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La Oración Espiritual

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

Me preguntáis en qué consiste la oración y Yo os digo: En permitir que vuestro espíritu se eleve libremente hacia el Padre, en entregaros con plena confianza y fé en aquel acto, en recibir en el corazón y en la mente las sensaciones recogidas por el espíritu, en aceptar con verdadera humildad la voluntad del Padre. El que ora de esta manera goza de mi presencia en cualquier instante de su vida y jamás se siente menesteroso.

La oración es el medio espiritual que he inspirado al hombre para comunicarse con mi Divinidad, por eso ella se manifestó desde un principio en vosotros como un anhelo, como una necesidad del espíritu, como un refugio en las horas de prueba.

Es el principio de la comunicación de espíritu a Espíritu que florecerá y dará frutos entre esta humanidad; hoy le he revelado todo esto al pueblo que me escucha, para que sea el precursor del tiempo de la espiritualidad.

Es el medio revelado a vuestro espíritu para llegar hasta Mí con vuestras interrogaciones, con vuestras inquietudes y vuestros anhelos de luz; a través de esa comunicación podréis disipar vuestras dudas y descorrer el velo que oculte algún misterio.

¿CÓMO ORAR?

En todos los tiempos se os ha enseñado la oración.

En el Segundo Tiempo, Yo os enseñé la oración del Padre Nuestro para que, inspirados en ella, recurriéseis a vuestro Padre en vuestras necesidades y tuvieseis siempre presente la promesa de la venida de su Reino; para que a Él acudieseis en demanda de perdón, consultando con vuestra conciencia si antes ya habíais perdonado en la misma forma a vuestros deudores.
Ahora os enseño la oración espiritual, la que no brota de los labios, sino de lo más profundo de vuestro espíritu y que con humildad y confianza me dice: -Señor, hágase en nosotros vuestra voluntad.-

Éste es el lenguaje que Yo escucho, el que Yo entiendo; el lenguaje sin palabras, el de la verdad y la sinceridad.

Ésa es la oración que he venido a enseñaros en este Tercer Tiempo.

Penetrad en oración en el silencio de vuestra alcoba, elevad el pensamiento al Padre quien conoce toda cuita y conoce todo dolor en vuestro corazón, sin necesidad de pronunciar palabra alguna, y comunicaos con Él de espíritu a Espíritu, para sentir la vida, tanto en el espíritu como en el cuerpo y revestirles de este modo con fortaleza y luz.

No os pido la oración que dura largas horas, sino la oración breve y sentida, sencilla en la forma y profunda por su espiritualidad.

Esos instantes me bastarán para concederos mi caridad.
Orad con la oración sencilla que brota de lo más puro de vuestro espíritu, y con la ayuda de vuestra conciencia examinad vuestras obras. Entonces gozaréis de mi presencia.

Orad por todos y vuestra oración será luz y paz que se irá extendiendo minuto a minuto sobre el haz de la Tierra.

PRACTICAR LA ORACIÓN

Id practicando la oración espiritual, para que desde ahora comprobéis su bondad y su verdad; id acostumbrándoos a buscar la inspiración y el desarrollo de vuestra intuición por medio de esa forma de oración. Entonces experimentaréis en vuestro entendimiento un torrente de luz que pugna por convertirse en expresiones humanas y en palabras, en sentimientos nobles y en buenas obras.

No dejéis de practicar la oración aun cuando sea tan breve que sólo dure cinco minutos, pero que en ella sepáis hacer un buen examen con la luz de la conciencia, a fin de que observéis vuestras obras y sepáis lo que tenéis que corregiros.

LA ORACIÓN, MEDIO PARA COMUNICARNOS CON NUESTRO PADRE

El espíritu conserva la intuición de haber partido hace tiempo del seno del Creador, y sabiendo que tiene aún por delante un extenso camino qué recorrer para retornar al punto de partida, se entrega a la oración porque sabe que, al menos en ese instante, puede comunicarse con su Padre.

El espíritu sabe que en la oración encuentra un consuelo que lo acaricia, conforta y sana.
Yo bendigo a los que oran; mientras más espiritual es su oración, mayor es la paz que les hago sentir; esto os lo podéis explicar fácilmente, porque aquél que para hacer oración necesita postrarse delante de imágenes u objetos para sentir la presencia de lo divino, no podrá experimentar la sensación espiritual de la presencia del Padre en su corazón.

¿Hasta cuándo dejará esta Humanidad de privar a su espíritu del deleite de sentirme en su corazón, por medio de la oración directa o, lo que es lo mismo, por medio de la oración de espíritu a Espíritu? Hasta que sea mi luz la que ilumine la vida de los hombres, conozcan la verdad y comprendan sus errores.

Yo os he enseñado a orar, y en esa oración hemos conversado. Me habéis llamado en vuestros sufrimientos y en vuestras horas de paz; también cuando habéis pecado, habéis buscado mi presencia para llorar Conmigo vuestras faltas y tranquilizar así a vuestro espíritu. Mi amor y mi paciencia son infinitas y se manifiestan a cada instante entre vosotros.

Os he enseñado a elevar el espíritu por medio de la oración para consultar con humildad y respeto a vuestro Padre, porque entonces el Arcano se entreabriría para dejaros contemplar lo que esté reservado a vuestro conocimiento y sentiréis llegar a vuestro entendimiento la luz divina de la inspiración.

Éste es tiempo para orar y meditar, pero con oración libre de fanatismo y de idolatría y con meditación serena y profunda en mi divina palabra.

EL PADRE ESCUCHA TODAS LAS ORACIONES

Bienaventurados los que practican la oración espiritual, porque ellos sienten mi presencia; mas de cierto os digo que Yo recibo todas las oraciones, sea cual fuera la forma en que las elevéis a Mí.

Atiendo a todo llamado y a toda súplica sin juzgar la forma, atendiendo tan sólo a la necesidad con que me buscáis.

¿Por qué no había de oír a quienes oran de manera imperfecta, sabiendo que todos llegarán a practicar la oración verdadera? Ahora os escucho a través de las diversas formas en que me hacéis vuestras peticiones, porque lo esencial es que me busquéis. Y en verdad os digo que no existe una oración que no sea escuchada por Mí; Yo sólo recibo la intención de mis hijos.
De cierto os digo que es menester que todos conozcáis la verdad; y esa verdad es que el culto del hombre hacia Dios ha tenido una larga evolución y ha sufrido incesantes transformaciones. Dentro del culto está la oración y ella ha sufrido también transformaciones.

A lo largo de vuestra evolución siempre os he hecho sentir mi presencia, mi misericordia y mi luz.

Ahora tenéis ante vosotros un tiempo de espiritualidad al que podéis llamar el tiempo de la oración perfecta, porque he llegado para enseñaros a comunicaros Conmigo de espíritu a Espíritu.

LA ORACIÓN COMO HERRAMIENTA

Por la oración se logra la paz, se adquiere sabiduría, se obtiene salud, se comprende lo profundo, se ilumina la mente y se fortalece el espíritu.

¡Ah, si los hombres de este tiempo comprendiesen el poder de la oración, cuántas obras sobrehumanas realizarían! Pero viven una época de materialismo, en el que hasta lo divino tratan de materializarlo para tocarlo y poderlo ver.

¿Cómo podrá equivocarse el hombre, cuando antes de hacer su voluntad interrogue a su Padre a través de la oración? El hombre que sabe orar vive en contacto con Dios, sabe el valor de los beneficios que de su Padre recibe y a la vez comprende el sentido o la finalidad de las pruebas por las que atraviesa.

Mis siervos de los tiempos pasados, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, José o Moisés, supieron de la fuerza de la oración y de ello dieron pruebas imborrables a la Humanidad, quedando su forma de orar como un ejemplo para todas las generaciones.

El que no conoce la verdadera oración, no conoce los deleites que ella encierra, no sabe la fuente de salud y de bienes que en ella se encuentran.

Orad, os dice el Maestro; la oración da lustre y brillo a las armas de amor con que debéis conquistar la paz para la Humanidad, hace que despierten las facultades, se sensibiliza el espíritu, la mirada se hace penetrante y el corazón sensitivo.

Sin la fuerza de la oración no podréis salir avante en la lucha, ni podréis resistir las pruebas, mucho menos podréis enseñar a vuestros hermanos la forma perfecta de orar.

Os he enseñado a orar para que os libréis de riesgos y tropiezos, de asechanzas y tinieblas; os he dicho que hasta los elementos escucharán vuestra oración cuando sean desatados por mi justicia; pasarán sobre vosotros sin tocaros, porque supisteis orar con fe y limpidez.

Y es menester que deis pruebas del poder de la oración espiritual, como en los tiempos pasados las dieron aquellos hombres a quienes recordáis como patriarcas, como guías y profetas.

Orad, mis hijos, porque con la oración se adquiere sabiduría, salud y fortaleza.

temas extraídos de las comunicaciones divinas de El Tercer Testamento