Queréis vosotros también conocer algo de eso que os espera a todos? Limpiad, en las aguas del arrepentimiento, vuestra mente y corazón de todo bajo impulso, de todo sentimiento de inútil vergüenza, de toda baja pasión o idea material y egoísta, despojaos aunque sea por un instante de vuestros prejuicios, de vuestra personalidad y de todas esas cosas materiales que os son tan queridas y en verdad, podréis entrar suave y sencillamente en el Reino donde el Padre os espera para platicar íntimamente con vosotros, sin intermediarios, sin barreras, sin limitaciones.
Sed tengo de vosotros, mis hijos, sed de derramarme en vosotros y de que vosotros os derraméis en Mí, hambre tengo de vuestra presencia en mi Reino.
Me rodean innumerables legiones de alta luz que me rinden culto y pleitesía eternamente, pero jamás la felicidad del Padre será completa sin la presencia vuestra, sin la presencia de todos y cada uno de Sus hijos.
Venid a mí, no retraséis más el momento del encuentro entre el Padre y el hijo.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – Mayo de 1999
Comprended que con cada pecado que cometéis, añadís un nuevo tramo al camino de vuestra restitución espiritual por donde habréis de transitar de retorno, volviendo sobre vuestros pasos, para lograr regresar al estado primigenio de pureza con el que brotasteis del Padre.
Ved que os digo pureza, la que no debéis confundir con la perfección.
Os dije antes que la perfección solo la logra el espíritu por medio de su evolución; en cambio, todos estáis dotados de pureza desde el momento mismo en que brotasteis a la vida, pureza que proviene de la inocencia.
Todo espíritu, al nacer a la vida es dotado por el Padre de los mismos atributos y dones, y dentro de ellos se encuentran el libre albedrío y la conciencia.
Mas si todos fuisteis iguales al brotar de Mí, ¿qué es entonces lo que motivó que unos cometieseis errores que os llevaran a alejaros de la mansión del Padre, mientras que otros espíritus permanecieron a mi vera?
Es tiempo ya de que os explique esto.
En el momento mismo de comenzar vuestra vida espiritual, todas vuestras facultades y atributos estaban ya en vosotros; unos en plena vigencia los cuales pudisteis ejercer de inmediato, y otros que se encontraban en potencia, esperando por su desarrollo, el cual habría de ser llevado a plenitud después de una jornada de evolución y de aprendizaje.
Fue por virtud de aquellas facultades y atributos que comenzasteis a poner, por vosotros mismos, en vuestra incipiente vida espiritual las características que luego habrían de definiros como individuos.
No es el Padre quien os fija aquello que determina vuestro carácter; todos tenéis la misma herencia divina, pero toca a cada espíritu ir labrando, paso a paso, hecho tras hecho, pensamiento tras pensamiento, todo aquello que ha de construir su carácter.
Hoy, mucho tiempo después, esto os parece ser lo contrario, pues creéis que es vuestro carácter el que rige y norma vuestros pensamientos, palabras y obras, pero de cierto os digo que al principio esto no fue así.
Vuestro libre albedrío y vuestra conciencia se encontraban activos desde el principio de vuestro ser, mas siendo la conciencia perfecta e inmutable, permaneció invariable ya que no está sujeta a evolución, a diferencia de vuestro libre albedrío, el cual vais desarrollando tal y como todos los demás dones, de manera gradual.
¿Podría el Padre haberos puesto en total uso de vuestro libre albedrío desde el primer momento de vuestra vida espiritual? No mis hijos, porque aun estando en vosotros la conciencia, no podría ésta seros útil sin antes haberse expandido vuestro libre albedrío, y esto solo se logra por medio de su ejercicio, de su puesta en práctica.
Fue entonces cuando comenzaron los primeros errores, y en verdad os digo que absolutamente todo espíritu ha cometido, al menos en su infancia espiritual, errores que le han servido para aprender y para perfeccionarse.
Similitud de ello tenéis en vuestros hijos pequeños que con sus primeros pasos, van adquiriendo la destreza necesaria para aprender a caminar.
Mas durante ese proceso, vuestro libre albedrío tuvo efecto también sobre vuestro propio ser, marcando características propias que os han acabado por diferenciar de los demás.
Y así, mientras a unos, su carácter les permitió aceptar humildemente las reconvenciones y amorosas amonestaciones del Padre, asimilándolas y evitando con ello mayores errores, otros, en uso también de su libre albedrío, manifestaron su carácter rechazando toda corrección y trayendo como consecuencia de sus decisiones, el cometer nuevos y mayores errores.
Mientras unos fueron perfeccionando y elevándose, errando y aprendiendo de inmediato, otros caísteis de pendiente en pendiente hasta llegar a crear, virtud a vuestro don de creatividad, inusitados modos de vida y dentro de ellos, habéis creado el mal.
Sí, mis hijos, el mal no es obra divina, no es parte de la Creación del Padre. ¿Cómo podría serlo si el Padre es todo bien y todo amor, cuando todo en Dios es perfección? ¿Creéis por ventura, que como parte de vuestra herencia divina llevasteis desde vuestro principio la semilla del mal?
De la nada, nada puede brotar; si brotó el mal, entonces ¿de dónde vino? De vuestro carácter, el cual por decisión propia, hicisteis rebelde y desobediente.
Es natural que después de caer tanto como consecuencia de la desobediencia, el espíritu sienta que una fuerza mayor que él le oprime y le mantiene atado a las bajas pasiones y a las malas influencias.
Ved que os he hablado de vuestro carácter, de vuestra individualidad, mas no les confundáis con la personalidad, esa máscara de hipocresía a cuyo cultivo tantos de vuestros hermanos dedican todos sus afanes, convirtiéndose en misioneros de sí mismos y cayendo cada vez más en el abismo del odio, la intolerancia y el egoísmo.
Y me preguntáis: «Padre, ¿existe una cumbre de perfección para el espíritu? Y el Padre os responde ahora: «Si, mis hijos, existe una cumbre de perfección para el espíritu de los hijos; mas sin embargo, nunca llegará el hijo a ser igual al Padre, porque la perfección divina está más allá de lo que vosotros podéis comprender».
No os dije esto antes porque no lo habríais comprendido, pero vuestra evolución ha llegado al punto en que cosas que antes os hubieran turbado, hoy os iluminan el camino.
Así podréis comprender ahora que una es la perfección del Padre y otra es la perfección del hijo.
Mirad: Así como en vuestra vida humana cubre el hombre varias etapas ascendentes hasta llegar a la final donde culmina su vida en cuanto a la carne, a similitud, en el espíritu vais ascendiendo de morada en morada hasta llegar a la apoteosis de vuestra evolución, donde vuestra pureza no es ya nacida de vuestra inocencia, sino que procede de vuestra sabiduría, sabiduría que habéis adquirido después de una jornada que fue plena en experiencia y en aprovechamiento de las lecciones aprendidas durante la misma.
¿Es este el final de vuestra vida como espíritu? En verdad os digo que no, que es apenas cuando comenzará vuestro principado a mi diestra, ocupando el digno lugar que he reservado para cada uno de vosotros, lugar que nunca debisteis haber abandonado y donde como príncipes de la Creación, asumiréis vuestras nuevas y elevadísimas tareas con vuestros hermanos menores, colaborando de manera completa y perfecta con la divina Obra de amor del Padre.
Os he hablado también de los lazos invisibles que unen a cada uno de los espíritus entre sí y a éstos con su Señor; ahora es tiempo de explicaros que esos lazos son conductos de amor, son semejantes a rutas luminosas por donde fluyen pensamientos y vibraciones en un sentido y en otro.
Es a través de esos lazos que os comunicáis espiritualmente entre unos y otros, y es por medio de ellos que vuestro espíritu se comunica con el Mío y por donde, ahora, habéis aprendido a recibir la comunicación de mi Espíritu con el vuestro.
Por esos conductos eternos e inmortales, llegan a vosotros ideas, pensamientos e intenciones, y por medio de ellos también, enviáis a su vez los vuestros.
Todos sois depositarios de una fuente inmortal de salud y bienestar espiritual; cuando enfermáis es porque habéis cerrado la puerta de vuestro ser a los beneficios que emanan de esa fuente inagotable de amor.
Pues bien, es a través de esos lazos de amor que puede fluir la salud de un espíritu al otro; es así como Jesús curaba, transmitiendo por medio de la caridad que es amor, curación espiritual y sanación hacia el espíritu enfermo y a la materia por añadidura.
¿Puede enfermar el espíritu? En verdad que sí, muchas y variadas son las enfermedades que pueden aquejar a un espíritu; la tristeza, la desolación, las bajas pasiones, los vicios, la mala voluntad y la poca fe son algunas de las enfermedades de vuestro espíritu, mismas que por consiguiente se propagan a la materia.
Los médicos materiales sanan al cuerpo, pero al espíritu ¿quién le sanará? El espíritu.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – Las Gotas del Amor
Llega vuestro espíritu ante Mí y me pregunta: Padre, ¿qué es el amor?
Y el Padre os responde:
Amor es el principio y el final de vuestro espíritu, porque de él brotasteis y a él habréis de regresar.
El amor verdadero es incondicional, sublime, infinito.
Voltead vuestra mirada y contemplad los campos, y les encontraréis llenos de ejemplos que os hablan del amor.
Ved los árboles, cómo año tras año, incansablemente, os brindan sus frutos sin reparar si estos son bien o mal recibidos, sin importar si caen en el suelo o las aves se los llevan, o si el viento los toma y los dispersa para que de su semilla broten nuevos árboles y nuevos frutos.
De esta manera deben ser también vuestros frutos, así debe ser vuestra misión de amaros los unos a los otros como Yo os amo y con ello estaréis imitando a vuestro Maestro; amad sin poner precio a vuestro amor, sin esperar recompensa alguna.
Como vosotros, los árboles tienen también su tiempo para crecer, su tiempo para dar fruto y después del otoño y del crudo invierno, tienen también su tiempo para renovar su follaje y volver a dar fruto.
Vosotros también sabéis de la primavera que es símbolo de la niñez, cuando todo se cubre de flores y de aromas deliciosos; conocéis también del verano, símbolo de vuestra juventud, donde el calor llena vuestra vida; sabéis también del otoño, cuando la madurez llega y a similitud de las hojas de los árboles al caer, caen de vosotros vuestros errores y recogéis a cambio la experiencia; y finalmente, llega la ancianidad, el invierno, cuando la blancura cubre vuestras sienes y una vez enfriadas las pasiones, repasáis todo cuanto antes habéis hecho.
Y así como al comenzar un nuevo año, los árboles vuelven a tomar vida, así también tomáis vida de nuevo vosotros cuando llegáis a encarnar en una nueva materia, por medio de la cual rendiréis también, a su debido tiempo, frutos de vuestro propio árbol.
Hijos míos, imitad a esos humildes árboles y dad fruto, dad sin cesar, sed alimento para todos cuantos os rodeen sin tomar en cuenta ingratitudes, traiciones o despojos; sed sombra para el caminante y refugio para las aves que van y vienen, no veáis abuso en quienes tomen mucho de vosotros, ved en ellos únicamente su necesidad, y a semejanza de los árboles, perfumad el hacha que os hiere con el suave aroma del perdón verdadero.
Y cuando sintáis desfallecer en la jornada, agobiados ante el peso de vuestras tareas de amor, mirad la hierba de los campos que en el estío pareciera morir; ved cómo basta un poco de agua para revivirla de nuevo; permitid así que el rocío divino reavive en vosotros el fuego del amor verdadero, amor que únicamente puede provenir de vuestro espíritu, porque Yo lo deposité en él al crearos, todos estáis dotados de ese mismo amor perfecto que es atributo divino.
El mundo os entrega otra lección, no la escuchéis porque en ella va la muerte de todo cuanto habéis labrado en vuestra experiencia recogida a lo largo de vuestras vidas.
El hombre y la mujer profanan en este tiempo el sublime mandato que os entregara el dulce Jesús; vedlos caminar por su vida sin amarse los unos a los otros, ved cuanto vacío en su vida, cuanta tristeza y soledad dejan a su paso, ved los hogares destruidos, las familias desunidas y la amargura y desengaño en los frutos de esas uniones, los hijos.
Ved a la niñez bendita perder su inocencia, muchas veces por la misma mano de quienes deberían ser custodios de ella.
No es eso lo que el Padre quiere para Sus hijos muy amados, mi enseñanza divina y mi Ley, os conducen por un camino muy diferente.
El que no ama es como la higuera de la parábola que no da fruto y por ello, más le valiera secarse, porque así, nadie le pediría nada.
Comprendéis ahora el significado profundo de esa lección del Maestro cuando ante la mirada atónita de sus discípulos, reprendió a la higuera estéril.
Y vosotros, decidme, ¿queréis ser vida para los demás o queréis ser como plantas parásitas que toman mucho sin dar nada a cambio?
Y cuando veáis apagar o desfallecer el fuego del hogar, avivadlo con vuestro soplo, el soplo del amor de vuestro espíritu, y veréis maravillados cómo esa brasa que sentisteis apagada y fría, renace y vuelve a irradiar calor y luz.
¿Creéis que de las cenizas brotará otra vez fuego si antes no las aviváis?
Una nueva etapa se ha abierto ante vuestras vidas, una etapa donde la tentación y el mal acechan por todos lados; ved cómo el enemigo no respeta nada ni a nadie, nada hay sagrado para él, los mismo os ataca a vosotros, como asola a la misma naturaleza, mas todo esto lo permite mi voluntad para prepararos para esa batalla final que llegará cuando el hombre menos lo espere, batalla que se acerca a vosotros a pasos agigantados.
En esa batalla final que será la del bien contra el mal, deberéis esgrimir vuestras mejores armas, que son las del amor, la vigilia y la caridad; vuestro escudo es la oración y vuestro manto es la piedad, manto con el que cubriréis a los caídos en esa batalla para guarecerles de las inclemencias y del fuego del combate.
En esa batalla final, el mal tratará de asediaros en todos los aspectos de la vida; os atacará por el Norte, por el Sur, por el Oriente y por el Occidente, y sentiréis por momentos que toda salida os es denegada; pero bastará con que levantéis la mirada a los cielos y entonéis un cántico de amor y perdón, y como sucediera en el Segundo Tiempo, la fe os levantará por encima de la tentación y de las pruebas a las que os sometan vuestros verdugos.
Y recordad lo que antes os dije, no es vuestra sangre ni vuestra muerte lo que la humanidad necesita, no, ese tiempo ya pasó; lo que es menester ahora, es que deis vuestra vida en una entrega infinita de amor, manifestada en cada instante de vuestra existencia.
Cubrid todo de amor y el amor os cubrirá a vosotros, tal será vuestra cosecha; no importa que no la veáis de inmediato y ni siquiera sabéis si os toque contemplarla en esta vida, pero sabed que Yo la pondré en mis graneros divinos y cuando sea llegado el tiempo, os la regresaré multiplicada al mil por uno.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – 2 de Abril de 1992
La materia, materia es.
No debéis atribuirle a ella las tendencias que vienen del espíritu, porque aun cuando éste fue creado con semilla de perfección, y esta semilla cuando es regada por las aguas de la fuente de la gracia, crece y puede rendir óptima cosecha, cuando el espíritu se halla en la carne olvida su origen y su verdadera naturaleza, sometiéndose a la débil materia, cuando es ésta la que debería ser regida por vuestro espíritu.
¿No os dije en Jesús que «el espíritu es fuerte, pero la carne es débil?»
Si fuera inexorable que el espíritu fuera quien se deba someter a la materia y las tendencias de ésta fueran más poderosas, entonces el reclamo de vuestro Padre no sería hacia vuestro espíritu, sino hacia vuestra materia, y eso, bien lo sabéis, no es así, puesto que vuestro espíritu, vuestro ser verdadero, es infinitamente más fuerte y poderoso que la misma Creación material toda.
Cuando vosotros unís vuestro libre albedrío a vuestra conciencia, conquistáis entonces la libertad; porque en la conciencia está la sabiduría y es ésta la que rompe las cadenas, cadenas que habéis creado con vuestro egoísmo y con vuestra soberbia; por eso el Maestro os dijo: «Conoced la verdad y esta os hará libres», ¿y de qué verdad hablaría Jesús sino de la que se encuentra en el fondo de todo espíritu, esa que llamáis conciencia y que es amor, amor y más amor?
No atribuyáis a pensamientos humanos lo que es divino; porque el amor del Padre por sus hijos es inexplicable para vosotros.
En vosotros, el amar es un deber porque fuisteis amados primero, y cuando ese amor se manifiesta en vuestros actos y rige vuestro libre albedrío, es en ese momento cuando sois verdaderamente libres, es entonces cuando vuestro espíritu despliega sus alas espirituales y no es más el reo de este mundo, porque en verdad os digo: sus alcances no conocen límite.
Pensad: Si brotasteis de mi Divinidad, algo tenéis de divino.
En este día os hago reflexionar sobre lo pequeña que en realidad es la tiniebla y lo escaso de los alcances de la tentación, aunque bien sé que en vuestro mundo veis las cosas de otro modo; os habéis acostumbrado tanto al mal, que llegáis a pensar que éste es eterno, y creéis que es parte de mi Creación; si así fuera, el mal sería eterno, indestructible, y ¿qué sentido tendrían entonces mi Obra y vuestra lucha si siempre fuera a existir el mal? Pero cuando os digo que os espera un futuro luminoso, quiero decir que finalmente destruiréis esas criaturas que habéis creado con vuestra soberbia y desobediencia, criaturas que son: el mal, la muerte y la enfermedad.
Comprended también que siendo éstas producto del hombre, necesariamente deben tener un límite y conocer un final.
En la escala de la eternidad el mal no tiene lugar, por tanto debéis comprender que todos vuestros afanes en esta vida humana, tienen un propósito elevado que es el de regresaros a la senda del amor del Padre.
Y si padecéis en materia, ved que esto es benéfico muchas veces para vuestro espíritu cuando eso está dentro de lo que Yo, el Padre, he puesto en vuestra vida; mas cuando habéis tomado por vuestra propia mano la justicia y habéis actuado como si no hubiera más Dios que vuestra razón, los frutos han tenido que ser muy amargos.
En vosotros existe la potestad de crear; esa potestad, cuando la orientáis al bien, es capaz de generar bendiciones y beneficios que os dejarían asombrados si comprendierais a qué grado las podéis llevar.
Elevad entonces vuestros pensamientos, limpiad vuestros propósitos, despojad vuestra vida de cuanto maligno se encuentre en ella, y estaréis regresando a ser como habéis sido cuando brotasteis de Mí.
¿No es mejor purificaros en las dulces aguas de la fuente de la gracia, que en las amargas aguas del arrepentimiento? ¿No es mejor un momento de dedicación que una vida de dolor? Mirad que no os exijo perfección, sólo os pido cumplimiento.
Ya no me verá el hombre descender a este planeta manifestándome en cuanto a lo humano, ya no me sentiréis en la tempestad como Moisés, ni oiréis mi voz en las montañas y explanadas como en el Segundo Tiempo; ni siquiera oiréis ya el arrullo que entregué a través de los portavoces humanos, sino que ahora es en lo más recóndito, en lo más íntimo de vuestro ser donde eternamente estaré hablando, como os he hablado desde un principio: en vuestra conciencia.
Comprended que si la Ley es amor, y que si os he amado desde antes de que existierais, entonces mi Ley ha sido también siempre en vosotros. Mi Ley os conducirá siempre hacia un puerto seguro y ese puerto seguro, es la perfección que a través de mi sabiduría os he venido a entregar.
Tomadla y llevadla en vuestros caminos, impartid caridad y perdonad a aquellos que os hayan ofendido, regocijaos con la risa de los niños y conmoveos con las lágrimas de los tristes. Así sabréis que debéis vivir para dar y no para recibir; recordad que antes os dije: «Es mucho más grande dar que recibir».
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – Abril de 1999
Vosotros estáis en Mí como Yo estoy en vosotros; ¿os habéis detenido a analizar y meditar sobre lo que esto significa?
Cuán sencilla la palabra, mas ¡cuánto encierra su significado!
Ved que en vosotros lleváis todo aquello que viene del Padre, mas también, cada vez que pecáis ponéis en Mí la carga de vuestras faltas; por ello os digo que soy vuestro Cirineo; al estar Yo en vosotros, también estoy en vuestra lucha y en vuestras vicisitudes, a veces como consejero, a veces como maestro, otras veces como doctor y siempre, siempre, como vuestro Padre amantísimo.
Os doté al crearos de libre albedrío, mas debéis comprender lo que esto también significa.
Así como sobre todos los dones, también sobre el libre albedrío puse la conciencia para que esta, al iluminaros, os guiara en el desarrollo de dichos dones para llevaros a la perfección.
Y todos esos dones que puse en vosotros no están atados al bien, porque justamente en ello está vuestro mérito, en darles cauce hacia el bien.
Ved, por ejemplo, cómo el uso de ciertos dones ha sido tomado por algunos con fines egoístas, lo que lejos de elevar su espíritu, les ha hundido en la más atroz materialidad. ¿Creéis acaso que mientras más usen sus dones de tal manera, obtendrán mayor gracia y por tanto, mayor perfección? No, porque desarrollo no significa perfección, así como en vuestro cuerpo la estatura no significa madurez moral. ¿No decís en vuestro mundo que no es lo mismo cantidad que calidad? Aplicad esta máxima a vuestros dones y os habréis acercado a la verdad.
Humanidad: El uso indiscriminado del libre albedrío, en vez de acercaros a la libertad os ha alejado de ella; mucho podéis hacer con vuestros dones, menos ser iguales al Padre.
Seríais entonces víctimas de esa falsa ilusión, de ese mal motivo que movió a los constructores de Babel, quienes queriendo llegar al reino de los cielos usando todos los recursos de los que les doté, en su soberbia e ignorancia únicamente llegaron a la confusión y a la división. No fui Yo quien les detuvo, fue su propia arrogancia.
Os dije que sólo la verdad os haría libres. Y algo más le dije a mis discípulos en aquél lejano Segundo Tiempo: Les manifesté que Yo era el camino, la verdad y la vida. Analizad esto con detenimiento y veréis cuán sencilla la lección es.
El camino es el cumplimiento de la Ley, usando todos vuestros dones y ejerciendo vuestras virtudes bajo la luz de la conciencia, y por ese camino llegaréis a la verdad, que es cuando realmente seréis libres, porque os habréis despojado de esa carga de desobediencias, pecados y faltas a la Ley que os quitan la paz y os alejan del Padre; entonces, sólo entonces, podréis conocer la verdadera vida, que es la que vibra en las altas mansiones del espíritu.
Bajo la luz de esta enseñanza ¿por qué piensan el hombre y la mujer que podrán alcanzar la libertad usando sin medida el libre albedrío?.
Por todo esto que os digo, sabéis que vuestra lucha mayor será contra la mentira, contra la impostura, y que no hay mayor causa para vosotros que la de dedicar vuestra vida a la búsqueda de la verdad, verdad que únicamente podréis encontrar en el amor de los unos a los otros.
Por el mal uso del libre albedrío, los hombres han caído víctimas de los vicios, por el abuso del libre albedrío, han caído en los pecados más abyectos; pues bien, por virtud de ese mismo libre albedrío, sólo que ahora iluminado por la luz de la conciencia, habrán de desandar, paso a paso, ese camino ancho y florido que los ha conducido hacia el abismo.
No desmayéis entonces en vuestro cumplimiento espiritual, porque ¿en que os aprovecha el decirme: «Padre, hágase en mi tu voluntad», si vuestros hechos desmienten lo que con tanta vehemencia me decís?
Mi voluntad es que os améis los unos a los otros, sin condición ni reparo alguno; mi voluntad es que os perdonéis mutuamente los errores y que levantéis al caído; mi voluntad, en fin, es que no haya ningún acto en vuestra vida que no sea guiado por vuestra conciencia.
Entonces, sólo entonces, en verdad estaréis haciendo mi voluntad de una manera sencilla, lógica, natural, y sólo entonces seréis libres, verdaderamente libres.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – Abril de 1999
Pueblo amado: Ninguno de los escritos de los tiempos pasados que han llegado a vosotros permaneció intocado; la codicia, el ansia de dominio y el fanatismo, que es ignorancia, fueron la causa de que aquello que mis enviados y profetas entregaran a la Humanidad, fuera alterado y contaminado con falsedades y mentiras.
Esta es la cizaña que deberéis apartar vosotros de ese verdadero trigo que ha sido la esencia de mi palabra manifestada por diferentes conductos a través de los tres tiempos.
No por ello deberéis entrar en disputas inútiles con quienes ciegamente creen que en los libros de las diversas religiones, a los que juzgan como sagrados, está contenida pura y perfecta la palabra divina.
Vosotros habéis ido comprendiendo bajo la luz de mis revelaciones del Tercer Tiempo, que junto a la esencia divina os han sido transmitidas profanaciones y falsificaciones.
Vuestra misión consiste en colaborar con Elías, quien como está profetizado, tiene el mandato divino de arrancar toda mala hierba de raíz para que ésta sea arrojado al fuego simbólico de la verdad.
Hoy, con diáfana claridad, surgen ante vuestra mirada espiritual en esos textos, las palabras y los pasajes que irradian la luz que mi Divinidad puso en ellos, y por contraste, veis de manera definida cuáles otros son no sólo de escasa luz, sino de gran tiniebla.
Es a partir de esas palabras y pasajes, unas veces alterados y otras añadidos por manos irrespetuosas y profanas, que las grandes religiones han construido sus tradiciones, ritos, teologías, y lo que es más grave, sus interpretaciones a la ley divina que tanto han confundido a los hombres.
Entregando a sus hermanos mandamientos de hombres como si fueran mandamientos divinos, los falsos profetas, los impostores y los escribas indolentes de antaño, profanaron la Ley que depositara Yo, promulgándola, en Moisés, convirtiendo lo que es sublime, eterno y de origen divino, en algo mundano, temporal y bajo.
Ved cómo de la Ley que Yo entregué al espíritu para que por ella mis hijos hombres condujeran sus pasos tanto en la vida espiritual como en la material, los desobedientes y blasfemos hicieron cuanto quisieron hasta trocarla en algo terrenal y carnal.
Ciertamente habrá una gran lucha una vez que comencéis a compartir con vuestros hermanos todo aquello que os he enseñado e inspirado, no tan sólo en la etapa de la comunicación por el entendimiento humano, sino de manera más importante, en ésta que es la de la comunicación de Espíritu a espíritu.
Habéis visto con asombro, cómo al retornar los escritos de los tiempos pasados a vuestras manos, podéis distinguir, separándolo, lo bueno de lo malo, lo puro de lo contaminado y lo divino de lo profano.
Vuestras explicaciones y razones serán de una contundencia tal, que muchos temblarán al escucharlas y otros, turbados y aferrándose a su fanatismo, os combatirán sin tregua porque la luz que irradie de cuanto diréis y escribáis, será como un torrente que arrase con sus ideas y sus creencias basadas en el engaño y la falsificación.
No por ello os autorizo a que irrumpáis en el seno de las diversas congregaciones de vuestros hermanos para destruir su fe y sus convicciones, no.
Esta misión de llevar esta luz divina la tienen hermanos vuestros que, habiendo nacido y vivido en medio de las religiones y sectas, manifestarán entre ellas lo que mi voluntad les hará llegar de ese conocimiento que he entregado a vosotros, y debido a la posición en que Yo les he puesto, habrán de ser escuchados aunque no todos les concederán la razón, desatándose así la contienda entre los que creerán, avanzado y elevándose y los que negarán, hundiéndose en el abismo del fanatismo.
¿Significa esto que callaréis cuando llegare alguien ante vosotros a interrogaros sobre lo que pensáis o creéis? Ciertamente que no; pero así como debéis poner cuidado cuando respondéis a vuestros pequeños, quienes llevados por su sana curiosidad, os interrogan acerca de las cosas de la vida humana, hablándoles de acuerdo con su edad y desarrollo emocional, con ese mismo cuidado y miramiento deberéis responder a la curiosidad de vuestros hermanos en las distintas religiones, dándoles a probar de aquello que tenéis, únicamente en la medida que por medio de vuestra intuición consideréis que ellos deban conocer.
Si ellos precisaran de más, tened por seguro que regresarán, pidiendo más, y os escucharán con atención y con respeto. No sabéis si detrás de esa curiosidad, se esconde un nuevo labriego en la Obra divina.
Permaneced en vuestros puestos, no titubeéis al pensar que escasos sois todavía en número; vosotros no sabéis a cuántos de vuestros hermanos en los diferentes continentes e islas de vuestro planeta han llegado copias de vuestros escritos, como también ignoráis cuántos de aquellos que no conocéis, son los intuitivos de los que antes os hablé y que en el momento indicado por mi Providencia, se levantarán en medio de las comunidades donde viven para entregar, palabra a palabra, hecho por hecho, lo mismo que vosotros tenéis como herencia divina.
Sabéis ya que no todos aquellos mandamientos que se atribuyen a mi divinidad son ciertos; os es fácil descubrir la impostura con el sencillo procedimiento de preguntaros de cómo habríais de cumplirlos si estuvierais en espíritu, carentes de un cuerpo y de una vida material.
Y así, os ha resultado evidente cuáles mandamientos son de Dios y cuáles son de hombres.
Poseéis también, en los escritos del Segundo Tiempo, las palabras de Jesús las cuales, al estudiarlas, os han revelado cuáles eran para Él, los mandamientos verdaderos.
También en esos pasajes ha habido intervención humana y por tanto, no están exentos de pequeños errores que vuestro análisis espiritual y elevado descubrirá, permitiendo así que brille de manera concisa e inconfundible la verdad.
Este es el primer paso para esa gran labor por medio de la cual serán fundidos en uno solo los tres testamentos, y en ese gran libro estarán contenidos los tres legados que os he entregado: el de la Ley que os conduce, el del amor que os eleva, y el de la sabiduría que os perfeccionará.
Delicada es vuestra tarea, y no os abrume la importancia que ella reviste porque en verdad, no todo os corresponde hacer a vosotros; mi guía divina fluye en vuestro espíritu cuando os eleváis, permitiéndoos escuchar potente y definitiva, la voz de vuestra conciencia, que es dónde está grabada la Ley eterna de Dios.
Tampoco os turbe el sentiros pequeños cuando veáis que hermanos vuestros manifiestan dones que aparentemente vosotros no poseéis; os hablo así porque dudáis de vuestro avance cuando sintiendo no haber sanado a los enfermos, veis que otros con facilidad les hacen sanar de la materia; pero a ellos yo les pregunto: ¿Y a su espíritu, cuándo le sanaréis?.
Israel, estáis en pleno desarrollo de vuestros dones espirituales y si vosotros rendís culto a un Dios que es espíritu, ¿no es de esperar que Yo despierte primero en vosotros aquellas facultades que sanen al espíritu antes que a la materia? Tenéis a los médicos que iluminados por Mí, curan a la materia y también veréis a seres, que sin ser médicos, sanarán a las materias de forma que muchos considerarán portentosa y que no será otra cosa que un pequeño prodigio material, pero a vosotros os he hecho médicos del espíritu: esa es vuestra verdadera labor.
Porque el prodigio material todos lo pueden ver, aún los ignorantes, pero el verdadero prodigio espiritual ¿quién lo puede ver? Solo Yo, vuestro Padre.
Y no es que no os conceda curar también a la materia, pero recordad que ésto se os da por añadidura.
Así, poco a poco, al ir avanzando en el desarrollo de vuestros dones que comenzó desde tiempo atrás, llegará el momento en que no sólo curaréis a vuestros hermanos de las enfermedades del espíritu, curación que es eterna, sino que también lograréis sanar a las materias, aun cuando esta sanación tiene un límite, pues no extiende sus efectos más allá del momento de la muerte.
Por esto comprenderéis que la curación del espíritu es infinita, ilimitada y que la de la materia, por el contrario, no lo es.
Contestaos a vosotros mismos: ¿Cuál de las curaciones queréis alcanzar? ¿La espiritual que no tiene final aunque es invisible, o la material que siendo perceptible por la mirada humana, es limitada y escasa?
Se suceden las vidas humanas en este planeta, unos espíritus llegan a encarnar mientras otros parten al valle espiritual, y bien sabéis que esto es cosa de todos los días; y yo os pregunto: ¿Cuál será vuestro legado cuando llegue el momento de que Yo os convoque al valle espiritual? Tened fe, obedeced y yo os prometo que no habréis de llegar con las manos vacías ante Mí como tampoco dejaréis la cesta vacía para quienes os sigan en el camino en vuestra vida humana; por el contrario, la dejaréis llena de las espigas y de los frutos que vuestro trabajo, contínuo y persistente aunque aparentemente pequeño, ha depositado en ella, a semejanza de las pequeñas hormigas, que día a día, cumplen humilde y calladamente, con su importante trabajo.
Así sed vosotros, pequeños y diligentes trabajadores de la campiña divina.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – Febrero 27 de 1999
Vosotros, como espíritus, sois la causa de la existencia de la Creación material. No os asombre entonces cuando el Padre os diga que cada uno de vosotros es más grande que el sol que ilumina vuestro planeta, y que el mismo Universo que os cobija en vuestro camino de perfeccionamiento espiritual.
Israel no debe ser el pueblo de espíritus tímidos, empequeñecidos ante la magnitud de una tarea que rebasa todo lo humano, porque, de verdad, la Obra Espiritualista Trinitaria Mariana, cubre mucho más que lo material.
¿Qué sabéis vosotros del orden verdadero que rige todas las cosas? Poco, muy poco, porque vuestra vida espiritual os tiene deparadas en el futuro, infinitas sorpresas que emanan del absoluto que es el amor divino.
Hoy, humanidad, estáis en el borde del fin de una etapa y el comienzo de otra; cada etapa ha estado significada por acontecimientos que os hacen comprender el tiempo en que vivís; pero dormís, y habéis creado una falsa ilusión de dominio y de señorío sobre vuestros actos y los alcances de vuestro libre albedrío.
Mis profetas os advirtieron que para cuando el tiempo de la retribución sea llegado, vuestra ciencia humana adelantaría en gran manera.
Sois capaces ya de surcar los cielos más velozmente que las aves, os sumergís en los océanos y no hay rincón de vuestro planeta que no creáis haber conocido y explorado, mas ¿dónde está la paz, dónde la justicia y dónde el adelanto verdadero como raza predominante en el planeta? Y es que os habéis olvidado de la Ley, y queréis sujetar vuestros actos a los dictados de vuestros limitados y muchas veces mezquinos intereses materiales.
Es este el tiempo en que se levantarían padre contra hijo, hijo contra padre, hermano contra hermano y esposa contra esposo, e Israel no iba a ser la excepción.
En el seno de vuestros hogares penetra sutilmente la tentación y la confusión cual lepra material que todo lo invade, sin respetar nada.
En aras del egoísmo y la personalidad consumen el hombre y la mujer todo aquello que les ha sido confiado para su cuidado, y convierten este mundo de promesas y posibilidades en un valle de lágrimas y de lamentaciones.
Mas cuando lográis elevaros por un momento por encima de la miseria humana, llega hasta vosotros la esplendorosa luz del Padre, y os hace entender la razón verdadera de vuestra misma existencia sobre la faz de esta tierra.
Legiones espirituales están prestas a luchar a vuestro lado contra la tiniebla, contra la obcecación, contra la obsesión material y contra la tentación; mas para uniros a esas mis huestes espirituales, es necesario que os despojéis de todo aquello que contamina vuestro pensamiento, nubla vuestro corazón y debilita a vuestro espíritu.
Todo os es lícito, mas no todo os es conveniente; todo está al alcance de vuestra mano, mas no todo os vivifica. Y ved cómo la humanidad, erigiendo su libre albedrío en un dios al que rinde culto, ha perdido a cambio la libertad.
«Conoced la verdad y la verdad os hará libres», os dije en Jesús. ¿Habéis comprendido el significado de estas palabras, Israel? Porque levantáis ante vuestro Señor la interrogante de Pilatos: «¿Y qué es la verdad?». La verdad viene de Dios, y esa verdad vive en vosotros, porque sois prueba misma de la existencia de esa verdad suprema. Y esa verdad es el amor.
Amor: palabra incomprendida por los hombres y mujeres; y ved cómo confunde la humanidad el amor con las pasiones de la carne.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – 11 de Enero de 1988
Cuando me manifesté a través del entendimiento humano, no os pude revelar muchas lecciones con toda la luz que ellas contienen, porque vuestro espíritu todavía no estaba preparado para ello.
Mas como os prometí, os vengo a daros nuevas revelaciones, para que los tiempos que acechan a la humanidad no sorprendan a Mi pueblo.
Dentro de cierto tiempo, veréis cómo surge un falso profeta que vendrá de un país del oriente, diciendo que es el Cristo encarnado. Logrará congregar a su alrededor a muchos que por estar aún durmiendo, no han sabido velar esperándome; y por eso, la primera voz que logren escuchar habrán de seguir como si fuera la de su Maestro.
En medio de esas multitudes se entregarán una serie de maravillas y prodigios de tipo material, que harán que los hombres que no estén preparados sientan que verdaderamente ese es el Mesías que había prometido regresar.
Confundirá a muchos, mas no ha de confundir a Mi pueblo, porque ya éste ha sido advertido por Mí. Ese falso profeta, será, sin saberlo, instrumento de Mi divinidad, porque ninguno de Mis hijos es ajeno a Mi obra.
Unos, cumplen mi voluntad con su obediencia, y otros, con su rebeldía; unos, con su elevación, y otros, con su pecado, porque hasta ahí permito que el libre albedrío de vosotros se manifieste.
Pero, ¿creéis acaso que vuestro libre albedrío sea mayor que Mi voluntad? ¿Pensáis que cualquier acto de vuestra vida, o cualquier pensamiento que tengáis podrá tener más poder que el más pequeño de Mis mandatos?
Pues así os digo, que la hora de la tiniebla se ha acercado a esta humanidad y ese falso profeta que os pronostico cumplirá una misión muy importante, que es la de destruir el poder de algunas religiones; porque se alimentará de aquellos que no han velado y no han orado. Será su grey aquella que ha permanecido dispersa, y atará a aquellos que han sido esclavos.
Pero vosotros, pueblo, que os habéis cultivado en la libertad, en la responsabilidad de amaros los unos a los otros y en la obediencia a Mis mandatos y a Mis leyes, sabréis reconocer de inmediato que en esa voz no está la de vuestro Señor, que esos prodigios encierran simplemente un vacío espiritual, y que esas maravillas aparentes, sólo serán creídas por los profanos e idólatras.
Sabréis, pueblo, distinguir la verdad de la mentira, la falsa luz de la verdadera.
Faltan para esto todavía unos cuantos años.
El alerta que recibís ahora es con mucho mayor precisión que la de antaño, porque también ahora os encuentro más preparados.
En verdad os digo, que si os preparáis, ninguna prueba que ha de llegar a este planeta ha de sorprenderos dormidos, porque una voz ha resonado en vuestro corazón, y bien sabéis que esa voz es la de vuestro Padre.
¿Quién podrá imitarme? ¿Quién podrá engañar a aquél que ha oído la voz de su verdadero Dios? Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí; recordad que vosotros sois Míos, y no os dejaré perder.
Iréis luchando paso a paso en contra del nuevo fanatismo religioso que se ha de levantar, derrotaréis la ignorancia, porque ahora sabéis por la enseñanza que os he dado, que ya no sois los que antes fuisteis, y que mañana, no seréis los que ahora sois, porque vuestra senda es la evolución, vuestro camino el progreso y vuestro destino la perfección.
Os encontráis reunidos ante mi Espíritu una vez más, obedientes y fieles. Me place ver que vuestro anhelo se acerca al Mío, porque mucho deseáis estar con vuestro Padre; y es este anhelo el que os mueve, el que os lleva a elevaros para que, acercándoos a Mi divinidad, recibáis el influjo de Mis mensajes y Mi caricia.
Perseverad en vuestros esfuerzos, porque pronto está el que Yo os conceda la unificación que tanto tiempo me habéis pedido; y bien sabéis que cuando Israel esté unido, se conmoverá el Cosmos.
Perseverad, pueblo amado, velad y orad; no escatiméis esfuerzo ni instante alguno, porque el tiempo tantas veces profetizado, se ha acercado a vosotros.
¡Mi paz sea con vosotros!
Cátedra Divina – 8 de Noviembre de 1986
Venid a Mí todos aquellos a los cuales la lucha por la vida ha marcado con el signo de la derrota; Yo haré de vosotros los vencedores, porque enjugaré vuestras lágrimas y os levantaré del camino donde el polvo de la tierra os ha arrojado.
En vosotros no encuentro ya desafío a los designios divinos sino la aceptación a Mi voluntad.
Ha llegado hasta Mí vuestra petición; no es ya la incertidumbre la que pone a prueba a su Padre, sino la necesidad de un espíritu por elevarse y encontrar aquello tan preciado, tan caro a su corazón, que es mi paz.
No he puesto Yo condiciones a mis hijos, y en verdad os digo que vuestra pequeñez me conmueve. Mas no me pidáis piedad, porque Yo soy la piedad, ni me pidáis amor, porque Yo soy el amor.
Os digo que os basta acercaros a Mí en un instante de verdadera entrega, para que Yo abra vuestros ojos espirituales, mismos que al ver la luz, sabrán que están ante su Dios y no se cegarán más en el camino.
Y así iréis en vuestra labranza, unas veces tropezando, otras veces elevándoos con alegría, pero os digo, que jamás estaréis solos porque yo nunca os abandono, porque no está en Mí alejarme de mis criaturas tan amadas.
Habéis sido vosotros quienes os habéis retirado de mi presencia, quienes me habéis negado; y el mundo os ha comprado, pagándoos vuestro precio con moneda engañosa.
Mas he aquí que Yo he venido a rescataros.
No es ya la palabra humanizada la que llega a vosotros, sino es el arrobo del espíritu, el éxtasis superior que experimentáis cuando reconocéis que esta voz que os habla, es la misma que os ha hablado siempre, porque siempre he estado en vuestro ser.
No es necesario que salgáis en mi busca a ningún lado, porque doquiera os encontréis, ahí me hallaréis, a vuestro lado.
Ved cómo los tronos no significan nada para Mí; ved cómo esa gloria y majestad en la que el hombre cree que Yo habito o me encuentro nada son si en ellas no están mis hijos; porque os digo que un rey no reina sólo, y aquí hay más que un Rey.
Os hablaré a través de vuestro propio corazón, con vuestro propio espíritu, para que así comprendáis que ante Mí sois dignos, y que Mi amor os ha elevado.
Recojo las inquietudes de quien tiene preguntas que cree no han obtenido respuesta y le digo: «Buscad en vuestro espíritu y ahí encontraréis la respuesta a todo cuanto queráis saber».
Descubro también a aquél que cree haber fallado, y le digo: «No temáis, porque os digo que vuestro secreto está a salvo conmigo, porque Yo soy el amigo que no traiciona, el amor que no defrauda».
Recordad que os conozco por vuestro nombre, que me sois amados desde antes de haberos creado, y que nadie de vosotros me puede ser ajeno o indiferente; y pensad, que si todo el tiempo estoy con vosotros, no tenéis por qué sentiros avergonzados al llegar a Mi presencia.
¿Qué podréis decirme que Yo ignore de vosotros? ¿Qué falta vuestra podrá sorprenderme? ¿Qué desliz me parecerá inaceptable en vosotros? Si conozco todo vuestro pasado, vuestro presente y futuro, en Mí sólo hallaréis una total aceptación y sois dignos de hallar la salvación.
Yo os dije antes que por el más pequeño de vosotros, sería capaz de hacerme crucificar de nuevo.
He permitido que las huestes espirituales se comuniquen en espíritu y en verdad con vosotros, pero os digo que debéis elevar vuestras prácticas.
No debéis ya fijar un día exacto para buscar vuestra curación y para vuestra entrega; porque os digo que en vuestro mundo el mal acecha en cada paso, en cada minuto y en cada corazón.
Ya habéis saboreado la potestad que lográis estando reunidos, mas esta reunión no es de la materia, sino del espíritu; porque ni la distancia ni el tiempo lograrán apartaros; os digo que estáis más juntos trabajando en Mi Obra, que cuando estáis con vuestra propia familia; porque llegará el día que digáis como dijo Jesús: «¿Quién es mi padre y quién es mi madre?».
Todo aquél que os necesite, todo aquél que os busque y todo aquél que os pida, es vuestra familia; porque he ahí a vuestro hermano, a vuestro padre y a vuestra madre.
A través de esto os quiero decir, que así como amáis a vuestros hermanos materiales, a vuestro padre y madre terrenales, llegando inclusive al sacrificio de vuestra propia vida con tal de conservar la de ellos, así debéis hacer con vuestros hermanos.
Aprended a ver que detrás de cada corazón necesitado, hay una criatura de vuestro Señor; aprended a ver detrás de aquel que pareciera estar fallando, esclavo de las pasiones y sujeto a los crímenes, un espíritu que algún día ha de liberarse y llegar hasta la mansión espiritual.
Vosotros no sabéis de qué pasado venís, y todavía os parecen remotas vuestras vidas anteriores; mas para vuestro espíritu, toda la experiencia contenida está presente en cada pensamiento y en cada acto de vuestra vida.
He ahí la explicación de muchos de vuestros males, porque en vano intentáis buscar en el día anterior el mal que se anidó en siglos anteriores. No pretendáis explicar por medio de la materia, lo que corresponde al espíritu.
También debéis evitar contaminaros con aquellos que os enseñan que la única forma de cumplir con Dios, es renunciando al mundo; porque la renuncia que os pido, es a vosotros mismos y a las tentaciones del mundo; pero al mundo en sí, a vuestros hermanos, os pido que os acerquéis, que lleguéis hasta ellos puesto que para ello os puse en esta vida humana; Yo no quiero místicos en Mi doctrina, y sabed que el fanatismo no tiene lugar donde hay sabiduría.
Que no descubran vuestros hermanos a través de vuestras prácticas exteriores que sois obreros de la mies espiritual; más que vuestros labios, deberán hablar vuestras obras; el mundo se asombrará y verá que en aquellos que creía seres comunes y corrientes, se manifiestan virtudes y potestades que por mucho tiempo habían permanecido ignoradas.
Ved como muchos que se dicen judíos, dudan inclusive de los milagros que obré a través de Moisés, y cuántos que se dicen cristianos, niegan las obras que el Divino Maestro hiciera en su paso por la tierra, incapacitados para comprenderlas.
Así en este Tercer Tiempo, también a vosotros os acusarán y os dirán mentirosos, y creerán que son patrañas aquello que vosotros enseñáis. Vosotros no debéis defenderos de ellos, porque os digo que seré Yo quien os defienda; y por mucha potestad material que vierais en el mundo, os digo que ningún átomo de ella me llega, porque lo vano es nada ante la Divinidad.
Así, entregaos a Mi doctrina, al cumplimiento de la Ley y a la práctica del bien; no habrá entre vosotros nadie que se oponga a mi llamado, no habrá tarea pequeña e irrealizable, y veréis cómo me derramo a través de vosotros; prodigios y maravillas hablarán de lo mucho que he trabajado con vosotros, porque os digo que sois vosotros Mi obra.
Os hice brotar de mi mente divina, os di aliento con mi propia vida, os hice partícipes de Mi amor, y os digo: Si llegáreis a fallar en medio de vuestro cumplimiento, no temáis, porque Yo he de estar con vosotros para confortaros y ayudaros como cirineo, a cargar con esa bendita cruz que por amor a vuestros hermanos lleváis a cuestas.
¡Mi paz sea con vosotros!