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Cátedra Divina – Febrero 27 de 1999

Este artículo pertenece al tema de Comunicaciones Divinas de espíritu a Espíritu. Parte 7 de 11

Vosotros, como espíritus, sois la causa de la existencia de la Creación material. No os asombre entonces cuando el Padre os diga que cada uno de vosotros es más grande que el sol que ilumina vuestro planeta, y que el mismo Universo que os cobija en vuestro camino de perfeccionamiento espiritual.

Israel no debe ser el pueblo de espíritus tímidos, empequeñecidos ante la magnitud de una tarea que rebasa todo lo humano, porque, de verdad, la Obra Espiritualista Trinitaria Mariana, cubre mucho más que lo material.

¿Qué sabéis vosotros del orden verdadero que rige todas las cosas? Poco, muy poco, porque vuestra vida espiritual os tiene deparadas en el futuro, infinitas sorpresas que emanan del absoluto que es el amor divino.

Hoy, humanidad, estáis en el borde del fin de una etapa y el comienzo de otra; cada etapa ha estado significada por acontecimientos que os hacen comprender el tiempo en que vivís; pero dormís, y habéis creado una falsa ilusión de dominio y de señorío sobre vuestros actos y los alcances de vuestro libre albedrío.

Mis profetas os advirtieron que para cuando el tiempo de la retribución sea llegado, vuestra ciencia humana adelantaría en gran manera.

Sois capaces ya de surcar los cielos más velozmente que las aves, os sumergís en los océanos y no hay rincón de vuestro planeta que no creáis haber conocido y explorado, mas ¿dónde está la paz, dónde la justicia y dónde el adelanto verdadero como raza predominante en el planeta? Y es que os habéis olvidado de la Ley, y queréis sujetar vuestros actos a los dictados de vuestros limitados y muchas veces mezquinos intereses materiales.

Es este el tiempo en que se levantarían padre contra hijo, hijo contra padre, hermano contra hermano y esposa contra esposo, e Israel no iba a ser la excepción.

En el seno de vuestros hogares penetra sutilmente la tentación y la confusión cual lepra material que todo lo invade, sin respetar nada.

En aras del egoísmo y la personalidad consumen el hombre y la mujer todo aquello que les ha sido confiado para su cuidado, y convierten este mundo de promesas y posibilidades en un valle de lágrimas y de lamentaciones.

Mas cuando lográis elevaros por un momento por encima de la miseria humana, llega hasta vosotros la esplendorosa luz del Padre, y os hace entender la razón verdadera de vuestra misma existencia sobre la faz de esta tierra.

Legiones espirituales están prestas a luchar a vuestro lado contra la tiniebla, contra la obcecación, contra la obsesión material y contra la tentación; mas para uniros a esas mis huestes espirituales, es necesario que os despojéis de todo aquello que contamina vuestro pensamiento, nubla vuestro corazón y debilita a vuestro espíritu.

Todo os es lícito, mas no todo os es conveniente; todo está al alcance de vuestra mano, mas no todo os vivifica. Y ved cómo la humanidad, erigiendo su libre albedrío en un dios al que rinde culto, ha perdido a cambio la libertad.

«Conoced la verdad y la verdad os hará libres», os dije en Jesús. ¿Habéis comprendido el significado de estas palabras, Israel? Porque levantáis ante vuestro Señor la interrogante de Pilatos: «¿Y qué es la verdad?». La verdad viene de Dios, y esa verdad vive en vosotros, porque sois prueba misma de la existencia de esa verdad suprema. Y esa verdad es el amor.

Amor: palabra incomprendida por los hombres y mujeres; y ved cómo confunde la humanidad el amor con las pasiones de la carne.

¡Mi paz sea con vosotros!