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María: Una Mujer Vestida de Sol

«Apareció
en el cielo una gran señal: Una mujer vestida de sol, con la luna
debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.
Apocalipsis 12:1

¿Quién es María?

Dios es amor. Esta verdad tan sencilla, reafirmada por Juan en su Epístola
primera (1 Juan 4:8), debe ser comprendida en su magnitud
por todos aquéllos que estudian y analizan las Escrituras.

En Dios encontramos el amor del Padre, ciertamente. Pero ¿y el amor de
la Madre? ¿Es también parte del amor divino o no?

Conviene leer con atención la siguiente metáfora:

¿Se olvidará la mujer de lo
que dió a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?
Aunque olvide ella, Yo nunca me olvidaré de tí,»
(Isaías
49:15)

En la belleza de esa analogía, descubrimos el insondable, total y
perfecto amor de Dios por Sus hijos. María, a los pies de la cruz
del Maestro, simboliza a todas las madres del Universo; es por ello que
Jesús le dice: «Madre, he ahí a tu hijo.» (Juan
19:26)
En los Hechos de los Apóstoles se lee que éstos
vivían, después de la Crucifixión y resurrección
de su Maestro, en contínua oración y vigilia con «María,
la madre de Jesús…» (Hechos 1:14)

La presencia del Espíritu Santo en María (Lucas 1:35)
es innegable para quienes creen que las Escrituras del llamado Nuevo
Testamento son inspiradas y verdaderas en lo esencial.

Y que esa presencia es eterna, contínua y constante en María, lo
revela el análisis cuidadoso del versículo de Apocalipsis
(o Libro de la Revelación) citado en la cabeza de este documento.

María, la ternura divina

¿Cuál es el significado de que el profeta vea la mujer vestida de sol? Recordemos
que el tiempo en la visiõn cuando éso sucede es cuando el
Sexto Sello ha sido abierto. El Sexto Sello…el sexto día…la
sexta etapa.

¿Qué sucede el sexto día de la
Creación?

Veamos.

«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó.»
(Génesis 1:27)

Si para crear esa imagen de sí mismo en la Tierra, Dios debió
crear a un varón y a una mujer, entonces es natural deducir que
en Dios se encuentran una naturaleza masculina, simbolizada por el
Padre, y una femenina, simbolizada por la Madre.

Otra deducción lógica, sería el pensar que ambas potencias divinas, el
Padre y la Madre, poseen distintos atributos.

En el Padre la fuerza, la ley, el orden. ¿Y cuáles serán los atributos de
la parte femenina en Dios? Con toda seguridad la ternura, la caridad y
la comprensión infinita. Y si el Padre es eterno, la Madre también lo es.

El eterno femenino de Dios

Ese eterno femenino divino tomó forma de mujer. Así como el Verbo de Dios (otra de sus
potencias) tomó carne en Jesús, la Divinidad también pudo adoptar, para manifestar su parte femenina, la forma de una mujer, bendita entre todas las mujeres de todos los tiempos, y además «llena de gracia»? Esas palabras son
de Gabriel, uno de los altos espíritus que asisten a Dios, según el Evangelio de Lucas (Lucas 1:28 y 30)

Y existen buenos y leales cristianos que no aceptan la virginidad de esa bendita mujer, cuando sin titubeos aceptan la castidad
de su hijo Jesús. Y se apoyan para ese juicio en varios pasajes de los Evangelios y los Hechos, donde se menciona a los hermanos de Jesús (Mateo12:46/Mateo 13:55/Lucas 8:20) aunque esos mismos evangelistas nunca, en ningún caso, mencionan que esos hermanos sean también hijos de María.

Cuando José, viudo, toma por esposa a María la doncella,
es ya un varón de edad y se sabe con certeza que en ese momento
él tenía hijos con la que había sido su primera esposa ya fallecida: Jacobo

(o Santiago), José, Simón y Judas (Mateo 13:55).
Y por el contrario, las mismas Escrituras son muy cuidadosas en especificar que Jesús, sí es hijo de María
(Mateo 13:55/Marcos 6:3).
¿No habrían puesto el mismo cuidado en apuntar ese hecho si
ésto también fuera cierto tratándose de los
hermanos de Jesús por parte del padre terrenal? ¿No hubiera
el evangelista, en el pasaje de Marcos 6:3, redactado esa narración
de otro modo si no fuera por el hecho de que, precisamente, Jesús
era el único hijo de María?

Jacobo (conocido también como Santiago) a quien llamaban el
Justo, hijo de José y «hermano» de Jesús, quedó,
después de la crucifixión de Jesús, como líder
de los «nazoreanos», de los judíos que sí habían
creído que Él era el Mesías prometido. Jacobo muere
apaleado en las escaleras del Templo de Jerusalén en el año
62 de la Era Cristiana ¡cerca de los 80 años de edad! (Memorias
de Hegesipo, citado por Eusebio y Julio Africano/ Las Antigüedades
de Flavio Josefo)
Una simple operación aritmética
(80 – 62=18) arroja que cuando nació Jesús, ¡Jacobo tenía
que haber tenido cuando muy joven al menos 17 años! Y diversas fuentes
autorizadas cristianas primitivas (Eusebio y Orígenes)
aseguran que cuando Jesús nació, María tenía
escasos 14 años de edad; esto es, si Jacobo tenía 18 años y María tan sólo 14. ¿cómo entonces pudo ella haber sido madre de Jacobo si éste nació antes que ella?

Quizás quepa transcribir aquí una sorprendente versión
de cómo veían los seguidores de Jesús a María:

«En este tiempo murió,
la madre de Jesús,y fue enterrada en el mismo lugar donde había
sido crucificado éste, y se erigió una lápida en el
lugar. Sobre esa lápida los parientes de Jesús escribieron
las siguientes palabras: He aquí que ésta es una escalera
levantada sobre la tierra que llega al cielo, y por ella ascienden y
descienden los ángeles de Dios, y la Madre se regocija
aquí en sus hijos
. Aleluyah».
(Memorias de
Hegesipo citado por Eusebio /Hechos de los Nazoreanos de Julio Africano)

La presencia de María en el Tercer Tiempo. La mujer vestida de sol.

Un análisis reflexivo del pasaje de Apocalipsis 12:1
y versículos siguientes, nos puede arrojar ciertas deducciones:

  • La mujer es madre, pues se encuentra a punto de dar a luz.
  • Que esté vestida de sol, símbolo de luz, calor y
    vida, puede muy bien representar su calidad divina. ¿Qué
    otras visiones contenidas en la Biblia conceden esos atributos a otra
    persona?
  • La luna debajo de sus pies bien podría indicar que ha
    vencido su calidad material femenina (representa la menstruación
    en las mujeres) así como Cristo venció al mundo.
  • Y como corona, sobre su cabeza, doce estrellas que pueden
    simbolizar dos cosas sin que éstas sean excluyentes: Las doce
    tribus de Israel y los doce apóstoles de Jesús.

De cualquier manera, la presencia espiritual del eterno femenino de
Dios, como lo anunciara el profeta Juan, no podía faltar en este
Tercer Tiempo.

Vida y Destino


Esta etapa que vivís es pasajera, es un instante en medio de la
eternidad; por eso os aconsejo que la toméis como una profunda lección,
porque es una de tantas que forman el libro de la sabiduría espiritual
que cada uno de vosotros poseerá.


Recoged en esta vida toda la experiencia y méritos que os sea posible
para que acortéis el camino; la senda que tenéis que recorrer es larga
y es menester que apresuréis el paso.


No arraiguéis en la Tierra más de lo que os dicte vuestra conciencia;
tomad con medida los frutos que os ofrece para que podáis vivir también
para el adelanto espiritual.


Esta vida con toda su belleza, con toda la riqueza que os presenta,
es sólo un débil reflejo de aquélla que viviréis en otros valles de
mayor perfección.


Os he dado la Tierra por habitación temporal y al encarnar habéis
formado parte de esta Humanidad; mas para que seáis el timón de la
carne que dirija sus pasos y ella, como dócil barquilla, deje conducirse
en este gran océano, os he dado la luz del espíritu para que sigáis
a través de la ruta que os he trazado, obedientes siempre a las señales
que marcan vuestros destinos, hasta llegar al puerto que os espera.

De la vida

Vosotros que no amáis la vida porque la llamáis cruel, mientras no reconozcáis la importancia de la conciencia en el hombre ni os dejéis conducir por ella, nada de verdadero valor encontraréis.

Es la conciencia la que eleva el espíritu a una vida superior por sobre la materia y sus pasiones. La espiritualidad os hará sentir el gran amor de Dios, cuando logréis practicarla; entonces sí comprenderéis la importancia de la vida, contemplaréis su belleza y encontraréis su sabiduría. Entonces sabréis por qué la he llamado vida.

Buscad a los que os aman y a los que os aborrecen, amad la vida a la que habéis llamado cruel sin saber que es como un libro abierto, lleno de sabiduría para vosotros.

Sabed conmoveros con las alegrías así como con las penas de los demás; ved en cada ser humano a un maestro y sentíos vosotros mismos un símbolo viviente del bien, no del mal, porque según vuestras obras en la vida así será el símbolo que representéis.

Discípulos amados: Estos tiempos son de justicia para la Humanidad; el plazo está cumplido para que empecéis a pagar vuestras deudas. Estáis recogiendo la cosecha de las siembras pasadas, el resultado o consecuencia de vuestras obras.

El hombre tiene un tiempo para hacer su obra y otro para responder de lo que hizo; este último tiempo es el que vivís, por eso todos sufrís y lloráis. Así como vosotros tenéis un tiempo para sembrar y otro para cosechar, Dios también tiene uno que os concedió para cumplir su Ley y otro para manifestar su justicia.

Son tiempos de justicia en que debéis meditar sobre vuestro destino, para que a través de la meditación y de la espiritualidad escuchéis la voz de la conciencia, que no confunde ni engaña y sí os conduce por el sendero de la paz.

Del destino

El destino tiene la piedad que Dios ha puesto en él, el destino de los hombres está lleno de la bondad divina.

Vosotros no encontráis muchas veces esa bondad porque no la sabéis buscar.

Si dentro del destino marcado por Mí a cada espíritu vosotros trazáis un camino duro y amargo, Yo trato de endulzarlo, mas nunca de aumentar su amargura. En la vida los hombres se necesitan los unos a los otros, ninguno está de más y ninguno está de menos. Todas las vidas son necesarias las unas a las otras para el complemento y la armonía de su existencia.

Los pobres necesitan de los ricos y éstos de aquéllos. Los malos necesitan de los buenos y éstos de los primeros. Los ignorantes necesitan de los sabios y los que saben, de los que ignoran. Los pequeños necesitan de los mayores y éstos a su vez necesitan de los niños.

En este mundo, cada uno de vosotros está colocado por la sabiduría de Dios en su sitio y cerca de quien debe estar. A cada hombre le es asignado el círculo donde debe habitar, en el cual hay espíritus encarnados y desencarnados con los que debe convivir.

Así, cada quien en su camino, todos vais encontrando a los que os han de enseñar el amor que os eleva, otros recibiréis el dolor que os purifica. Unos os harán sufrir porque así lo necesitáis, mientras otros os darán su amor para compensar vuestras amarguras, pero todos tienen un mensaje para vosotros, una enseñanza que debéis comprender y aprovechar.

Buscad en cada uno de vuestros hermanos la parte buena que os presenta para que aprendáis de él, así como la parte mala para que le ayudéis a elevarse y de esa manera iréis por el camino, ayudándoos los unos a los otros.

Cada ser humano es una lección, una esperanza de amor o desamor que al fin os da su verdad, dulce o amarga; y así iréis, de lección en lección, a veces aprendiendo y a veces enseñando, porque también debéis entregar a vuestros hermanos el mensaje que hayáis traído a la Tierra.

¿Por qué habéis despreciado a vuestros semejantes que el destino ha puesto en vuestro camino? Les habéis cerrado la puerta de vuestro corazón sin saber la enseñanza que os traían.

¡Cuántas veces habéis alejado de vosotros precisamente a quien traía un mensaje de paz y consuelo a vuestro espíritu, y luego os quejáis cuando sois vosotros los que habéis llenado vuestro cáliz de amargura!

La vida tiene cambios inesperados y sorpresas, y ¿qué haréis vosotros si mañana tenéis que buscar ansiosamente a quien hoy orgullosamente desechasteis?

Mientras el egoísmo exista, el dolor también existirá. Cambiad vuestra indiferencia, vuestro egoísmo y vuestro desprecio por amor, por caridad y veréis cuán pronto os llegará la paz.