Pascua: El Cordero sigue siendo inmolado
1 Conmemoráis en este día mi entrada en Jerusalén; evocáis los tiempos en que a través de Jesús viví entre vosotros.
2 Hoy volvéis a sentiros fuertes ante mis nuevos prodigios, y hacéis público vuestro testimonio de que este Maestro es el mismo que os habló en el Segundo Tiempo, y Yo os digo que no olvidéis lo que hicisteis con Jesús, para que no lo repitáis en este tiempo.
3 Yo sabía que después de vuestro júbilo ibais a debilitaros ante la palabra de los sacerdotes, y que vuestros cantos de ¡hosanna! los ibais a cambiar por los de ¡crucificadle!
4 ¡Oh mis hijos, que no habéis reconocido mis manifestaciones a través de los tiempos, ni velasteis esperando el cumplimiento de mis profecías!
5 Yo fui el Cordero inmolado en aquella Pascua que celebró mi pueblo. Sólo después, cuando pasó el tiempo, conocisteis la esencia de mi Doctrina y el porqué de mi sacrificio; entonces llorasteis y os arrepentisteis por no haberme reconocido.
6 Ahora os encontráis ante una nueva era de enseñanzas y de grandes manifestaciones espirituales, y el Maestro viene a buscar en vuestro espíritu la simiente que en otro tiempo sembró en él.
7 Me decís: "¿Por qué no sentimos vuestra presencia, si estáis tan cerca de nosotros?", y Yo os contesto que es porque os habéis materializado, os encontráis ocupados en las ciencias y en todo lo que pertenece al mundo, olvidando a vuestro espíritu.
8 Me decís con angustia que os habéis perdido del camino; Yo os digo que por eso he venido, para mostraros, con la luz de mis enseñanzas, el camino que os lleva a morar en el mundo de paz.
Palabra divina: No sois jueces de nadie
9 Oídme, y mi palabra os despertará a una nueva vida, vuestras dudas y temores se disiparán. Vuestro espíritu, que lleva un pesado fardo, descansará al sentir mi perdón.
10 ¿Por qué no dejáis en Mí vuestra causa? ¿Por qué os hacéis justicia ocupando mi lugar de juez? ¿No sabéis que estáis en un tiempo de pruebas y restitución? Mirad que todos faltáis a mi Ley y Yo no os he juzgado ni delatado en público.
11 Si os he concedido el libre albedrío, no es para que os juzguéis los unos a los otros, sino para que por decisión propia perfeccionéis a vuestro espíritu en la práctica del bien, ayudados por la luz de la conciencia.
Labriegos: Semilla de amor
12 Os convierto en labriegos y os doy mi semilla de amor para que la sembréis en los enfermos, en los tristes, en los delincuentes, y cuando alguno se sintiera indigno de recibirla, hacedlo llegar a Mí, que Yo sabré dignificarlo para que no se sienta menospreciado.
13 Evocad a vuestra Madre celestial, y su amor divino os ayudará en esta lucha y a todos os conducirá a Mí.
Pueblo: Responsabilidad y encomienda después de 1950
14 Quiero que vosotros, el pueblo al que he adoctrinado, os encarguéis de guiar a las nuevas multitudes que llegarán, al cabo de los años después de 1950, a aumentar mi pueblo, y que veléis para que ellas sean alimentadas con el pan de vida eterna, así como Yo lo hice con vosotros.
15 No permitáis que mi palabra sea adulterada; velad por que su esencia se conserve siempre, y haced que vuestro análisis sea justo. Exponed mi verdad y ella llevará a vuestros hermanos vida, salud y fe. Si mi palabra es luz que brota de Mí, tendrá que manifestarse como una antorcha en todo el que la conozca. Os ofrezco esta luz, porque no quiero que viváis entre tinieblas.
16 Perfeccionad vuestro espíritu con mi sabiduría; fortaleceos, para que luchéis por vuestra elevación espiritual.
17 Vosotros que estáis desnudos de afectos, sentid mi caricia, para que no haga mella en vuestro corazón el egoísmo de los seres que os rodean.
Pueblo: El manantial seco
18 Me preguntáis: ¿Por qué no existe el verdadero amor entre los hombres, por qué no se practica la verdadera caridad? Y Yo os contesto: Es que habéis dejado secar el manantial de aguas cristalinas que he puesto en vuestro corazón, porque os habéis apartado del cumplimiento de mi Ley.
19 Os habéis dividido y no queréis saber de las necesidades de vuestros hermanos; os miráis como extraños aun viviendo bajo el mismo techo; por eso al escuchar mi palabra os habéis sorprendido, porque en ella manifiesto mi amor, mi paciencia y mi perdón para todos mis hijos.
20 A nadie distingo y vengo a pediros que os unifiquéis, que os améis y perdonéis los unos a los otros; ya os he dado el tiempo suficiente para que reflexionéis y deis principio a una nueva vida.
21 He perdonado vuestras faltas pasadas y os doy la oportunidad de transformaros en mis buenos discípulos.
El Libro de la Vida: El tesoro incomprendido
22 El Libro de la Vida se abre ante vosotros para iluminar todo entendimiento, estudiad cada una de sus lecciones; ya no veáis misterios, hoy todo es claridad para el espíritu.
23 Asomaos al Arcano y conoced todo lo que os concedo, quiero dejar de ser para vosotros un padre incomprendido, no hay razón para que me miréis así porque todas mis manifestaciones han estado al alcance de vuestro entendimiento y todo os lo he revelado en el tiempo propicio.
24 No os aflijáis inútilmente; todo lo que creéis que os hace falta, lo tenéis con vosotros. Os he dado mi luz en el espíritu y por añadidura os he confiado lo necesario para conservar vuestro cuerpo; mirad que todos los elementos os sirven; todo lo he creado para vuestro recreo, y todo es provechoso si lo tomáis con conocimiento, respeto y medida: otra es la causa de vuestros sufrimientos y desvelos.
25 El espíritu no encuentra la paz en esa existencia vana que habéis forjado en la Tierra y ella os comunica su intranquilidad. ¡Si formaseis propósitos de verdadera enmienda, cuánto bien os haríais y cómo recobraríais la paz perdida!
Discípulos: Responsabilidad en la Obra divina
26 Discípulos: Preparaos para que habléis de amor, de perdón y de justicia a la Humanidad, olvidaos de todo lo que pertenece al mundo para elevaros a las regiones de la paz y del amor perfecto.
27 Habéis atendido a mi llamado y me buscáis para aprender mi lección; unos pedís el pan de cada día, otros me buscáis como doctor y consejero, pero hay quienes sólo vienen a escudriñar mi palabra, queriendo encontrar en ella alguna falta, mas a ellos Yo les digo: Esa mancha que buscáis no la encontraréis en mi enseñanza; antes bien, si penetráis en vuestro interior, ahí encontraréis la imperfección. Los que así han obrado, no han reconocido mi presencia porque sólo alcanzan a interpretar las obras humanas, pero no han llegado a comprender los mensajes de Dios; a todos ilumino y perdono su incredulidad.
28 No permitiré que se confunda ni que se pierda uno solo de mis hijos. A las plantas parásitas las convierto en fructíferas, porque todas las criaturas han sido formadas para llegar a alcanzar un fin perfecto.
29 Quiero que vosotros gocéis Conmigo en mi Obra; ya antes os he participado de mis atributos porque sois parte de Mí; si todo me pertenece, también a vosotros os hago dueños de mi Obra.
Padres humanos: Una obligación que no debemos descuidar
30 Todos los espíritus tenéis en Mí a un Padre divino y si os he dado en la vida material padres humanos, es para que den vida a vuestro cuerpo y representen cerca de vosotros a vuestro Padre celestial. Os he dicho: "Amarás a Dios de todo corazón" y he agregado: "Honrarás a tu padre y a tu madre". No descuidéis entonces vuestros deberes; si no habéis reconocido el amor de vuestros padres y aún los tenéis en el mundo, bendecidlos y reconoced sus méritos.
Más Allá: El valle del espíritu
31 Quiero que seáis hombres de fe, que creáis en la vida espiritual; si habéis visto partir al Más Allá a vuestros hermanos, no los sintáis lejanos ni penséis que los habéis perdido para siempre. Si queréis reuniros con ellos, trabajad, haced méritos y cuando lleguéis al Más Allá, ahí los encontraréis esperándoos, para enseñaros a vivir en el Valle Espiritual.
Pueblo de Israel: Simiente de grandes ejemplos
32 Pueblo: ¿Creéis que es vuestro Dios el que inspira esta palabra? Entonces, ¿por qué habéis dudado de Mí, cuando me habéis llamado en el lecho del dolor y el bálsamo no ha curado al instante vuestra enfermedad?
33 Pensad que os pruebo en muchas formas, porque quiero que seáis fuertes; porque si sois mis discípulos, debéis resistir muchas pruebas para que podáis ser creídos.
34 Sois la simiente de Abraham, de Isaac y de Jacob, quienes os dieron grandes ejemplos de fe y de obediencia; vosotros, teniendo el mismo espíritu, no alcanzáis aún a igualar sus obras.
35 Yo he probado a mis discípulos en todos los tiempos; ¡cuántas veces sometí a prueba a Pedro! y solamente en una de ellas flaqueó, mas no le juzguéis mal por este hecho, porque cuando él encendió su fe, fue como una antorcha entre la Humanidad, predicando y dando testimonio de la verdad.
36 No juzguéis a Tomás; considerad cuántas veces vosotros habéis palpado mis obras y aun así habéis dudado.
37 No miréis con desprecio a Judas Iscariote, aquel discípulo amado que vendió a su Maestro por treinta monedas, porque jamás ha habido arrepentimiento mayor que el suyo. Yo me serví de cada uno de mi discípulos de aquel tiempo para dejaros lecciones que os sirvieran de ejemplo, lecciones que permanecieran eternamente en la memoria de la Humanidad.
38 Después de su flaqueza, ellos supieron del arrepentimiento y la conversión, y tuvieron una entrega absoluta al cumplimiento de su misión. Ellos fueron verdaderos apóstoles y dejaron un ejemplo para todas las generaciones.
Velad y orad: El dulce consejo
39 Venid al Valle Espiritual de luz, para que comprendáis mi palabra.
40 Cuando escuchéis mi enseñanza, alejaos de las preocupaciones del mundo y dejad que mi luz ilumine vuestro espíritu. Aliento vuestra fe y os guío siempre para que os preparéis a gozar de la vida eterna.
41 Velad y orad, os repito con frecuencia, pero no quiero que os familiaricéis con este dulce consejo, sino que lo estudiéis y lo pongáis en práctica.
42 Os digo que oréis, porque quien no ora se entrega a pensamientos superfluos, materiales y a veces insanos, con lo cual, sin darse cuenta, fomenta y alimenta las guerras homicidas; mas cuando oráis, vuestro pensamiento, como si fuera espada de luz, rasga los velos de oscuridad, rompiendo los lazos de la tentación que hoy están aprisionando a muchos seres, satura de espiritualidad el ambiente y contrarresta las fuerzas del mal.
43 No desmayéis ante la lucha, ni os desesperéis si aún no habéis visto ningún resultado de vuestra labor. Comprended que vuestra misión es luchar hasta el fin; pero debéis tomar en cuenta que a vosotros sólo os tocará hacer una mínima parte de esta Obra de regeneración y espiritualidad entre la Humanidad.
44 Mañana dejaréis vuestro puesto y otros vendrán a continuar vuestra labor. Ellos interpretarán mejor mi Obra y la llevarán un paso más allá y así, de generación en generación, se irá cumpliendo mi palabra.
45 Al final todas las ramas se unirán al árbol, todas las naciones se unirán en un solo pueblo, y la paz reinará en la Tierra.
46 Orad, discípulos, y perfeccionaos en vuestra elevación, para que vuestras palabras de enseñanza y amor encuentren eco en el corazón de vuestros hermanos.
47 En verdad os digo que si este pueblo, además de comprender su destino, ya estuviese cumpliendo su misión, por sus oraciones alcanzaría gracia la Humanidad.
48 Pero aún os falta caridad, que sintáis a vuestros semejantes como verdaderos hermanos; aún os falta que en verdad olvidéis las diferencias de razas, de lenguas, de credos y que, además, borréis de vuestro corazón toda huella de rencor o de resentimiento con todos aquellos que os hubieren ofendido.
49 Cuando logréis elevar vuestros sentimientos sobre tanta miseria humana, se escapará de vuestro corazón la más sentida y sincera petición en favor de vuestros hermanos; y esa vibración de amor, esos sentimientos puros, serán las más poderosas espadas que destruyan las tinieblas que las guerras y las pasiones de los hombres han venido formando.
50 El dolor os ha preparado; en las pruebas os habéis acrisolado y por eso estáis señalados para ser los que veléis por todos los que sufren alguna esclavitud, o por los que van por la vida apurando el cáliz de amargura.
51 Velad, pueblo; sed como esas aves que al anunciar el nuevo día, despiertan a los que aún duermen y son las primeras en recibir la luz. Bienaventurados seáis siempre que busquéis en Mí al Consolador prometido.
Palabra divina: El banquete preparado por el Señor
52 Todos los que se acerquen a escucharme sentirán la caricia de mi palabra, se sentirán ungidos por mi amor y colmados de bienes espirituales.
53 De plácemes me encuentro porque he visto que habéis dejado todo por estar en mi mesa, y es que sabéis que mi palabra es vuestro pan y vuestra gloria en la Tierra.
54 Esta enseñanza llega hasta vuestro corazón, donde han nacido propósitos de enmienda y de nobles sentimientos.
55 Si mucho habéis sufrido y llorado para llegar a abrirme las puertas de vuestro corazón, en verdad os digo que también aquel que ha sufrido mucho, ha expiado sus faltas y tiene que ser perdonado.
56 Corazones tristes: Calmad vuestra pena y venid a Mí; iluminaos con la luz de vuestra conciencia y penetrad serenamente por el sendero de mis enseñanzas. Sanaos en Mí, olvidad pesares y amad.
57 Quien tiene amor lo tiene todo; quien dice amor lo dice todo.
Libre albedrío y conciencia: Los grandes forjadores del espíritu
58 Mas cuando comprendéis que todo lo que brotó de Mí es perfecto, armonioso y bello, os preguntáis: ¿Por qué entonces los hijos de Dios viven en el mundo destruyendo y aniquilando; qué fuerza los mueve para desconocerse y destruirse, siendo que emanaron de la fuente limpia del Padre? ¿Cuáles son esas fuerzas y por qué Dios, con su infinito poder, no ha detenido el avance de los hombres que destruyen la paz; por qué permite la maldad entre la Humanidad?
59 Oíd, discípulos: El hombre tiene en su espíritu, como dones, el libre albedrío y la conciencia; todos al nacer están dotados de virtudes espirituales y pueden hacer uso de ellas. En su espíritu está la luz de la conciencia, pero a la vez que la materia se desarrolla, con ella se desarrollan también las pasiones, las malas inclinaciones, siendo éstas las que luchan contra las virtudes del espíritu; Dios así lo permite, porque sin lucha no hay mérito, y así lo necesitáis para ascender en el camino espiritual.
60 ¿Cuál sería el mérito de los hijos de Dios si no lucharan? ¿Qué haríais si vivieseis llenos de felicidad, como lo deseáis en el mundo? ¿Rodeados de comodidades y riquezas, podríais esperar el progreso espiritual? Estaríais estancados porque no existe el mérito donde no hay lucha.
61 Mas no os confundáis, porque al hablaros de lucha, Yo me refiero a la que desarrolláis para vencer vuestras debilidades y pasiones. Esas luchas son las únicas que permito a los hombres para que dominen su egoísmo y su materialidad, a fin de que el espíritu tome su verdadero sitio iluminado por la conciencia.
62 Esa batalla interior sí la autorizo, mas no aquélla que hacen los hombres con el deseo de engrandecerse, cegados por la ambición y la maldad.
63 El ruido y los horrores de las guerras fratricidas han apagado la sensibilidad del corazón humano, han impedido la manifestación de todo sentimiento elevado, como son la caridad y la comprensión.
64 No quiero deciros que todos se encuentren así, no, porque aún hay hombres en quienes existe sensibilidad, compasión y amor para sus semejantes, llegando hasta el sacrificio para evitarles males, o librarlos de alguna prueba. Si esta ayuda os llegan a dar algunos hombres, ¿qué no hará vuestro Padre celestial por vosotros que sois mis hijos? Entonces, ¿cómo habéis llegado a pensar que Él os envía el dolor y la desolación?
Cristo: Uno con Dios
65 Soy el mismo Maestro que en el Segundo Tiempo os habló del camino del Reino de los Cielos; soy el mismo Cristo manifestando la verdad a través de los siglos, las lecciones eternas que son inmutables, porque son revelaciones que brotan de mi Espíritu.
66 Mirad en Mí al Padre, porque de cierto os digo que Cristo con el Padre son Uno desde la eternidad, desde antes de que los mundos fueran.
67 En el Segundo Tiempo ese Cristo que es Uno con Dios, encarnó en la Tierra en el cuerpo bendito de Jesús, y así vino a ser el Hijo de Dios, mas sólo en cuanto hombre, porque vuelvo a deciros que un solo Dios existe.
Cristo: El Eterno Sembrador de todas las moradas
68 Yo soy el Eterno Sembrador; aun antes de venir a la Tierra y tomar forma humana y ser llamado Jesús por los hombres, ya era el Sembrador, ya me conocían los que estaban más allá de la materialidad, de la turbación o la ignorancia, aquellos que habitaron regiones y moradas espirituales que aún no conocéis ni podéis imaginaros.
69 De aquéllos que me conocían antes de que viniese a la Tierra, os envié a muchos para dar testimonio de Mí en el mundo; a anunciar la llegada de Cristo, el amor y el Verbo del Padre. Aquéllos fueron profetas unos, precursores otros y apóstoles otros más.
70 No es este mundo el único que sabe de la huella de mi paso; doquiera que ha sido menester de un Redentor, allí ha sido mi presencia, mas debo deciros que mientras en otras moradas mi cruz y mi cáliz me fueron apartados por la regeneración y el amor de vuestros hermanos, aquí, en este mundo, después de muchos siglos, aún me tenéis coronado de espinas, atormentado en la cruz de vuestras imperfecciones, y bebiendo siempre el cáliz de hiel y vinagre.
71 Como mi obra de amor encierra la redención para toda la Humanidad, os espero con infinita paciencia; y he concedido no una, sino muchas oportunidades a cada ser para su elevación, esperando muchas eras el despertar de todos los que duermen en profundo letargo.
Palabra divina: "Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura"
72 A veces pensáis que os hablo demasiado del espíritu y que me olvido de vuestras necesidades y preocupaciones humanas, a lo cual os vuelvo a decir: "Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura". Entonces vendrá a vosotros la paz, la serenidad, la comprensión, el perdón, el amor, y en la parte material todo lo tendréis en abundancia.
73 Yo conozco y sé de todas vuestras necesidades y me encargo de aliviar todas vuestras preocupaciones según mi voluntad, y si en ocasiones os habéis sentido defraudados porque no os he concedido inmediatamente aquello que pedíais, no por eso sois menos amados del Padre: es porque así os conviene.
74 Hay muchos de mis párvulos que atribuyen a injusticias del destino su sufrimiento y se creen olvidados de su Padre; entonces os pregunto: ¿De qué os ha servido entonces mi palabra? ¿Por ventura creéis que el Señor, el Autor de la Vida, sea impotente para remediar vuestros males o que no pueda complaceros en algo material que en nada os ayuda en vuestra elevación espiritual?
75 Yo sólo os concedo aquello que sea para vuestro bien. ¡Cuántas peticiones hacéis que, si os fuesen concedidas, sólo os ocasionarían perjuicios o desgracias!
76 El hombre que en Dios confía y ante Él bendice su destino, jamás reniega ni exige lo que no le es concedido.
77 Cuando está pobre, enfermo y su corazón sufre, espera confiado en la voluntad de su Señor.
78 A veces me decís: "Señor, si yo todo lo tuviese, si nada me hiciera falta, trabajaría en vuestra Obra espiritual y haría caridad". Mas sabed que como hombres sois variables, y que todos los propósitos de hoy cuando nada poseéis, cambiarían si os concediese todo lo que deseáis.
79 Sólo el amor de Dios es inmutable para Sus hijos.
80 Si os diera en abundancia lo material, de antemano sé que os perderíais, porque conozco vuestras resoluciones y debilidades.
81 Sé que con abundancia de bienes materiales el hombre se aleja de Dios, porque aún no está capacitado ni preparado para comprender a su Señor.
82 Mirad cuánto os amo y no me olvido de vosotros; es que no quiero que os perdáis.
83 Alejaos de las vanidades del mundo, venid a Mí por convicción, por amor, no por el dolor.
84 No reneguéis si estáis necesitados, porque si conviniera para vuestra evolución espiritual apartaros de la pobreza, todo os lo daría en abundancia.
85 Pensad que el Padre rige el destino de Sus hijos con suma justicia y perfección.
La guerra: El cáliz de amargura que bebe la Humanidad
86 Estos tiempos son de pruebas, de dolores y amarguras; tiempos en que la Humanidad sufre las consecuencias de tanto odio y mala voluntad de los unos para los otros.
87 Mirad los campos de batalla donde sólo se escucha el estruendo de las armas y los ayes angustiosos de los heridos, con montañas de cadáveres mutilados, que ayer fueron cuerpos fuertes de hombres jóvenes. ¿Imagináis a éstos cuando por última vez estrecharon entre sus brazos a la madre, a la esposa o al hijo? ¿Quién, que no haya bebido ese cáliz, podrá imaginar el dolor de esas despedidas?
88 Millares y millares de padres, de esposas y de hijos angustiados han visto partir a los seres amados hacia los campos de guerra, de odios, de venganza, obligados por la codicia y el orgullo de unos cuantos hombres sin luz y sin amor para sus semejantes.
89 Estas legiones de hombres jóvenes y fuertes, no han podido volver al hogar porque quedaron destrozados en los campos; mas ahí la tierra, la madre tierra, más misericordiosa que los hombres que gobiernan a los pueblos y que creen ser dueños de la vida de sus semejantes, ha abierto su seno para recibirlos y cubrirlos amorosamente.
90 Ved las caravanas de hombres de todas edades, de mujeres y de niños? huyendo de la destrucción, buscando fatigosamente un lugar de protección y de paz. Sus pies ya están destrozados y sangrantes; su corazón ya no resiste más dolor; pero aún les queda en lo más íntimo de su ser, un destello de esperanza.
91 Orad, pueblo, orad por ellos y mi ternura unida a vuestro pensamiento, descenderá sobre ellos para protegerlos y cubrirlos con mi manto de amor.
92 Meditad en la causa de las guerras fratricidas así como en la destrucción que originan, y veréis que no sois tan desdichados como creéis; entonces cesarán vuestras quejas y ya no me diréis: "Señor, soy el más desventurado de la Tierra, ¿será porque me has olvidado?"
93 Ved cómo la guerra todo lo destruye.
94 Mirad a esos padres ancianos que esperan el retorno de los seres amados; el hambre ha llegado a sus puertas y la soledad es su compañera.
95 Los que tuvieron fuerzas para caminar, huyeron; los inválidos tuvieron que quedarse para recibir cuanto a ellos llegó; sus sombríos pensamientos sólo se iluminaron cuando me suplicaron en su oración: "Señor, no me abandones".
96 Sólo Yo conozco el dolor que callan las madres abandonadas por la maldad de los hombres; soy el Único que en el silencio y en la soledad de su vida les digo que en mi Reino no están abandonadas.
97 Orad, pueblo, y pensad en la soberbia y la ambición que germina en los cerebros de los hombres que han llevado a la ruina, a la desolación y a la muerte a otros hombres que no tienen ninguna culpa.
98 Después de reflexionar en mis palabras, pueblo, ¿seguís pensando que sois los más desdichados de la Tierra? Me contestáis: "No, Maestro, estábamos en un error porque nos habíamos olvidado de los demás, para pensar sólo en nosotros, creyendo que la lucha para amasar el pan de cada día, era el cáliz más amargo que pueda beberse".
99 Entonces, os digo que debéis sentiros ricos, porque estáis escuchando la palabra divina que os alienta y fortalece, y gozáis todavía de un poco de paz.
El nuevo tiempo: Las señales cumplidas
100 Aún podéis contar con algunos días de tranquilidad, porque este rincón de la Tierra también será estremecido por el dolor; así no quedará sitio en este mundo que no haya sido purificado.
101 Todo cuanto os dijo mi apóstol Juan, cumpliéndose está, palabra por palabra y suceso por suceso.
102 Todas esas señales, pruebas y perturbaciones que sufre la Humanidad, son la demostración más palpable de que una era está concluyendo para dar paso a un nuevo tiempo.
103 No es la primera vez que entre vosotros ocurren estos acontecimientos; mas si supieseis comprenderme y estuvieseis preparados, este paso de transición lo daríais con calma, sin turbaros.
104 Estáis llegando a la mitad de un siglo y mucho habéis vivido; ¿qué sorpresas, acontecimientos y pruebas os esperan en el medio siglo que tenéis por delante?
105 Yo sólo os digo, como dije muchas veces a mis apóstoles del Segundo Tiempo: velad y orad para que no caigáis en tentación.
106 ¡Mi Paz sea con vosotros!